miércoles, 29 de junio de 2016

Como en casa

Aquel bramido me despertó. Me incorporé en la cama, con el rostro desencajado y empapado en sudor. Tenía los ojos bien abiertos y trataba de llevar todo el aire posible a mis pulmones. Por un momento olvidé dónde estaba y tuve que mirar a mi alrededor para recordarlo. Aquel lugar me resultaba familiar y ajeno al mismo tiempo. Estaba confuso. Algo sucedía, aunque no tenía demasiado claro de qué se trataba.
Ella se movió a mi lado y eso me tranquilizó, al menos en parte. Todo parecía estar bien. Fue entonces cuando aquel estruendo consiguió sobresaltarme una vez más. Un bramido, bronco y ensordecedor. Me mantuve en total quietud, sentado en la cama y pensando en lo que podría ser. De súbito caí en la cuenta de lo que se trataba. El camión. ¡Maldita sea! Había olvidado que llegaba el camión.
Salté de la cama y me vestí tan rápido como me lo permitieron los nervios. Ella se despertó y me miró con los ojos entrecerrados, tumbada boca abajo. Yo sólo pude sonreír. Había soñado con ella esa noche, como otras tantas desde que la conocí.
Una vez me calcé mis viejas zapatillas, salí por la puerta y el sol de un nuevo día me golpeó la cara con tal fuerza que me vi obligado a cerrar los ojos. Caminé hacia delante, un tanto desorientado y cubriendo con mi mano el sol. En la lejanía vi a mi padre, que trataba de llamar mi atención. Señalaba con insistencia un gran portón, tras el cual se adivinaba la silueta del camión. Tan pronto como vi a mi hermano tirar con brusquedad de una de las hojas, yo corrí hacia la otra y comencé a tirar con fuerza. Juntos no tardamos en abrir el portón.
El camión pasó raudo, levantando una gran polvareda. Y tan pronto como pudimos, nos dispusimos a cerrar las puertas. Cuando el metal golpeó contra el metal, mi hermano sonrió. Era una victoria, sin lugar a dudas lo era. Siempre lo era.
Nos dirigimos con paso ligero hacia el camión. Debíamos descargarlo tan rápido como fuera posible, pues aquello que nos mantenía encerrados en aquella prisión a cielo descubierto no tardaría en asaltarnos. No sabíamos a ciencia cierta qué era lo que les atraía. Quizá el olor, nuestro olor. Quizá nuestro miedo. Podían olerlo, estaba seguro de eso. Fuera lo que fuere nos tenían atormentados, pues éramos conscientes de que podrían saltar los muros en cualquier momento. Y aquel era uno de esos momentos en los que más vulnerables éramos a sus ataques.
Las puertas traseras se abrieron a nuestra llegada, y un hombre corpulento, vestido de un blanco impoluto, apareció dentro. Comenzó a lanzar cajas cargadas con la mercancía para que las bajáramos con inmediatez. Era lo que necesitábamos para sobrevivir durante al menos una semana. No tardamos más de diez minutos en descargar  todo cuanto nos correspondía. Fue un trabajo rápido y eficaz, tal y como le gustaba a mi padre.
Todo había salido según lo planeado. Un rotundo éxito. Chocamos nuestras manos en señal de victoria mientras preparaban el camión para su marcha. Ya había comenzado a dar la vuelta para dirigirse hacia el portón cuando la vi salir del pequeño barracón, y empleando su mano a modo de visera, recorrió el lugar en mi busca. Levanté la mano para indicarle dónde estaba y nuestros ojos se encontraron. Ella me dedicó una de sus arrebatadoras sonrisas y yo no pude hacer otra cosa que corresponderle con otra.
Comenzó a acercarse hacia nosotros cuando echamos a correr hacia el portón. Lo abrimos con rapidez, una vez más, para que saliera el camión. Todo permanecía en un silencio incómodo, roto tan sólo por el rugido del motor. Algo malo se avecinaba. Podía sentir esa sensación de angustia sacudiéndome. Quizá habíamos cantado victoria demasiado pronto.
Fue algo fugaz. Tan rápido que apenas nos dio tiempo a reaccionar. Se me estremeció el alma cuando vi saltar una de esas cosas por encima del muro. Tanto mi hermano como yo empujamos cada hoja del portón hasta que éstas golpearon con el tope. Corrí el pesado cerrojo y corrí en su dirección. Debía llegar a ella antes de que esa cosa lo hiciera.
El caos y el miedo se apoderaron de nuestro humilde campamento. Todos corrían hacia la seguridad de sus barracones. Vi a mi padre hacerlo, y a mi hermano. Más de esas cosas saltaron dentro. Algunos se quedaron a puertas de la salvación, otros tuvieron mejor fortuna. Yo debía conseguirlo. Así que corrí con todas mis fuerzas. Corrí. Corrí. Corrí. Y mientras lo hacía, pude sentir el aliento de una de esas alimañas en la nuca. Lo tenía cerca. Demasiado cerca.
Ella llegó a la puerta a tiempo y la abrió. Me esperó angustiada bajo el marco. Vi en su rostro la preocupación, el miedo. Pensé en rendirme, dejarme caer y permitir que esa cosa me destrozara. Al menos moriría sabiendo que ella estaba a salvo. Pero seguí corriendo. No me rendí. No podía dejarla sola en un mundo como ese.
Apenas me quedaban unos pasos cuando me tiré hacia ella, y en un abrazo salvador la empujé dentro del barracón. Caímos al suelo estrepitosamente y raudo me levanté para empujar la puerta ante aquella cosa.

