martes, 28 de octubre de 2014

Saquemos la basura

¿Qué podemos esperar de una sociedad que abandona tanto a sus mayores como a sus animales? Nada.
Somos seres despreciables. No mostramos el menor aprecio, ni tan sólo una mísera pizca de respeto hacia las personas mayores. Esas personas que velaron por nosotros cuando no podíamos valernos por nosotros mismos. Somos unos egoístas. Incapaces de dar a nuestros mayores aquello que de ellos recibimos. ¿Cómo podemos mirarles a los ojos después de abandonarlos en alguna residencia o en sus propias casas? Los dejamos en manos de otros por no perder tiempo de nuestro tiempo, como ellos hicieron, en cuidarnos. ¿Acaso nuestra vida es más importante que la de ellos? Creo que no.
Nuestros mayores merecen un mínimo de respeto, sus historias merecen ser escuchadas. Tenemos la obligación de atenderlos con el mismo cuidado, esmero y cariño con el que ellos nos cuidaron a nosotros. Se lo merecen, por todo.
¿Y qué decir del abandono o maltrato de animales? Qué fácil es deshacerse de algo que no opone resistencia, de algo que no se puede quejar. ¡Qué cobardes somos! Cobardes al tomar el camino fácil por no querer afrontar una situación. ¿Cómo somos capaces de abandonar a un ser que nos muestra un cariño y fidelidad incondicional? ¿Cómo somos capaces de mirarnos al espejo después de ver por última vez sus ojos? No compremos animales. No. Adoptemos aquellos que han sido maltratados, vejados, y abandonados. Vamos a darles una segunda oportunidad de ser felices. Vamos a darnos la oportunidad de tener un amigo increíble.
Somos unos bárbaros, una especie salvaje que jamás sabrá convivir ni con los de su propia especie. Destruimos todo cuanto encontramos a nuestro paso y eso algún día nos pasará factura.
Por suerte aún quedan personas que se preocupan por mejorar este planeta, por lograr que las generaciones futuras sean mejores que nosotros. Y es en esas personas en las que tenemos que asentar las bases de nuestra sociedad.

domingo, 26 de octubre de 2014

Annabelle

Que una simple muñeca de porcelana sea lo mejor de toda la película dice mucho de cómo es la película y los actores que la interpretan. Se trata de una especie de precuela de Expediente Warren que bien podría existir sin esta etiqueta. Se torna previsible en algunos momentos y espeluznante en otros. Consigue mantenernos en tensión y hacer que nos sobresaltemos en más de una ocasión. No es lo mejor del género, pero tampoco merece una mala crítica como película, quizá sí como precuela, ya que no logra superar a la anterior en la que vimos aparecer a la dichosa muñeca y que nos dejó un muy buen sabor de boca.

Dirigida por un asentado en el género de terror John R. Leonetti y escrita por Gary Dauberman, Annabelle pertenece a ese género de películas que transmite el terror mediante el susto fácil y la tensión de unos personajes perseguidos por algo que no comprenden. Nos relata la historia de cómo una simple muñeca de porcelana llega a convertirse en un objeto endemoniado capaz de mantener en vilo a toda una familia.
En un principio se antoja algo lenta, pero con el paso de los minutos se convierte en una auténtica película de terror capaz de mantenernos clavados en la butaca. El que conozcamos la historia de esta muñeca hace que la película se vuelva previsible, algo que han sabido manejar desde la creación del guión al aportarle profundidad a la historia y un auténtico significado a la existencia de Annabelle. Aún así, es inevitable que sepamos cómo algunas situaciones se resolverán, pero esto no consigue que perdamos interés en la historia.

La puesta en escena en conjunción con los tiros de cámara es magnífica, mostrándonos cosas que los personajes no ven y haciéndonos sentir auténtico terror al ver lo que ocurre. La cuidada realización juega un papel importante a la hora de narrar la historia de Annabelle y consigue transmitir el pánico que sienten los personajes que sufren los males que esta muñeca les ocasiona. Algunos planos incluso llegan a tener cierta belleza mientras que otros se limitan a mostrar lo que ocurre.
Los efectos de sonido y la BSO consiguen afianzar esos momentos puntuales de terror mediante sonidos molestos y una música lúgubre. Algo que nos mantendrá alerta al ponernos en preaviso de que algo ocurrirá.

