domingo, 16 de enero de 2011

Menos es más...


Hace ya varios días pude visionar la magnífica obra Buried (Enterrado) dirigida por Rodrigo Cortés e interpretada por un enorme Ryan Reynolds.

La historia, aparentemente simple, nos lleva al secuestro de Paul Conroy (Ryan Reynolds), padre de familia estadounidense que trabaja como contratista civil en Irak. Sin motivo aparente el protagonista se despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera con tan sólo un teléfono móvil y un mechero como compañeros. El teléfono se convierte en su único aliado para poder escapar, siempre y cuando la precaria cobertura y la escasa batería se lo permitan en un tiempo límite antes de que el oxigeno se termine.
Sin duda una magnífica obra del cine español que levantó expectación entre los asistentes al Sundance 2010.

Tanto la crítica como el público, en un principio reacio, han acogido este film como una de las obras que quedará grabada en la memoria del cine, tanto por lo arriesgado de "enterrar" y crear ese ambiente claustrofóbico en todas las salas de cine mundiales como por su crítica hacia el sistema de protección de rehenes de los Estado Unidos de América.

Paul Conroy
Todo comienza con una oscuridad total, solamente los rótulos (muy al estilo Hitchcock) y la profunda respiración de Reynolds nos hacen saber que ha comenzado la película. Pronto nos llega el sonido de un zippo y se hace la luz, iluminando el rostro de Reynolds y el interior de la caja donde se halla.
Toda la acción transcurre en ese recio ataúd, alrededor del único personaje visible en toda la cinta, Paul Conroy, encarnado por un sobresaliente Ryan Reynolds que fue el valiente actor que asumió un papel ante las negativas de otros actores. Papel en el que puedo asegurar que sufrió, ya que no sólo tuvo que soportar ser el pilar fundamental de la película bordando una actuación con cada suspiro, cada llanto o cada grito, sino que tuvo que aguantar daños físicos y psiquicos por estar tantas horas actuando en las distintas replicas del ataúd.

No debemos olvidar que los actores son humanos ante todo y, que al igual que cualquier mortal, sienten y padecen. Muchos actores asumen el papel que interpretan, no sólo de forma interpretativa, sino que dejan su personalidad a un lado para asumir la del personaje que interpretan. Bajo mi punto de vista, esto es lo mejor que puede hacer el actor por el personaje al que da vida, asumir la personalidad, y en muchos casos el físico, de aquel al que interpretan.
Y justamente esto hace Reynolds, sintiendo y representando los miedos, la angustia y los sentimientos de un hombre que es enterrado vivo, haciendo que cada segundo sea una agonía que contagia a cada espectador de la sala. Con una actuación sublime, nos olvidamos del actor para centrarnos en la historia de Paul Conroy, en el sufrimiento que experimenta este personaje a lo largo de toda la obra.

Conroy despierta
Según declaraciones del propio realizador, Rodrígo Cortés, el actor volvió a Estado Unidos con la espalda completamente arañada por el continuo roce con la madera de la caja, con los dedos achicharrados por mantener durante tanto tiempo el zippo encendido, con algún mechón menos de pelo y, con varios cortes y rozaduras por los movimientos que hizo en el interior de la caja. Pero más que el destrozo físico, fue el mental, ya que Reynolds pasó por el calvario de un temor universal como es ser enterrado vivo. En poco tiempo debió desarrollar varias emociones extremas que atienden a la situación en la que se encontraba el personaje.

Ryan Reynolds ha demostrado definitivamente que no es una fachada sin vida, una imagen bonita para copar revistas o vallas publicitarias. Con esta actuación ha dado un certero golpe en la mesa mostrando sus cualidades interpretativas, que bien puede valer no sólo una nominación al Oscar sino la adquisición del mismo.


Debemos tener en cuenta que tras el trabajo visible del actor se encuentran las manos del realizador.
Debió ser complicado para Rodrigo Cortés plantear el guión de Chris Sparling en una sola localización ya que el espacio es minúsculo para poder maniobrar y crear efectos visuales, para dar un sentido usando movimientos o tipos de planos con la cámara. Dicho espacio limita de igual manera las herramientas y la misma actuación, ya que los límites los tienes a tan sólo tres centímetros. Grabar en este espacio tan limitado acarrea otras dificultades como el de dar un sentido del tiempo, del espacio, o el de oxigenar al propio espectador, ya que para cualquier espectador resulta inquietante compartir la agónica situación de Paul Conroy durante 94 minutos sin cambiar de localización, sin salir en momento alguno de la propia caja.

Durante el rodaje se usaron 7 cajas con diferentes sistemas para facilitar movimientos de cámara como travellings, panorámicas de 360 grados sobre Reynolds, planos de perfil del actor... De igual manera para transmitir sensaciones, como cuando la cámara asciende en un travelling y las paredes de la caja parecen infinitas, hundiendo aun más a Conroy en su desesperada carrera por salir.
Crear esa sensación de agobio y asfixia, esos planos tan complejos, tan sólo podía ser posible con la ayuda de esos ataúdes mecanizados.