No entraría. No sabía exactamente por qué, pero no lo haría. Allí estábamos a salvo. Y al fin me sentí en paz. Como en casa.

lunes, 27 de junio de 2016

El Renacido

Las historias se mueven por dos factores esenciales: el amor y la venganza. En la película de Iñárritu queda claro el motivo que mueve al protagonista a sobrevivir a tantas calamidades y renacer, bien de forma poética o física, en el la película. Y es que El Renacido nos trae una historia simple enmarcada en un contexto complejo y de contrastes que nos deja boquiabiertos en ciertas ocasiones con situaciones inverosímiles de acción trepidante y en otras nos da un respiro irremediable que parece no tener fin con planos demasiado largos y, quizá, secuencias innecesarias pero muy muy vistosas.

La venganza mueve los pasos de Hugh Glass haciéndole superar toda adversidad que se pone ante él hasta lograr su objetivo. El protagonista se desenvuelve a duras penas por unos espectaculares e impresionantes paisajes que Iñárritu se ha encargado de retratar con el mayor respeto posible mediante amplios planos generales, mientras tiene lugar una guerra entre tribu indígenas y colonos por los favores que ofrece la tierra, a la que el protagonista no es ajeno por los hechos cometidos en el pasado y que le siguen persiguiendo en el presente.
El guión es una adaptación de la novela de Michael Punke, en la que se retrata la naturaleza de las personas y cómo son movidos por sus propios impulsos y necesidades en un mundo hostil y alienado en el que cada uno debe mirar por sí mismo y apenas hay un par de buenos samaritanos. Nos ofrece tanta paz como tensión, más en las abundantes acciones que nos dejan sin aliento que en los escasos pero reveladores diálogos, pues es gracias a las conversaciones que mantienen los personajes junto con los místicos flashback donde se nos muestra más acerca del protagonista y su pasado.
Debemos ser conscientes de que El Renacido es mucho más que una historia de venganza tratada como un pseudowestern. Se trata de una historia de superación ya que el protagonista encuentra los motivos suficientes para afrontar con éxito cada peliagudo problema que le asalta, sobreponiéndose a cada problema y logrando seguir adelante en su aventura pese a todo. Queda representada la fuerza de voluntad en sus victorias tras los ataques brutales que sufre. También trata de una forma visceral la maldad que reside en el ser humano y el egoísmo que surge en situaciones complicadas, todo esto retratado en Fitzgerald. Por otro lado, el contexto no sólo sirve para enmarca la historia. Se emplea con atino como una subtrama para hacer crítica del proceso devastador de colonización donde se aniquilaron tribus y se destruyeron lugares naturales por pura ambición.

Iñárritu emplea con maestría planos generales contrapicados de una amplia duración de las fascinantes localizaciones para encuadrar las acciones. Se sirve de los movimientos de cámara para contribuir al movimiento interno del plano, aportar fluidez y cambiar de planos general a medio o primer plano de los personajes. Los planos secuencia, o esos que son demasiado largos, son resueltos con habilidad al ayudarse de los movimiento de cámara, y de los elementos que conforman la acción, para mostrar diferentes acciones o los planos/contraplanos de una conversación. Los planos cortos y detalle quedan relegados a un uso más práctico, bien para encuadrar algún objeto importante o para alguna conversación.
La composición de los planos es equilibrada aunque en momentos caóticos se tornan aberrantes con una composición más caótica e irregular al mostrar los objetos inclinados o en una posición poco natural, lo que contribuye a crear un ambiente hostil y desesperado en esas situaciones.
Como ya he mencionado, algunos planos parece innecesarios y demasiado largos. Esto, junto con algunas secuencias de paso innecesarias, puede resultar contraproducente al hacer que el espectador pierda el interés por un momento en la historia.
Con la puesta en escena, la caracterización de los personajes, así como con la ambientación, consiguen meternos en la historia y que nos empapemos de ella. La banda sonora es sutil y pasa casi desapercibida, empleada sólo en ciertos momentos épicos o sentimentales que no hacen otra cosa que reforzarlos.