Como ya he mencionado antes, que la muñeca haya sido la mejor intérprete dice mucho de cómo es la película y la interpretación de sus actores. Y con esto no pretendo decir que haya sido mala, mal pensados. Aunque hay que reconocer que las hay mucho mejores.
La muñeca que han empleado no tiene nada que ver con la original pero no sólo da el pego sino que es aún más aterradora. Esas facciones marcadas en una cara pequeña con ese pelo estropajoso y vestida como para una boda le da un aspecto de lo más terrorífico. Un acierto, ya que han convertido una simple muñeca de porcelana en todo un símbolo de terror con el que muchos tendremos pesadillas. ¿Quién no ha tenido un muñeco en su habitación que le miraba mal? Esta es una de las grandes bazas de la película, jugar con un miedo casi universal hacia los muñecos antropomórficos. Algo que ha funcionado bastante bien no sólo en la gran pantalla. Si no, véase Chucky, El muñeco diabólico de Mancini
En cuanto a los actores de carne y hueso, acompañamos durante todo el film a Mia Gordon a la que pone rostro una bellísima Annabelle Wallis (no, no me he confundido de nombre, se llama así, como la muñeca), que copa un papel importante con el cuál ha sabido lidiar sin llegar a brillar pero sí convenciéndonos de lo que sufre su personaje. A su lado está su infatigable marido, John Gordon, que de forma correcta y sin mayores alardes interpreta un desconocido Ward Horton.
El resto de actores afrontan papeles secundarios de unos personajes que conviven, combaten y ante todo tratan de comprender lo que realmente ocurre. Algunos, como los interpretados por Alfre Woodard, Eric Ladin o Tony Amendola tienen un rol importante y de peso en la trama principal, ya que son los que ayudan a comprender a la familia Gordon lo que ocurre realmente y les ayudan a solucionarlo. La actuación de estos actores no sobresale demasiado de los dos protagonistas, pero sí se les acerca.


El propósito de esta película es exactamente el mismo que el de Annabelle, encontrar a alguien con quién estar, a quien atormentar. Por momentos lo logra, aunque el comienzo es algo espeso, pero a medida que pasan los minutos la historia consigue captar nuestra atención a base de sobresaltos e imágenes impactantes.
Utiliza con sabiduría todos los medios de los que dispone para ser una película atractiva que revitaliza el género en cierta manera y le insufla un poco de oxígeno a una historia que necesita ser recordada.
Esperamos secuela y con suerte, una segunda parte de Expediente Warren.

Libranos del mal

Un fallido intento de Scott Derrickson al tratar de crear una sensación profunda de terror con una extraña mezcla de géneros que no termina de convencer ni de cuajar. Tan sólo se aprecia algo de calidad en el trato de una de las subtramas, que poco o nada tiene que ver con el resto, y en la interpretación de Harris, el único que da sentido a su personaje mediante una actuación bastante fiel al rol que representa.

Esta producción está basada en un libro de no ficción escrito por Ralph Sarchie y Lisa Collier que tiene como título Cuidado con la noche, el cuál (al igual que la película) está basado en la historia real del propio Ralph, un detective que comienza a investigar unos extraños asesinatos que parecen tener relación con posesiones demoníacas, las cuales combate con un extraño sacerdote al que se alía.
La base no deja de ser el exorcismo de un desdichado que ha sido poseído por un cruel demonio que se encarga de hacer el mal y destrozar el cuerpo en el que reside. Esta es, quizá, la mejor parte de la película y aún así no es tan espectacular como el de otras películas del género. La investigación previa y los descubrimientos de la misma le dan ese aire policíaco que trata de aportar dinamismo a una historia que se vuelve demasiado extensa y que peca de acumular secuencias innecesarias, lo que hace que sea espesa volviéndose aburrida por momentos.
Resulta extraño que dos de los factores que la podrían hacer mucho más interesante hayan sido tan poco y mal explotados por el guionista Paul Harris Boardman y el propio Derrickson. Apenas indagan en el origen de las posesiones y tan sólo se desvelan algunos detalles en una única conversación entre Ralph y el reverendo Mendoza en una tasca, hecho grave que pasa factura a lo largo de toda la película ya que no llegamos a comprender lo que está ocurriendo del todo. También pasan por alto otro punto fuerte que habría sido un gran baza para levantar el interés de algunos espectadores y que habría servido para dar un significado más profundo a la película en lugar de quedarse en algo superficial. El descuido de la familia a favor del trabajo por parte del detective Sarchie apenas es explotado y casi pasa de largo. En realidad esta subtrama no juega un papel importante en la trama principal, incluso se podría haber obviado. Y ese es uno de los problemas de esta producción. Son tres subtramas que podrían existir por separado ya que ninguna es vital para la otra. Esa falta de conexión hace que perdamos el interés en algunas de las partes de la película y que se nos haga demasiado pesada. 
Esta historia trata de transmitir un mensaje claro pero demasiado simple que se diluye con el paso de los minutos y que no consigue hacernos meditar sobre las situaciones que plantea.