Al grabar en una sola localización Cortés contó con una ventaja, que os aseguro en pocos rodajes de ficción se tiene, como es rodar cronológicamente (esto, para quienes no lo sepan, es rodar de principio a fin según el guión literario, según van pasando las acciones). Esto seria impensable, sobre todo para los productores, en cualquier otra producción ya que encarece considerablemente el trabajo final.
Tanto el equipo técnico como el artístico de Buried debió agradecer rodar de esta forma, pues facilitarían tanto el dramatismo ascendente de la actuación de Reynolds como el trabajo de los cámaras, de iluminación, sonido y demás técnicos.

El único inconveniente surge en temas de raccord (más conocidos como gazapos), ya que los planos para montar pertenecen al mismo actor, a las mismas acciones y a los mismo objetos. No hay otro actor en el que apoyarse o alguna otra acción a la que recurrir si algún movimiento o alguna acción no monta con naturalidad. Por ello quiero destacar el trabajo del realizador, del script y del propio actor por salvaguardar los raccords y apoyarse en planos recurso cuando fuera necesario.
Dificultades del rodaje
Esta es una labor muy a tener en cuenta, ya que si durante el rodaje se pasa por alto, a la hora de montar el producto final puedes tener un enorme problema. Además debo recalcar que se rodó durante tan sólo 17 días por lo que tanto la labor del Ayudante de Realización (sí, está en mayúsculas) como la del realizador debió ser tan agónica como el sufrimiento de Paul Conroy, ya que en un tiempo justo y medido debieron hacer todas las tomas y planos que fueran únicamente necesarios para montar posteriormente el producto final, sin tomar planos masters (son planos más generales y planos secuencia sobre los que se montan otros planos).

El tema de la iluminación está muy bien tratado en esta película. Normalmente en el cine existe una falsa oscuridad, que permite ver al espectador lo que el protagonista no ve; mientras todo permanece para el personaje en una oscuridad absoluta el espectador debe ver que ocurre en esa oscuridad ya que en el peor de los casos, esto podría traer como consecuencia que el espectador perdiera interés por no poder ver absolutamente nada de lo que ocurre. Cortés utiliza esta técnica en su beneficio, ya que si Conroy no ve y permanece en una oscuridad absoluta, el espectador tampoco verá, creando un ambiente de incomodidad y curiosidad, consiguiendo que el espectador permanezca atento, curioso ante lo que pueda acontecer. Creando una conexión entre el protagonista y el espectador en el que ambos descubren al mismo tiempo lo que ocurre.

Iluminación
Esto también añade un problema, ya que para captar esas imágenes tan oscuras hay que tener el diafragma en su posición más extrema trabajando con una profundidad de campo muy estrecha y esto ocasiona que se trabaje al límite entre lo nítido y lo borroso, algo de lo que, si no se sabe como beneficiarse, es mejor no utilizar.
Las luces se usan de forma práctica, utilizando elementos en imagen para iluminar como el zippo, el móvil, una bengala o una linterna, cada luz refuerza además las emociones en el momento. Este modo de iluminar contribuye a dar realismo, ya que se iluminan las zonas a las que se alumbra quedando las demás en total negrura.

La inquietante respiración de Ryan Reynolds acompañada del rechinar de la madera, de sus propios gritos, del llanto, o de la música del teléfono móvil para mí son suficiente banda sonora para este film.

Esta película contiene todos los elementos de cualquier película grabada en diferentes localizaciones, con cientos de personajes y con miles de efectos. Y lo mejor es que se basa en un miedo universal para crear metáforas que nos ocurren a todos en la vida cotidiana (¿Quién no ha llamado a una compañía para solucionar algo y le han mantenido a la espera cambiándole de departamentos hasta llegar al punto inicial?). De igual manera contiene escenas de acción, de terror, de angustia, de liberación, de condena, o de esperanza.

El teléfono móvil juega un papel importante en este film, ya que es el nexo de unión entre el ataúd y el exterior. Gracias a ello podremos conocer más sobre la vida de Paul Conroy, el motivo por el que está enterrado, como tratan de ayudarlo, de igual manera podremos conocer a otros muchos personajes imaginando incluso sus físicos. Este elemento es tan importante en la historia como el ataúd o el propio protagonista.
Conroy usando el teléfono
Esta película es una opera prima del cine español demostrando que hay algo más a parte de Torrente o Jamón Jamón, que podemos hacer cine en España comparable al de Hollywood, y que las nuevas generaciones vienen pidiendo paso, con nuevas ideas y sin miedo a arriesgarse.
Sin duda alguna ha sido una fuerte apuesta de Rodrigo Cortés que ha conseguido, no sólo la bendición de la crítica sino de los críticos más importantes, el propio público. Arriesgó y ganó sacando lo mejor de un guión que tenía sus propias lagunas, y como pudo se disimuló en el film, y de un actor que se ha consagrado con una actuación digna de Oscar.

Está claro que si esta película no recibe su merecido Oscar es por la metedura de pata del guionista, que pidió por carta a uno de los miembros del jurado que tuvieran en cuenta esta película. Esperemos que esa desafortunada acción no lleve consecuencia y el jurado tenga en cuenta la calidad del proyecto.
La utilización de una localización, de tan pocos elementos y efectos, de tan pocos actores (en pantalla), del poco tiempo de rodaje, del "poco" presupuesto que se han utilizado para la realización de la película me recuerda eso de.. Menos es más...
Recomiendo su visionado y como nota, cuatro estrellas y media de cinco.



Pd: Por cierto, el título de esta entrada no tiene nada que ver con la brevedad de la misma. He querido hacer un análisis completo de esta película.