Y con este trabajo, DiCaprio se llevó su merecido Óscar. Ha empleado todos los recursos aprendidos a lo largo de su carrera para presentarnos a un personaje real con el que sufrimos y odiamos, pero también con el que mantenemos la esperanza. El actor ha sabido transmitir cada emoción, sentimientos y sensaciones por las que pasa su personaje con gestos naturales y una actuación sublime que recordaremos durante años.
Otro personaje importante para la trama principal, que no antagonista, ya que el antagonista no puede ser otro que ese contexto y ese escenario en el que Glass se desenvuelve, es Fitzgerald al que encarna un asombroso Tom Hardy, que se las apaña para crear un personaje odioso y sin escrúpulos realista, pero un tanto previsible.
Quizá, la única parte mala es que los personajes no evolucionan sino que se dejan llevar por la historia hasta su conclusión final.
El resto de personajes se mueven al son del protagonista, casi todos en su contra, tratan de imponerse a su deseo de conseguir su objetivo salvo un par de ellos que tratan de ayudarle. El resto del reparto parece que huye de rostros conocidos, quizá para darle más peso al actor principal y no eclipsar la historia que encierra su personaje.

Esta producción nos trae una historia simple pero apasionante, relatada de una forma épica y mostrando sin pudor cada acontecimiento sin evitar en ningún momento lo visceral y brutal de algunas secuencias. Pero eso no impide que la poesía no esté presente a través de los flashback o de esos momentos de introspección a los que el protagonista se ve empujado por situaciones límite que rozan lo inverosímil y que le aportan un grado de heroicidad.
El Renacido nos muestra lo mejor y lo peor de las personas, y también es un canto a la esperanza al representar cómo alguien puede sobreponerse a una catástrofe y seguir pese a todo.
La mejor parte es sin duda la batalla contra el oso al captar esa lucha por la supervivencia y el momento del "parto" del caballo donde el protagonista parece renacer una vez más.
Lo peor es su duración, demasiado larga aunque no se hace pesada, debido por planos demasiado largos y secuencias que no aportan mucho. Por lo demás es una película interesante y entretenida que nos muestra una historia increíble que nos atrapa desde el primer momento.

domingo, 19 de junio de 2016

Maggie

Un punto de vista diferente que aporta frescura para un tema que ya empieza a oler (y no sólo por los zombis). El terror y la acción, propios del género, dan paso al drama que se mantiene desde el comienzo, haciendo hincapié en las emociones y la fase de duelo que viven los protagonistas, que se ven acentuadas por las situaciones límite a las que los personajes se ven arrojados.

Pese a la ligereza del guión en cuanto a las acciones y alguna que otra secuencia innecesaria, logra transmitir las emociones de ida y vuelta entre personajes y lo dramático de la situación que viven de tal forma que nos hacen sentir parte de ese duelo que atraviesan padre e hija. Una despedida agónica que se prolonga en el tiempo quizá demasiado y cuya evolución se nos antoja lenta en las tres primeras partes y como una revolución en la última. Hubiese sido más interesante y le hubiese aportado mayor dramatismo a la historia haber mostrado un final mucho más visceral que poético.
Salvo en dos o tres momentos puntuales en los que hay cierto frenetismo, la acción se centra en lo cotidiano huyendo del tipo de acciones que caracterizan al género, y manteniendo una pausa constante que logra crear situaciones desesperantes. Esto hace que la balanza se incline a favor de los diálogos, que son más relevantes y cargados de emoción. La situación de los personajes queda clara desde el comienzo pues se nos ofrece información sobre ellos con pequeños detalles y gestos que evidencian las posturas de cada uno en todo momento,
Es evidente que Maggie es un intento por retratar la intolerancia hacia ciertos grupos sociales o con enfermedades extrañas, y sirviéndose del comportamiento de algunos personajes para con Maggie lo consigue. Del mismo modo, se trata de una rotunda crítica al sistema contra enfermedades de los EEUU, que queda más o menos representado en el sistema que se sigue en la película, donde encierran a los personajes en una cuarentena hasta que son consumidos por la propia enfermedad sin que nadie haga algo por evitarlo.
Pero lo evidente es que esta película muestra con fidelidad un proceso de duelo con un final más que asumido e inevitable desde el comienzo pero que no evita que los personajes deban asumir tal situación. Por ello, tenemos a una adolescente que sufre al saber que su vida termina cuando apenas ha comenzado y que se perderá muchas experiencias de la vida. A un padre que debe asistir impotente a la lenta y dolora muerte de su hija, y que debe intentar hacerle más llevadero el proceso así como darle un final digno y con el menor dolor posible. Y a una madrastra sobreprotectora con sus pequeños que no entiende la situación aunque trata de sobrellevarla lo mejor posible para no romper la estabilidad familiar. La conclusión final es demoledora. Alguien que huye antes de la quema, otro que sufre ante la impotencia y la duda, y el núcleo de todo esto que decide tomar una decisión drástica por el bien común. Sin lugar a dudas, estamos ante una situación complicada que se resuelve de una forma simple e inevitable pero no por eso menos conmovedora.