Una estética demasiado oscura invadida por tonos apagados fieles al estilo que abandera el género trata de lucirse mediante una realización que carece de sentido y que apenas sirve para seguir lo que acontece en cada escena sin llegar a aportar nada. Tan sólo algunos planos lograrán captar nuestra atención por lo que muestran y no por cómo están hechos. Sin embargo, si cuenta con unos buenos efectos especiales de los que no sólo se sirven para crear situaciones en las que reina la tensión sino que harán que los amantes del gore disfruten.
En cuanto al sonido, se vuelven bastante impertinentes algunos efectos con los que se trata de mostrar algo interesante en la trama. Uso excesivo de estos sonidos que a la larga pasan desapercibidos, al igual que la banda sonora, que sigue los cánones establecidos para el género de terror.

Ni tan siquiera contar con Eric Bana como estrella de la producción logra solucionar el despropósito en el que se convierte esta película con el transcurso de los minutos. Aceptable su interpretación y poco más en un papel que habría podido encarna cualquier actor del montón. Sólo durante el exorcismo y ya en las secuencias finales logra una actuación que echamos en falta durante toda la película.
Igual de inexpresivo se muestra Édgar Ramírez, quien pone rostro al extraño párroco, Mendoza. Nada tiene que ver su interpretación con la de otros actores desempeñando el mismo rol. No consigue llenar la pantalla ni durante el exorcismo ya que no ha sabido construir bien el personaje al que encarna.
Si logra aterrorizarnos en cierta medida Santino, el personaje al que exorcizan, interpretado con gran acierto por Sean Harris. Este es el único actor que consigue que su personaje adopte el rol deseado creando momentos de tensión y aportando esos sobresaltos que se echan de menos durante toda la película.

Libranos del mal es una mezcolanza de géneros que no consigue funcionar en pantalla por su falta de conexión entre las diferentes tramas. Es una película de terror que apenas logra sobresaltarnos un par de veces y sólo lo consigue gracias a una buena interpretación de Harris.
Su desarrollo lento consigue llevarnos al bostezo y hace que perdamos el interés demasiado pronto. Una realización que se limita en contar lo que pone en el guión contribuye a que la producción se convierta en una más del montón sin llegar a sobresalir en su género.
Sin lugar a dudas, una mala opción para quienes esperen encontrar una buena historia basada en hechos reales sobre un exorcismo. Busquen en otra parte, aquí no encontrarán nada.

sábado, 25 de octubre de 2014

BioShock Infinite

¿BioShock? Infinite. Poco tiene que ver esta entrega con las anteriores. Más bien debería tratarse como un juego independiente a la saga BioShock ya que no sigue la línea argumental ni se localiza en el mismo sitio ni bajo las mimas circunstancias que el resto. Aunque es cierto que si respeta algunos elementos que nos hacen recordar a los primeros.
Pese a todo esto hay que reconocer que es un juego que se hace bastante interesante a medida que lo jugamos gracias a una historia envolvente y colmada de sorpresas.

BioShock Infinite nos traslada junto al protagonista, Booker DeWitt, a la ciudad suspendida de Columbia para rescatar a una joven llamada Elisabeth de las garras del predicador Comstock. Como ya hiciéramos en Rapture, al avanzar por Columbia vamos descubriendo gracias a los voxáfonos y kinetoscópios parte de su historia y de cómo ha llegado a desatarse una guerra civil entre los fieles de Comstock y los Vox Populi. Así como el motivo de su creación. También, según avanzamos, conocemos más sobre la historia de Booker y Comstock.
Lo que da sentido y hace interesante la historia de este videojuego son los Desgarros, portales espacio temporales que Elisabeth puede abrir y que se emplean con bastante tino para dar profundidad y hacernos meditar sobre la enrevesada historia que se nos presenta. Estos Desgarros tienen un papel fundamental tanto en la narración de los acontecimientos así como en la acción, ya que podemos ayudarnos de ellos para conocer más sobre Columbia y como ayuda a la hora de combatir con las hordas de enemigos que nos asaltan sin tregua.

Este BioShock sigue los pasos de los anteriores al presentarnos una historia con mucha carga moral en la que nuestras decisiones tienen repercusiones a lo largo del juego, por lo que está muy presente el conocido efecto mariposa y nos enseña la importancia del causa-efecto en ciertas acciones. La gran novedad en esta ocasión es la inclusión de las teorías de los multiversos, que también nos hace meditar sobre la existencia de otros universos paralelos al nuestro y el eterno bucle en el que las acciones se desarrollan en cada uno de ellos.
Como digo, una historia profunda y compleja que nos hace meditar y a la vez estar enganchados al videojuego, ya que hasta el final no se resuelven los conflictos que se presentan en él.

La estética del juego es, de igual forma, diferente a la de sus hermanos mayores. Columbia se nos presenta como una ciudad luminosa y llena de vida en la que encontramos personajes muy activos, nada que ver con lo visto en Rapture. Además, advertimos desde el principio que el personaje al que manejamos interactua más con su entorno y con el resto de personajes, incluso se queja cuando es herido. Esto consigue que nos sintamos más inmersos en la acción.
En lo que a la vistosidad respecta es el mejor de la saga y los efectos de sonido están muy logrados. Es una auténtica maravilla audiovisual. 

