Un biopic, sí, al fin y al cabo, sobre una persona perdida que encuentra su lugar en el ejército y un motivo por el que vivir en la guerra, a la que vuelve una y otra vez por no sentirse realizado no sólo en lo profesional sino también en lo personal. Un retrato sobre el alma torturada de alguien que ha padecido los horrores de la guerra; de alguien que nunca se rinde y siempre trata de darlo todo porque es lo que se espera de él.
Jason Hall, basándose en la autobiografía del propio Kyle, nos hace llegar la historia de una persona devorada por un objetivo, por una obsesión. Nos presenta la vida privada de este soldado convertido en leyenda. Esa parte que muchos, con toda probabilidad, desconocían. Y lo hace de una forma sutil, sencilla. Mostrando sólo lo necesario para montar un argumento esencial pero entretenido que, aunque a veces se antoja repetitivo, logra mantener nuestro interés a lo largo de sus 132 minutos. Si bien es cierto que hay partes que se muestran con cierta crudeza, también hay momentos para las insinuaciones que hacen del guión una maravilla bien estructurada, donde los diferentes climax se reparten con acierto a lo largo de toda la trama.
El francotirador nos muestra las fortalezas y debilidades de la sociedad americana. Ese patriotismo que les rodea y que a veces les hace fanáticos y obsesos hasta el punto de hacer girar su vida alrededor de una misión que puede resultar suicida, olvidando así sus propias vidas. Hace gala de uno de sus estandartes más importantes: el ejército, los seals. Y vuelve a engrandecer y a justificar, como en otras producciones, las actividades militares americanas, al obviar el otro punto de vista. Gracias a esto consigue que empaticemos casi desde el comienzo con el protagonista.
También se puede entender esta producción como una crítica por el daño que provoca la guerra en las personas, tanto de forma directa como por daño colateral. Por ello es ambiguo al mostrar las bondades y lo malo del ejército, así como de asistir a la guerra.
Eastwood, por su parte, cumple en su labor permitiendo que el guión hable por sí sólo, sin añadirle demasiada parafernalia aditiva innecesaria. Representa de forma lógica y con gran atino tanto el conflicto bélico que tiene lugar en las trincheras como el conflicto personal que mantiene Kyle con su familia. Y todo, sin renunciar a la espectacularidad de ciertos planos pero apoyándose en lo simple para la mayoría de la narración.
A través de la cámara consigue transmitir los momentos más tensos gracias a un montaje picado con el que añade más acción y tensión a la ya dada por el guión, así como nos hace llegar las emociones y los sentimientos por los que pasan los personajes en los momentos más íntimos.
Quizá, Eastwood ha huido (de forma sabia y con todo el acierto del mundo) de los típicos planos, tiros y movimientos de cámara con los que se suele retratar el cine bélico. Se ha centrado más en transmitir la esencia de la historia, en recrear la realidad con la mayor fidelidad posible, que en crear una producción espectacular pero falta de contenido.
Una de las partes a destacar es el final. Emotivo y bien llevado a cabo. Mostrando sólo lo necesario sin caer en lo morboso. De forma poética, Eastwood, al igual que el personaje, se despide de nosotros. El empleo de las imágenes de archivo para el final es más que un acierto ya que sirve para hacernos entender la importancia que tuvo este soltado para su país y sus compatriotas. Además de darle ese toque de "falso documental" para dar más veracidad a la historia.
Los efectos especiales cumplen. Puramente realistas y únicamente los necesarios. Destinados, en su mayoría, a representar con cierta fidelidad los daños devastadores de la guerra en las personas. Las explosiones, espectaculares, son otros de los elementos para los que se han usado.
La banda sonora del gran Morricone es uno de los puntos fuertes de la producción. Sublime, como siempre, nos contagia con su música logrando transmitir las emociones por las que pasa el protagonista. De los efectos de sonido podemos decir que son acertados, tanto como los numerosos silencios que le aportan tensión a ciertos momentos de la trama.
La soberbia interpretación de Bradley Cooper es uno de los pilares sobre los que se sustenta la producción. Ha conseguido que nos olvidemos del actor en favor del personaje, de la persona a la que interpreta. De su historia. Su cambio físico se queda corto para las emociones por las que pasa y que representa con atino. Esa realidad que imprime a su personaje. Cooper demuestra ser un tipo bueno para todo al adaptarse a un personaje tan cambiante, que evoluciona a lo largo de la película. Un peso que ha sabido llevar con entereza y de una forma magnífica.
Sienna Miller, por su parte, interpreta a la martirizada mujer de Kyle, Taya Renae. No llega al nivel de Cooper, pero le sigue muy de cerca. El personaje de Sienna juega un papel fundamental en la trama, siendo quien mantiene con los pies en el suelo a Chris, quien lo devuelve a la realidad en más de una ocasión y quien vela por su integridad emocional. La actriz consigue crear un personaje duro a la par que sensible, capaz de aguantar cualquier situación para derrumbarse un instante después. Una interpretación muy buena.
El francotirador es una de esas producciones cuya historia tiene más peso en tierras americanas que fuera de ellas debido a los valores tan arraigados de la sociedad americana que representa. Vende algo de lo que ya estamos inmunizados y quizá su éxito se deba al llegar en el momento oportuno por la situación actual. Pero no debemos quitar méritos a la película de Eastwood, muy en su tónica y sin desviarse de aquello a lo que nos tiene acostumbrados, firma una producción interesante sobre uno de los héroes de América. También, quizá, trata de hacer justicia, presentando a un personaje que no carece de sentimientos, ya que nos muestra sus conflictos personales y las emociones por las que pasa en cada circunstancia.
Lo mejor es sin duda la actuación de Cooper. Este actor brilla con luz propia y sigue, trabajo tras trabajo, mostrándose al mundo como un actor capaz de interpretar cualquier papel y en cualquier circunstancia. También ese momento en el que Chris se ve obligado a matar a niños. La ausencia de emociones y lo fácil que resulta matar a persona por el hecho de cumplir una misión.
Lo peor es que los amantes del cine bélico pueden quedar poco satisfechos, ya que salvo al comienzo y en momentos puntuales, Eastwood huye de los tópicos de este género. También puede herir las sensibilidades por lo comentado antes, las impactantes imágenes de alguien matando a un niño a sangre fría.