El aspecto que el realizador le ha dado está a caballo entre un cine independiente de bajo presupuesto con planos muy cerrados y largos donde se tira bastante de transfoco y desenfoque (con el fin de evitar mostrar demasiados detalles), pero donde también hay planos generales que muestran con cierta poesía el ambiente austero y rural en el que se desarrolla la historia; y un cine más comercial, con flashback muy bien tratados en momentos puntuales y algunos planos característicos del género. Lo que más se acerca al género zombi de esta película es el aspecto de la fotografía, con tonos pasteles y apagados, que contribuyen a crear ese ambiente frío tan sólo roto por la calidez de los sentimientos mostrados entre los personajes. La inestabilidad de la cámara y las constantes correcciones de los planos son debidos a los planos tan cerrados, lo que también apuntala esa desazón constante que nos transmite en todo momento la película. Ese temor a que todo estalle sin previo aviso.
Los efectos especiales son más que dignos y la evolución de la enfermedad está muy bien retratada. Algunas escenas son impactantes y, aunque se juega más al insinuar que al mostrar, no se evita en ningún momento recrear situaciones dramáticas donde los efectos especiales son muy necesarios y se emplean sólo lo justo, sin colmar las secuencias.
La puesta en escena junto con las localizaciones es más que efectiva y sirve para ambientar con lógica y naturalidad la historia. Los parajes en los que transcurre todo contribuyen a esa intimidad necesaria entre un padre y una hija que buscan el modo de despedirse sin que sea demasiado doloroso para alguno de los dos. Las localizaciones se muestra en proceso de destrucción pero se mantiene cierta normalidad, pues no parece en realidad un apocalipsis ni que todo esté fuera de control sino que existe una cierta calma y control por parte de las autoridades que nos hace entender el motivo de que esté así la situación.
Todo esto se ve aderezado por una banda sonora íntima, llena de matices y que aparece de forma puntual en los momentos de más sentimentalismo. Los silencios, cortados por las profundas respiraciones o los murmullos, son igualmente importantes y tienen un peso evidente en esta película.

No voy a decir que sea la mejor interpretación de Schwarzenegger pero sí que es un cambio de registro interesante que evidencia que el actor puede interpretar con dignidad cualquier papel. Asume el rol de estrella de cartel, pero sólo en el cartel, pues en pantalla permite al resto brillar por cuenta propia sin llegar a eclipsarlos. La acción esta vez la deja sólo para ciertos momentos en los que la tensión aumenta por cuestiones de guión. Su expresión dura, imposible de suavizar, se ve algo ensombrecida por la pena que siente su personaje. Le falta representar un tanto mejor esas emociones y saber reflejarlas en sus expresiones, pero lo cierto es que nos transmite esa melancolía y el dolor que un padre puede sentir en esa situación.
Abigail Breslin es el otro pilar de esta producción. Sobre ella recae todo el peso interpretativo al tener que mostrar diferentes emociones y, al mismo tiempo, tratar de representar con todo el realismo posible la evolución de una enfermedad que le consume. La joven actriz no se amedrenta frente a un titan sino que le supera con creces ofreciendo un personaje lleno de vida, carismático y con cierta progresión.
El resto de los personajes, secundarios, orbitan alrededor de los protagonistas como un complemento útil que da sentido a lo que sienten los personajes principales. Dan juego en la trama principal en detrimento de lo que hubiesen podido ser unas jugosas subtramas, que habrían dado aire fresco a la historia y variedad de situaciones.

Maggie no es lo que piensas, no es lo que esperas. No, no es una película de zombis convencional en la que se priorizan el gore y la acción sobre emociones y sentimientos. No veremos mutaciones imposibles o hordas de zombis en busca de carne humana. No veremos seres humanos atrincherados, luchando por sobrevivir en un apocalipsis zombie en el que todo está destruido. Y será una vez entendamos todo esto cuando podremos dejarnos llevar por esta apasionante historia y disfrutar de este impecable drama indie, de todo lo que nos ofrece. Si bien es cierto que se podría haber centrado mucho más en la parte final y haberla explotado con el fin de conseguir una conclusión más desarrollada y con un climax más explosivo y lleno de significado en lugar de plantear situaciones que poco o nada aportan a la trama principal. De las subtramas se podría haber sacado mucho más petróleo, sirviendo como buen acompañamiento a la trama principal.
Esta no es una película para ese público que busca una película de zombis convencional sino para alguien que busca algo fresco y diferente en un género en el que resultan más interesantes los vivos que los zombis.


viernes, 10 de junio de 2016

Castelvania: Lords of Shadow - Mirror of Fate

Corto pero intenso. En apenas tres palabras se puede definir esta secuela del supuesto reinicio de una saga mítica que nos acompaña desde prácticamente el inicio de la industria de los videojuegos.