En el sistema de juego es idéntico al de los anteriores, salvo por las sustituciones de ciertos elementos. En esta ocasión no nos inyectamos plásmidos sino que bebemos vigorizadores, unos batidos que nos permiten usar habilidades con la mano izquierda. Muchos de estos vigorizadores nos recuerdan a algunos plásmidos mientras que otros tienen características novedosas. Para recargar los vigorizadores tenemos que tomar unas sales que vamos encontrando por los diversos escenarios o comprando en las máquinas expendedoras de Columbia.
Otro de los cambios más notables está en el armamento, y es que sólo podemos llevar dos armas a la vez del amplo arsenal del que disponemos a lo largo del juego, que va desde pistolas a lanzagranadas. Lo bueno es que los enemigos a los que eliminamos dejan armas y por todo el escenario las hay repartidas, por lo que nunca nos quedamos sin armas de cualquier clase ni munición. También disponemos de un gancho para los ataques cuerpo a cuerpo.
Aparte de todo esto, contamos con la estimable ayuda de los Desgarros y con torretas autómatas, bobinas tesla y mosquitos (un globo con una metrallena) que sustituyen a las torretas del BioShock original.
También podemos mejorar a nuestro personaje mediante prendas de vestir que nos otorgan diferentes habilidades, bien pasivas o activas. De igual forma podemos mejorar las armas y los vigorizadores mediante las máquinas expendedoras. Y existen unas infusiones que mejoran nuestro nivel de vida, salud o escudo. Si, tenemos un escudo que se agota a medida que nos dañan y que se recarga por sí solo.

Para este BioShock se han sustituido las batisferas por railes que nos sirven como medio de transporte, y ataque, para desplazarnos de un lugar a otro. Vamos encontrando ganzúas de las que se sirve Elisabeth para abrir puertas y cajas fuertes que nos aportan objetos importantes y jugosas cantidades de dinero.
Elisabeth también se presta como compañera fantástica en los combates no sólo por abrir Desgarros sino por coparnos de armas, sales o botiquines.

En cuanto a los enemigos no son complicados aunque si numerosos, lo que nos obliga a ser diestros para controlar bien la situación pertinente y no acabar muertos. Por suerte, si esto pasa, aparecemos cerca de donde hemos muerto. El sustituto de los Big Daddy es el Handyman, una rara mezcla de ser humano y robot. Éste, junto con los Patriotas, son los únicos enemigos que nos presentan una dura batalla, pero no son difíciles de eliminar.
Es estilo de juego es muy similar al de los anteriores BioShock y la dificultad no es muy alta, por lo que disfrutar de la historia sin demasiadas complicaciones es algo sencillo.

BioShock Infinite es un gran juego que toma un camino diferente al de los anteriores de la saga, pero esto no lo hace peor sino diferente. La historia que descubrimos a través de los elaborados entornos nos hace disfrutar y quedar prendados de esta maravilla.
El final es una delicia con sorpresa incluida que gustará a los más fieles de la saga. Por cierto, no cortéis los créditos si queréis conocer el verdadero final de Booker DeWitt.



domingo, 19 de octubre de 2014

Hoy pago yo

Y cuando pensábamos que no podría haber más casos de corrupción en este país, nos sale uno nuevo. El escándalo de las tarjetas negras traerá cola, mucha cola.
Desde arriba nos estrujan para que unos cuantos privilegiados puedan vivir a cuerpo de rey. Y cuando se quedan sin pasta piden ser rescatados y claro..., los recatamos con dinero público para que puedan seguir gastándose el dinero en fiestas, clubs y sus excentricidades. Nos convencen de que debemos rescatar a la banca para que no haya una hecatombe económica a la que ellos mismo contribuyen con el dinero que otro ha sudado. Deplorable, vergonzoso. Cuando algo hecho con dinero público tiene cuenta lo mejor es privatizarlo para que otros puedan chupar del bote a costa de las espaldas de los trabajadores, pero claro, si hay algo que no trae cuenta, como las autopistas de peaje, lo mejor es nacionalizarlas para que entre todos paguemos las deudas de quien no puede asumirlas al no obtener beneficio. Lo mejor de todo esto es que aún hay quien lo defiende. Es lo mejor, dicen. Lo mejor..., ¿para quién? ¿Para los de las tarjetas? Claro que si. Y lo que es sin duda más indignante es que cuando pillan a estos chorizos, porque no pueden recibir otro nombre, se sienten atacados y molestos, y se defienden diciendo que ellos no tenían ni idea. Entonces, ¿te dan una tarjeta de la que puedes hacer un uso ilimitado y por la que seguro no pagas impuestos, y no te planteas que puedas estar haciendo algo ilegal? Ahora todos deberían pagar con creces.
Esto debe sumarse a todo lo ya aprendido. Fue un error rescatar a la banca y con el paso del tiempo descubrimos por qué. Seguimos vaciando nuestros bolsillo para llenar los suyos. Un error que nos pasa factura cada día. Y yo me pregunto: ¿Qué será lo siguiente?

