Una obra maestra. Sólo
esa frase bastaría para describir la serie Breaking Bad de Vince Gilligan. Y es que pocas series han logrado superar mis
expectativas de la forma en la que lo ha hecho ésta. He disfrutado y sufrido a
partes iguales. Ha sido toda una experiencia ver cada capítulo e ir
descubriendo una historia apasionante llena de giros argumentales y unas tramas
envolventes en las que unos personajes carismáticos se desenvuelven con total
naturalidad.
La esencia de la historia radica en cómo una persona se puede corromper con facilidad cuando el poder le abruma y en que el fin no justifica los medios por mucho que se intente. Pero no sólo de eso vive Breaking Bad. Las subtramas que complementan a la trama principal versan sobre temas tan dispares como la convivencia que mantiene una familia desestructurada, el deterioro de las relaciones, la separación emocional existente en un matrimonio, la superación personal, conflictos laborales y personales... Las idas y venidas de ciertos estereotipos que hay en la sociedad americana son parte fundamental que sirve para alimentar la historia y sustentar a los personajes. Pero si hay algo que se mantiene durante toda la serie es la lucha entre el bien y el mal, en cada temporada encarnado por diferentes rivales que mantienen los mismos objetivos.
El trabajo de los guionistas ha sido magnífico al ponernos en un dilema moral por hacernos empatizar con un protagonista que cubre el rol de villano. Una estrategia que está funcionando bastante bien y con la que se consigue crear protagonistas con un carácter muy bien definido y una intrahistoria bastante compleja, cuyo carisma hace que lo idolatremos sin cuestionarnos ninguna de sus acciones.
La lealtad es un factor
primordial en la toma de decisiones del protagonista y lo que propicia muchos
de los conflictos con los que debe lidiar.
La complejidad ascendente
de su historia crea situaciones inverosímiles que logran poner al protagonista
en apuros en bastantes ocasiones, de las que consigue salir con tal astucia que
no hace más que aumentar nuestra admiración por él. Esto también sirve para
mantenernos enganchados capítulo tras capítulo.
La realización, llevada a cabo por diferentes directores (algo muy común), es compacta y llevada a cabo bajo un mismo
método para no romper la linealidad marcada durante toda la serie, aunque
cada director le da un toque especial que le hace distinguible del resto.
El empleo de planos arriesgados queda relegado a momentos importantes o que necesitan de dichos planos para complementar así la narración, siendo en su mayoría tomas muy comunes que ensalzan la belleza de las acertadas localizaciones para ubicar la historia, para apoyar lo que nos cuenta el guión o para retratar de forma sutil, y cediendo toda importancia, a personajes y acciones.
El empleo de planos arriesgados queda relegado a momentos importantes o que necesitan de dichos planos para complementar así la narración, siendo en su mayoría tomas muy comunes que ensalzan la belleza de las acertadas localizaciones para ubicar la historia, para apoyar lo que nos cuenta el guión o para retratar de forma sutil, y cediendo toda importancia, a personajes y acciones.
Los colores cálidos
predominan, siendo el dorado el que invade cada plano y apoyando la sensación
que transmite el entorno en el que se localizan las acciones, las cuales han
sido tratadas de una forma respetuosa, ya que abundan los planos generales para
situarnos y mostrar los infinitos y bellos parajes desérticos.
En cuestión sonora, se ha
cuidado el realismo de todos los efectos para que casaran a la perfección con
la imagen. El empleo de música es
anecdótico y relegado a su aparición de forma activa en la trama. Algo muy
acertado, ya que los silencios procuran tensión y amplían las emociones de los
personajes.
Y claro, como no puede
ser de otra manera, no se puede hablar de Breaking Bad sin mencionar a Bryan Cranston, que se encarga de
encarnar al protagonista, Walter White.
Cranston se ha coronado con este
papel del mismo modo que lo hicieron otros actores cuyas carreras no tomaban el
impulso suficiente como para ser reconocidos a nivel mundial. Cranston ha forjado una personalidad
vibrante que ha sido capaz de hacer evolucionar a lo largo de la serie de una
forma magistral y sin fisuras. Su personaje se adapta cual camaleón a las
diferentes situaciones por las que pasa. Ha sabido reflejar en todo momento las
emociones de Walter mediante una
gesticulación precisa y una actitud providencial. Con su excelente
interpretación, Cranston no sólo se
convirtió en un pilar fundamental de la serie sino que ha conseguido pasar a la
historia, algo que, sin duda, le ayudará de forma positiva en su carrera.
Aaron Paul, en el papel de Jesse Pinkman,
consigue que lo amemos tanto como que lo odiemos. El actor ha sabido transmitir
la incertidumbre y la desdicha que sufre su personaje. Este papel le ha servido
para dar un puñetazo sobre la mesa y colocarse como una de las estrellas
emergentes en los últimos años.
Otros personajes
principales de renombre son Anna Gunn
o Dean Norris, este último bastante
activo con pequeñas aportaciones en otras series. Sin duda, estamos ante un
elenco a la altura de las circunstancias, cuyos personajes se basan en
estereotipos comunes y afrontan sus propias tramas con solidez,
enriqueciéndolas y apoyando a los personajes principales.
Breaking Bad es una de esas series que brilla con luz propia y
ha sido capaz, por méritos propios, de pasar a la posteridad como una de las
mejores de nuestro tiempo. Su argumento es explosivo y siempre guarda alguna
sorpresa o algún giro con el que consigue mantenernos pegados a la pantalla y
desear devorar un capítulo más.
Se trata de una serie muy humana, muy real. Donde las sensaciones traspasan la pantalla hasta golpearnos. Con unos personajes muy bien construidos e interpretados por unos actores que han sabido exprimirlos hasta lograr sacar lo mejor de ellos.
Y lo mejor es que no se trata de una historia vacía. Cada capítulo guarda una pequeña moraleja, una lección más o menos relevante.
Si aún no has visto esta serie, no sé qué estás haciendo que no corres a verla.
Se trata de una serie muy humana, muy real. Donde las sensaciones traspasan la pantalla hasta golpearnos. Con unos personajes muy bien construidos e interpretados por unos actores que han sabido exprimirlos hasta lograr sacar lo mejor de ellos.
Y lo mejor es que no se trata de una historia vacía. Cada capítulo guarda una pequeña moraleja, una lección más o menos relevante.
Si aún no has visto esta serie, no sé qué estás haciendo que no corres a verla.