Con una historia dividida en tres tramas argumentales unidas por un nexo común, podemos decir que existe una variedad limitada, ya que las tramas son semejantes entre sí y recorren casi el mismo camino. Se potencia con cada una de las tramas la lucha entre el bien y el mal, siempre presentes en la saga, y también la imposibilidad de luchar contra el destino marcado, que nos persigue y al que sucumbimos de forma irremediable. Algo que nos queda más que claro con el contundente pero esperado final. Y es que todo transcurre de forma fluida hacia lo inevitable y esperado desde el comienzo. Quizá no se ha sabido jugar esa baza de la sorpresa final en el guión para sorprender o impactar al jugador.
Como digo, las tramas se entremezclan con acierto, mostrando en momentos puntuales la confluencia entre todas ellas. El odio, la venganza y el sufrimiento por el abandono están muy presentes en el juego, pues son los sentimientos sobre los que se basa la historia y lo que mueve a los personajes.
El carisma de los personajes principales queda eclipsado por el de Alucard, quizá el personaje más complejo y el que se ve atrapado entre el resto de tramas.

El juego transcurre en el entorno 2.5D que tan bien le sienta a la saga, ofreciendo una profundidad muy vistosa con fondos vivos que resultan muy bellos y que se mueven ofreciendo un pseudo 3D muy llamativo, que bien se aprovecha con el 3D que ofrece la Nintendo 3DS, que al ser activado hace que nos sintamos inmersos en el juego y podamos disfrutar de unos decorados espectaculares potenciados por un juego de luces más que acertado. La única pega es que la estética general se rompe con algunos vídeos en Cel-shading que, encima, no se pueden saltar. Los tiempos largo tiempos de carga entre escenarios del mapa también pausan la experiencia de juego.
Tanto los escenarios como los personajes, han sido creados cuidando todo tipo de detalles para que encajen en un ambiente gótico muy adecuado para el género y la época en la que transcurre el juego.
Los efectos de sonido son realistas y muy bien insertados. La banda sonora, por su parte, consigue que nos sumerjamos con facilidad en la historia. Es épica, y contribuye a crear la atmósfera del juego. Las voces de los personajes, sólo en inglés, han sido bien dobladas, reflejando con realismo en todo momento la variedad de sensaciones y sentimientos por los que los personajes pasan.

En cuanto a la jugabilidad, se sacrifican elementos como las mejoras de armas y personalización, así como el sistema de mejoras, a favor de las plataformas y una acción más directa. Hay pocos puzzles, pero colocados de forma inteligente y que sirven como complemento esencial al argumento. El nivel de dificultad de estos no es demasiado aunque sí nos llevará algún que otro quebradero de cabeza.
Al primar la acción y, en algunos casos, el típico minijuego de botones para acabar con ciertos enemigos, tendremos que morir en varias ocasiones teniendo que repetir el combate hasta aprendernos el patrón necesario para acabar con el enemigo en cuestión. Lo mismo sucede con las plataformas, pues nos veremos igualmente obligados a rejugar la misma zona varias veces hasta aprender dónde debemos saltar y dónde no.
La exploración está muy presente en el juego, ya que tendremos que recorrer casi todo el mapa (y más de una ocasión volver sobre nuestros pasos) en busca de objetos o poderes necesarios para avanzar. A lo largo del mapa encontraremos unas fuentes en las que podremos recargar magia y salud, así como miembros de La Hermandad caídos que nos darán pistas o mensajes que sirven como complemento al argumento.
La variedad de enemigos se agradece y la dificultad, variable, para derrotar a algunos de ellos nos pondrá las cosas difíciles en ciertos enfrentamientos.
El sistema de juego es simple. Avanzamos hacia atrás o adelante hasta llegar a un objetivo marcado, combatiendo con el "Matavampiros" a los enemigos que se cruzan en nuestro camino. A lo largo del juego, iremos adquiriendo habilidades, que representan tanto al bien como al mal, del mismo modo que objetos arrojadizos como armas secundarias, de los cuales tan sólo se puede mejorar la cantidad que portamos.
Pese a que podemos jugar la aventura sin apenas activar el efecto 3D, sí es cierto que en algunos combates o en algunas zonas este sistema tiene cierta utilidad y nos facilita superar cada situación o enemigo. También hace más vistoso el juego y le da profundidad a los decorados.