¿Y ahora qué?

La última noticia llegada desde el Carlos III sobre el caso de Teresa Romero invita al optimismo. El primer test PCR de Ébola ha dado negativo. Una gran noticia, no sólo para la sanitaria que comienza a ver algo de luz sino para todo un país que no ha apartado su interés por el estado de salud y la evolución de la paciente. Todos podemos respirar más tranquilos pero no podemos olvidar los casos que aún siguen a la espera de un resultado favorable. Aún debemos tener en mente que el peligro sigue ahí, latente, y no debemos bajar la guardia.
Ahora es el momento de respirar, si, de ver todo con cierta perspectiva gracias a la distancia lógica que nos ha proporcionado el tiempo. Es el momento de pedir que se asuman responsabilidades, de que no quede impune un acto contra la salud pública hacia todo un país. La recortada sanidad española no estaba preparada para asumir tal riesgo, y aún así el gobierno decidió traer a España a los dos misioneros contagiados de tan letal y contagioso virus para que muriesen aquí. Y una vez el problema se agravó con el contagio de una sanitaria no supieron cómo afrontarlo. Quedó vigente que tanto la ministra de salud, Ana Mato, como el consejero de salud de Madrid son unos desgraciados incompetentes que no supieron atajar el problema pero si culpar a la víctima de su infortunio, algo ruin que deja entrever el buen hacer de estas personas. Entonces, el gobierno pidió calma y que todos centráramos nuestro interés en la recuperación de Teresa; ya llegaría el momento de pedir responsabilidades. Pues bien, ese momento ha llegado y el gobierno debe tomar decisiones respecto al tema. Nada se hizo bien y no se sigue haciendo bien pese a todo, por ello los responsables deben pagar de una forma u otra.

jueves, 16 de octubre de 2014

El misterio de la cripta embrujada.

Segunda obra del laureado escritor español Eduardo Mendoza, escrita en Nueva York allá por 1978 y publicada por la editorial catalana Seix Barral. El misterio de la cripta embrujada nos traslada a una Barcelona aún en penumbras tras la muerte de Franco y en plena transición a la democracia, para ponernos en la piel de un criminal interno en una institución psiquiátrica al que proponen ayudar a resolver un misterioso caso a cambio de su libertad, lo que hace que el protagonista, en su afán por resolver el caso, viva situaciones de toda índole que nos harán reír y meditar a partes iguales.

Novela negra en estado puro en la que un humor negro bastante fino abunda en cada una de sus páginas. Pero las bondades de esta novela no se limitan a nuestro goce en el descubrimiento de una historia interesante. Mendoza, con gran tino, nos muestra de una forma bastante irónica las diferencias en aquel entonces entre las clases sociales, y la forma de sobrevivir que tiene la clase más baja. Cómo afrontan los problemas con los medios de los que disponen para, finalmente, darles solución.
Con El misterio de la cripta embrujada, el autor trata de guiarnos de forma sagaz y contundente mediante una historia atractiva hacia varias lecciones que no sólo aprende el protagonista sino que nosotros también. Esta novela, al finalizar su lectura, me provocó una amalgama de sentimientos y la desazón propia que causa un final inesperado y en parte decepcionante, pero a la par magnífico y sincero. Lo increíble es cómo con una historia tan simple y breve, el autor logra remover los sentimientos y hace trabajar a la mente, cómo nos mantiene enganchados a las vivencias de este desdichado hasta el final.

La estructura de esta novela es por capítulos que siguen una trama principal bien definida en un mismo espacio/tiempo. Si bien es cierto que es de difícil lectura debido al abundante uso de palabras poco comunes en comparación al vocabulario empleado en el día a día, por lo que es recomendable leerla con un diccionario al lado. También, la formación de las frases hacen que su lectura sea tediosa por lo que no es recomendable para lectores noveles.

El misterio de la cripta embrujada es una obra policíaca por excelencia de la biblioteca española. Un imprescindible de un autor que ha sabido retratar a la perfección un momento y un lugar concretos en el que se dan unos acontecimientos surrealistas pero al mismo tiempo tan cotidianos. Mendoza nos muestra una España negra y supersticiosa, donde la picardía juega un papel importante en la supervivencia, y un antihéroe con el que nos gana a todos por méritos propios.
Puedo asegurar que se le hará corta a quien le guste leer, por ello, os invito a descubrir el misterio de la cripta embrujada.

domingo, 12 de octubre de 2014

El hombre que nunca estuvo allí


Nos encontramos ante la historia de alguien común que se torna una auténtica locura con el paso de los minutos. Un ejercicio de introspección al que los Coen sumen con formidables resultados a un personaje insulso y que en cierto modo se limita a ver la vida pasar. Somos testigos de cómo una vida es destruida por los caprichos del destino o quizá por los actos desafortunados de alguien que no siente pasión por nada, de un simple peluquero.