Castelvania: Lords of Shadow - Mirror of Fate es una secuela digna, la cual ofrece personajes variados con un aspecto inmejorable que se mueven por unos entornos bellos y llenos de vida, y que, potenciados por el 3D que ofrece la consola, ofrecen una inmersión total al jugador tanto en la historia como en el juego. Su aspecto gótico y una BSO impecable, contribuyen a que la experiencia de juego sea magnífica.
El argumento es interesante y nos muestra el devenir de una saga de caza vampiros mítica, el problema es que el transcurso de las tramas se antoja repetitivo en ocasiones y los finales de cada una de las tramas, así como del final, no es nada sorprendente o novedoso, pues esperamos que suceda casi desde el comienzo.
El tipo de jugabilidad le hace mucho bien a este juego. Sencillo y rápido, ideal para una portátil. Aunque quizá se echen de menos ciertos aspectos que siempre han acompañado a la saga y que la han conseguido que los juegos sean mucho más completos y complejos. Por otro lado, el sistema de autoguardado y el gran número de puntos de control muy cercanos entre sí, son más que apropiados para la plataforma.
Con una amplia variedad de enemigos, de situaciones y decorados, jugarlo se hace ameno y las horas de juego pasan rápido. La dificultad irregular, pero ascendente, hace que a veces se pierda algo de fluidez en el juego al tener que repetir en ocasiones una misma parte, bien para aprender el patrón con el que superar un nivel o por la dificultad para derrotar a los enemigos con las armas de las que disponemos. Esto sumado a la corta duración del juego y las pocas posibilidades novedosas que ofrece al ser rejugado hacen que quizá más de uno se piense su compra. Pero está claro que aquel que lo haya comprado no se arrepentirá de haberlo hecho sólo por poder disfrutar de los preciosos decorados, los vivos entornos y los detallados personajes, así como una banda sonora hermosa.
Por último, un dato. Para quien lo vaya a jugar, o lo esté jugando, espero que encuentren un guiño que se hace al fontanero emblema de la compañía.

domingo, 5 de junio de 2016

Antes del anochecer

No cabe duda de que esta tercera parte es más ambiciosa que sus predecesoras en todos los aspectos. Linklater cierra su trilogía con unos protagonistas más maduros, autocríticos y viscerales que tratan de lidiar con los problemas de una larga relación que parece oxidada.

Jesse y Celine vuelven a aparecer en escena, esta vez no sólo como amantes sino como padres, y eso se hace notar desde la primera secuencia. Por ello, a las preocupaciones que colmaban las interesantes y profundas conversaciones de la pareja, se suman ahora otros problemas con los que tienen que lidiar, como el óxido que poco a poco corroe lo que a priori parece una férrea relación o las dudas que se ciernen sobre Jesse al ser consciente de que su hijo se está criando sin una figura paterna a su lado, con lo que consigue que el universo de una segura y convencida Celine se tambalee.
Todo transcurre en una hermosa Grecia, tan llena de poesía, magia y encanto como las anteriores localizaciones, aunque esta vez los protagonistas se ven rodeados de otros personajes que aportan variedad y agilidad a las conversaciones, en las que se salta de tema en tema con tanta fluidez y naturalidad que los giros apenas se notan. El sexo, la vida y el amor como temas principales dan paso a charlas sobre la existencia, la muerte o el legado que dejamos. Queda presente en todo momento la madurez que han alcanzado los protagonistas y la evolución tanto en su forma de expresarse como en todo aquello sobre lo que hablan. Algo a destacar es el realismo con el que todo se trata, incluso una fuerte discusión final en la que Celine deja constancia de todo lo que ha pasado en esos nueve años desde la última vez que se vieran, cómo ha tenido que lidiar con ciertos problemas de los que Jesse se alejaba por cuestiones de trabajo. Queda claro el discurso inconformista y feminista de la protagonista que no se da por vencida en lo que a la consecución de sus sueños y deseos se refiere, así como los anhelos de Jesse para tratar de poner fin a una situación que detesta, criticando duramente la situación de los hombres ante un divorcio. Las inseguridades entre la pareja y la importancia de individualismo en la misma, están igualmente bien reflejados.
En algunas ocasiones el discurso parece diluirse en temas banales, lejos del argumento tan bien tejido que se dan en algunas secuencias. Pero salvo esto, todo discurre con cierta linealidad, alterada sólo por altibajos dados por las emociones expresadas por los protagonistas al tratar ciertos temas, a través los cuales descubrimos más acerca de la pareja y de lo que les ha ocurrido a lo largo de los años. Las diferentes situaciones hacen que exista una gran variedad de temas; lo que hace la película más ágil y menos introspectiva que sus precuelas.


La variedad de situaciones obliga a Linklater a emplear planos más cortos y una edición más ágil cuando los protagonistas se encuentran en compañía de los secundarios, mientras que mantiene planos largos fijos cuando la pareja habla entre sí. Los planos secuencian están a la orden del día y pese a no ser demasiado vistosos, cumple con su objetivo: que nos centremos en la conversación que mantienen Jesse y Celine, pues debemos tener en cuenta de que en esta película prima el diálogo sobre la acción. El mantener enfocado siempre a los personajes sobre el fondo también ayuda a que esto sea así.
La fotografía cambia según el estado de ánimo de los protagonistas y el tema sobre el que versan sus conversaciones, siendo más sombría en la parte final, cuando todo parece desmoronarse; o con más luz al comienzo, cuando las charlas se mantienen en un ambiente más distendido.
La banda sonora aparece en momentos puntuales para ayudar a crear un contexto y apuntalar la emoción de un momento. Los silencios cobran su importancia al servir como separador de temas o para retratar la incomodidad al respecto de los personajes sobre algo en concreto así como ese momento en el que meditan sobre algo que ha ocurrido.

Se nota la madurez interpretativa tanto en Ethan Hawke como en Julie Delpy. Sus actuaciones siguen una línea ascendente respecto a las anteriores películas de la saga, cubriendo en esta ocasión un amplio abanico de emociones y sensaciones que quedan bien presentes desde el comienzo de la película hasta el final. Ambos nos regalan un momento para el recuerdo en la parte final, donde no sólo se quitan la ropa sino las máscaras para dar un golpe sobre la mesa y demostrar que son imparables en su interpretación de una pareja real que sufre altibajos, haciéndonos olvidar que son actores y mostrando tan sólo a los personajes, que una vez más se muestran reales y tan naturales como los entornos que recorren.

Antes del anochecer supone el final de una saga en la que se hacen guiños y menciones, como no podía ser de otra manera, a sus predecesoras. Es el punto y final que pone una guinda a una relación que hemos visto evolucionar y donde se han tratado temas tan dispares e interesantes que nos han servido para conocer a sus personajes y cada detalle de sus vidas.
Linklater ha querido entregarnos un mensaje vital de esperanza con el que trata de concienciarnos de que el amor puede superarlo todo; de que pese a todo, no hay nada más fuerte que el amor. Lo hace con la ayuda de dos titanes de la interpretación que no se limitan en dar vida a sus personajes sino que se convierten en ellos para regalarnos una historia impecable y llena de emociones. También se apoya en una realización más dinámica que quizá aporta un punto de agilidad al argumento y no lo hace tan espeso.
No hay lugar a dudas de que el mejor momento transcurre ya al final, en un hotel, donde la magia y el romanticismo parecen no existir. Posiblemente un reflejo de la realidad de una pareja estancada en la que todo parece surgir de forma mecánica y donde la pasión o la sorpresa, así como el romanticismo, parecen no tener cabida.
Lo peor es quizá que el excesivo empleo del diálogo sobre la acción pueden resultar agobiante o aburrido para el espectador que no comprenda que la importancia de esta película reside en todo aquello que se dice y no en aquello que se hace.

jueves, 2 de junio de 2016

Entrevista con el vampiro

He leído esta novela tantas veces que casi podría recitarla de memoria. Sólo puedo definir este libro como completo y espectacular. Completo porque pese a ser de un género bien identificado, profundiza mediante unas tramas bien tejidas entre sí, que dan lugar a situaciones de todo tipo, en toda clase de sensaciones y sentimientos. Y espectacular por el tipo de narración que emplea, tan rico y denso que hace que nos sumerjamos en ella y no queramos salir. Del mismo modo esto se convierte en un inconveniente para todo aquel lector que busque una narración sencilla y con menos florituras.