Y es que esta producción se centra en la vida de Ed Crain, al que pone rostro un sereno Billy Bob Thornton, un ayudante de peluquero al que se le presenta la oportunidad de dar un giro a su triste vida y que tras cometer algunos errores se ve empujado a un abismo sin salida. La lucha de un hombre por escapar de su rutina para hallar una mejor existencia, ésta es sin lugar a dudas la máxima que asienta a lo largo de toda la película.
Estamos ante un guión lento con ciertos giros interesantes y momentos que se nos antojan previsibles en el que abundan los monólogos autocríticos y los silencios, un guión que se apaga por momentos hasta caer en una dinámica redundante y poco sorprendente. Algo maleable sólo por expertos capaces de darle un sentido coherente y con la capacidad de atraer el interés del público general así como el de un público más sectario y exigente. Todo esto retratado de una forma exquisita, con un estilo muy personal que dota a esta producción de un acertado aire noir que bien producen un conjunto de planos bien dispuestos y cuya composición nos hace memorar el cine clásico. Los colores lavados junto con una laboriosa ambientación colaboran en trasladarnos a un momento en concreto ya una situación en particular. Por su parte, la banda sonora, compuesta en su mayoría por temas del genial Beethoven, propicia que nos sumamos a los planteamientos que pasan por la cabeza del protagonista durante toda la película. Los Coen se sirven de ella para encuadrar unos planos que derrochan belleza por los cuatro costados.


El hombre que nunca estuvo allí nos trae la historia de alguien al que la vida derrotó hace ya tiempo pero que no se da por vencido y trata, sin recompensa alguna, de cambiar las cosas. Un planteamiento derrotista que transmite mensajes contradictorios, según los cuales nos hace ver que debemos luchar por mejorar aunque al final no sirva de nada y sólo conozcamos la derrota a la que nos veremos abocados. Un análisis sobre la fragilidad de las personas y una lección de supervivencia que nos obliga a aprender de los fracasos.

Los personajes están muy marcados y delimitados en sus roles. Ya desde el principio comprobamos que el protagonista se nos presenta como alguien conformista y que es sabedor de su situación. Él es el hombre invisible, el que nunca estuvo allí ni en ninguna parte. Alguien que nos invita a pasar desapercibidos y de puntillas por una vida miserable y rutinaria en la que sólo podemos limitarnos a ver cómo pasan los días. Thronton está impecable representando a Crane, la personificación del pasotismo y la desidia. En el lado opuesto encontramos a su mujer, Doris Crane, una mujer que busca prosperar por sus propios medios y haciendo uso de cualquier artimaña. Frances McDormand es la encargada de lograr tal rol. Su expresivo rostro es su arma más potente en una cinta en la que gobiernan las expresiones y los movimientos corporales.

También encontramos a un efímero pero potente Gandolfini, que convierte en oro los pocos minutos que aparece en pantalla recordándonos que fue un grande del cine en todos los sentidos. De igual modo aparece un ebrio Richard Jenkins, sobrio en la interpretación de Walter Abundas, amigo de Ed y abogado al que acude para pedir consejo. Un actor de talla para un papel fugaz pero con cierto peso en la trama.
Otro papel de relevancia recae sobre el polifacético Tony Shalhoub, el cual interpreta al excéntrico y lujoso abogado que lleva a la ruina, y algo más, a Ed Crain. Y por supuesto cómo olvidar el rol de Scarlett Johansson como Birdy Abundas, una excelente pianista que logra hipnotizar a Ed en ciertos momentos.
Huelga decir que esta producción tiene un reparto equilibrado y en el que todos aportan su buen hacer para conseguir una atmósfera única y adecuada para la historia que llevan a cabo los Coen.

Éste es de ese tipo de cine al que no se puede poner etiquetas, que se aferra al cine independiente y que nos lleva en volandas a través de sus bien hiladas secuencias. Es una historia poco atractiva pero que nos logra mantener enganchados gracias al bello aspecto que presenta, a la musicalidad de sus planos y al mensaje que trata de hacernos llegar mediante los monólogos en off de un protagonista que en apariencia está acabado. Los Coen nos invitan a disfrutar de un tipo de cine diferente que todos podemos asimilar con garantías.

sábado, 11 de octubre de 2014

BioShock 2


En esta ocasión nos metemos en la piel de un Big Daddy Modelo Alpha, Delta, ocho años después de lo ocurrido en el primer BioShock.
A Delta le arrebatan la Little Sister que tiene asignada cuando mediante un plásmido le obligan a suicidarse. 10 años más tarde, ocho después del primer juego, es resucitado mediante una Vito-Cámara y, sin recordar nada, emprende su misión: recuperar a su Little Sister. Tenenbaum se pone en contacto con él para explicarle que ha sido devuelto a la vida para salvar a las niñas raptadas de la superficie que están siendo empleadas de nuevo en la recolección de ADAM, utilizando a las antiguas Little Sisters, las cuales han crecido, como Big Sisters para la defensa de éstas. Ahora las ruinas de Rapture son gobernadas por Sofía Lamb, la que fuera oposición al gobierno de Ryan, que ha fundado junto al Padre Whales, La familia, una secta con los Splicers como armas con la que busca el bien común. Sofia Lamb advierte que Delta es una amenaza que busca arrebatarle a su hija, Eleanor Lamb, para la cual tiene grandes planes y la que resulta ser la Little Sister de Delta, por lo que utiliza todos los medios para destruirle. Por su parte, Delta tratará de rescatar a Eleanor, salvando así a todas las niñas raptadas, con ayuda de Augustus Sinclair, el cuál resulta ser el nuevo guía de esta entrega.

Se trata de una continuación digna en lo que al guión respecta pero no llega a tener la profundidad ni la complejidad del primer BioShock. Mediante los ya empleados diarios obtenemos más información acerca de lo que ha ocurrido durante esos ocho años desde la llegada de Jack, así como sobre los personajes que pueblan en esta ocasión Rapture. Personajes que se perciben más planos que los de la anterior entrega y con menos "alma". No se trata de una historia épica con personajes memorables como los de su predecesor, aunque si es cierto que cumple y logra captar nuestro interés en ciertos momentos.
Esta vez recorremos una Rapture en ruinas, muy parecida a la primera, en la que nos encontramos unos Splicers evolucionados, con la aparición estelar del Brutus, un Splicer más fuerte y de mayor tamaño que el resto. También tenemos que eliminar, de nuevo, a los Big Daddys para tomar a las pequeñas Little Sisters y cosechar así el ADAM de los cadáveres que vayamos encontrando, lo que le da un toque novedoso al juego, ya que mientras la pequeña esté cosechando ADAM hacemos frente a hordas de Splicers que tratarán de matarla. Una vez tomado el ADAM, escoltamos a la niña hacia uno de los conductos donde se da la opción de liberarla o cosecharla. Una vez hayamos empleado a todas las Little Sisters aparecen las Big Sisters, unas rivales complicadas a las que tenemos que dar fin.
Las misiones nos van llevando a lugares con cierta trascendencia en la historia del videojuego, lo que lo hace más interesante aún. Y gracias a nuestra codinción de Big Daddy, podemos recorrer los fondos marinos, aunque en menos ocasiones de las que nos gustaría. 

Tanto los decorados como los efectos sonoros mantienen la calidad del primero, estando más logrados los efectos como salpicaduras sobre el casco, el vaho que se produce al pasar cerca de algunas tuberías que escupen vapor o el efecto de embriaguez que se produce al consumir demasiado alcohol. Esto ayuda a que nos sintamos aún más inmersos en esta aventura en primera persona que mantiene el estilo de su predecesor. Respecto a la estética, el juego no sólo cumple sino que nos regala entornos muy trabajados en los que no falta detalle.
La pseudo libertad está tan patente como en la primera aventura en Rapture, por lo que podremos recorrer los escenarios aunque con ciertas limitaciones y siempre con un camino premarcado. La dificultad aumenta de forma paulatina aunque es ajustable al comienzo en diferentes niveles. Los controles se mantienen intactos y el sistema de juego es el mismo. Y es que si algo funciona, para qué tocarlo, ¿no? Aunque si en algo ha perdido el juego es en el sistema de pirateo en cual se ha sustituido el minijuego del primer BioShock por una banda de tramos en los que tendremos que hacer parar una aguja, todo en tiempo real, sin que pare la acción del juego. Esto hace que la tensión aumente pero empeora la diversión a la hora de piratear.
La aparición de nuevos plásmidos y diferentes armas le da ese punto de novedad que aporta una gran bocanada de aire fresco a la franquicia.

Volvemos a Rapture, en una historia que está lejos del primer BioShock pero a la vez tan conectada. Nos desenvolvemos en unos entornos subacuáticos preciosos en los que se ha cuidado cada detalle. Floja segunda parte que trata de seguir la magnífica estela que dejó el primero. Lo consigue, pero sólo a veces. Las novedades son pocas pero suficientes para captar la atención de los jugones y hacérselo interesante. Algunos de los cambios son innecesarios y lastran en cierta medida la experiencia de juego. 
Las opciones que se nos dan a lo largo del juego hace que tenga una gran variedad de finales, lo que le convierte en un título rejugable. 