El argumento es simple y al mismo tiempo tan complejo que se torna atractivo con cada página, con cada cosa que nos va descubriendo el protagonista sobre su vida, sus sensaciones, sus pensamientos y sus propios sentimientos.
Louis, un vampiro, cuenta mediante una entrevista a un periodista mortal en la habitación de un hotel la historia de su vida, desde justo antes el momento de que se cruzara con Lestat hasta el momento en el que abandonó a otro vampiro que se cruzó en su vida.
Pero no sólo se trata de una especie de biografía en la que conocemos cada uno de los pasos que dio este vampiro en un mundo mortal. Anne Rice, la autora, profundiza en los sentimientos que afloran en el vampiro cuando comete ciertas acciones en momentos puntuales que se antojan cruciales para definir la personalidad de protagonista. Del mismo modo, asistimos a una especie de viaje espiritual en el que Louis trata de descubrir el significado de su propio existencia, tanto cuestionándose todo aquello que lleva a cabo como en un viaje físico al rededor del mundo que le lleva a la búsqueda de otros de su especie que puedan darle las respuestas que su creador no le dio.
De igual manera, a través de las vivencias de Louis y de su personalidad, o del trato que este tiene con el resto del mundo, la autora deja un claro mensaje de que el amor debe ser incondicional y no atender a edad o género. El amor es libre y cada cual es libre de amar a esa persona sin condición ni temor. También deja constancia de la importancia de los lazos familiares pese a todo y de las fases del luto ante la pérdida de un ser querido, o de cómo hay personas que buscan la compañía de otras por interés y no desean nada más que prosperar a costa de otros.
La lucha entre el bien y el mal, siempre tan presente en este tipo de novelas, también hace su acto de presencia aunque de una forma más remota y escogida. No sólo se centra en el mal físico sino en el espiritual, en un mal tan dañino que es capaz de destruir todo cuanto encuentra a su paso. Sentimientos como la venganza, el odio, están igualmente representados por los acontecimientos que rodean al protagonista o por las acciones que lleva a cabo.
Entrevista con el vampiro refleja diferentes tipos de sociedades. Unas más arraigadas en lo místico, en leyendas y mitos, mientras que otras se aferran a la razón, a aquello que se puede demostrar. La diferencia entre las tradiciones, o incluso como es tratado el mito del vampiro, que se dan entre el nuevo continente y el viejo son más que evidentes y están muy bien definidas. En la novela, igualmente se hace hincapié en la adaptación al cambio, a la evolución de un mundo en constante movimiento, de la misma manera que al temor a la soledad, a ver cómo desaparece todo cuanto se ama. Esto nos obliga a meditar sobre lo que ofrece y lo que quita la inmortalidad como tal, y sirve para mostrarnos unos vampiros con temores, vulnerables, que sufren y tienen preocupaciones tal y como tendría cualquier ser. Un punto que los humaniza y los acerca al lector.
Otros temas como la pederastia, el abandono o la lealtad son tratados a lo largo de toda la novela, a veces de una forma más sutil y otras más descarada. La religión también es expuesta a las opiniones de los personajes, la cual ponen en evidencia con su propia existencia o con lo que tiene lugar en el mundo en el que viven.
Como digo, tiene un argumento rico lleno de todo tipo de experiencias y aventuras que van moldeando a los personajes, cuya evolución a lo largo de la historia es más que evidente. Cada situación es interesante y atractiva, y nos lleva a descubrir un poco más de este fascinante mito, el cual la autora trata con respeto y dignidad, creando un vampiro completo que huye de esos estereotipos absurdos que le han acompañado toda la vida. Probablemente, el vampiro de Anne Rice sea el más completo y complejo que se recuerde, debido a todo lo que siente y padece.


En cuanto a la narración de la novela, nos encontramos con un sistema que le aporta frescura al género. El empleo del modo entrevista, a medias entre la tercera persona y la primera persona, nos da a conocer aspectos internos y externos de los personajes, así como la propia opinión que el mortal entrevistador va generando a medida que Louis le cuenta su vida.
Si bien es cierto que la autora profundiza, empleando un rico y complejo lenguaje, en los propios pensamientos del vampiro sobre sus sentimientos y las acciones que tienen lugar a su alrededor o que él mismo lleva a cabo, lo que puede suponer que la lectura se haga pesada para todo aquel lector que no esté familiarizado con este tipo de narración tan enrevesada. Pero la esencia de todo es fácilmente localizable y, pese al rebuscado vocabulario, se entiende a la perfección.
La evolución de los personajes es clara y cada uno mantiene una posición asentada en cada una de las etapas, creándose toda diversidad de personajes.
Gracias a sus descripciones nos podemos imaginar sin dificultad los lugares que recorren, o las situaciones a las que se enfrentan y viven. Nueva Orleans no podía ser mejor destino para que esta historia tuviera lugar. Así como París, ciudad por la cual parece que paseamos junto con el protagonista.

Anne Rice nos lleva a un mundo apasionante, interesante y lleno de contrastes que nos mantiene pegados a las páginas de su novela desde el momento en el que la abrimos, haciendo que queramos descubrir cada vez más acerca de Louis y los de su especie.
Nos trae a un vampiro total que siente y padece, pero a la vez tan diverso y en un universo tan rico que parece una historia real.
Debemos recordar que tiene su adaptación cinematográfica, homónima y dirigida por Neil Jordan, y protagonizada por Brad Pitt y Tom Cruise. Se podría decir que se trata de una de las mejores adaptaciones de la historia y que realmente hace justicia a la novela, aunque, claro, siempre manteniendo las distancias y siendo conscientes de que la novela es mucho más rica en contenido y trata acontecimientos que no tienen cabida en la película.
Dicho todo esto, sólo puedo recomendaros su lectura. Os aseguro que disfrutaréis.