A título personal el juego no me ha dejado mal sabor de boca, pero no me ha satisfecho como el primero. Le falta esa chispa de originalidad que el primer BioShock desprendía por los cuatro costados
. La trama no es tan compleja, los personajes son demasiado superficiales y los enemigos no presentan tanta variedad como si los plásmidos y armas. Han mermado las situaciones de terror que puntualmente no asaltaban en la anterior entrega.
Debemos entender este BioShock como una continuación digna que apenas aporta nada nuevo. Un gran juego que no logra mejorar lo que ya habíamos visto en el primero.

lunes, 6 de octubre de 2014

Smallville


Me despido de una serie que me ha acompañado a lo largo de bastante tiempo. Una serie que ha sabido mejorar con el paso de los capítulos sin llegar a caer en la monotonía de las que otras del género suelen pecar.
Smallville narra la historia de cómo se forja Superman. De las aventuras en las que un joven Clark Kent descubre sus poderes, con los que debe enfrentarse a toda clase de seres que han sido afectados por la lluvia de kriptonita que calló sobre el pueblo que da nombre a esta serie. Y a su vez nos cuenta la lucha de un hombre por hallar su lugar en el mundo. Y es que Smallville no es sólo un cómic en movimiento cuya finalidad es la de entretenernos, sino que se trata de una producción que transmite valores esenciales y un claro mensaje a todos sus espectadores.

En las primeras temporadas descubrimos a un Clark Kent torpe e inexperto que va adquiriendo confianza en sí mismo y en sus habilidades a medida que se enfrenta a sus enemigos y a las situaciones cotidianas de un adolescente. De igual modo comienza a plantearse cuestiones sobre su pasado y sobre el tipo de relaciones que debe mantener con las personas que convive. Con el paso de los capítulos va descubriendo algo más sobre quién es y de dónde viene.
Es a partir de la quinta temporada cuando la serie toma otra dinámica que le imprime la frescura necesaria como para seguir manteniendo al público enganchado. Clark se enfrenta a enemigos más poderosos y decisivos para con la trama principal, tomando la actitud de héroe que le corresponde. Es en estas temporadas donde descubre más sobre quién es y cuál es su cometido en el mundo al que fue enviado. De igual modo, da comienzo su enfrentamiento con Lex Luthor y aparecen otros superhéroes que le ayudarán tanto con los enemigos como a descubrir su misión.
Ya en la octava temporada comienza el desenlace. Se comienza a perfilar el superhéroe en el que Clark se convertirá así como quienes son sus aliados, con los que forma La Liga de la Justicia. Es donde conocemos a un Clark más seguro pero al que aún le sobrevuelan algunas dudas sobre ciertos interrogantes que con el paso de los capítulos irá despejando. Desaparecen algunos personajes de peso dejando paso a otros que ocupan su lugar con garantías. Aparecen también los verdaderos rivales a los que Clark tendrá que combatir, y continuarán los tiras y aflojas de las relaciones que Clark mantiene con quienes le rodean, especialmente con Lois.
Todo esto nos lleva a un final digno de ser recordado en el que Superman aparece al fin haciendo lo que mejor sabe hacer.

A lo largo de toda la serie, Clark tendrá que lidiar con su yo interior en cuanto a cuestiones vitales como su procedencia, su verdadero destino, su misión en la tierra y su deber para con la humanidad. Así como con el tipo de vida que debe llevar. Y es en este aspecto donde la serie gana, ya que si no fuera así, sería un mero envoltorio, bonito, eso si, pero un envoltorio al fin y al cabo. De esta forma la serie tiene más profundidad a la hora de tratar temas interesantes sobre las relaciones interpersonales y el análisis del yo profundo.

Smallville mantiene durante todas sus temporadas la misma estética, lo que hace que tenga una continuidad visual bastante decente. Los colores pasteles y el ligero estilo cómic permanecen intactos de principio a fin.
Uno de los puntos fuertes de esta producción son los efectos especiales y de sonido, que logran, sin ser demasiado ostentosos, dar cierto realismo a algunas de las situaciones que tienen lugar en la serie. La realización cumple regalándonos algunos planos bastante complejos que sirven para apoyar la narración en ese momento.
Otro de los puntos fuertes es la BSO, confeccionada por canciones de grupos populares que llegan incluso a tocar en algunos de los capítulos. Estas canciones han sido utilizadas a conciencia para potenciar las sensaciones que con la imagen tratan de hacernos llegar.

Esta serie está encabezada por un magnífico Tom Welling, en la que quizá sea una de las mejores interpretaciones de su carrera, que está rodeado de un elenco de lujo entre los que cabe destacar a John Glover interpretando de forma sublime el papel de Lionel Luthor; Annette O´Toole, quien ya interpretara a Lana Lang pero que esta vez se encarga de dar vida a Martha Kent o John Schneider que da vida a un memorable Jonathan Kent. De igual modo, como personajes secundarios importantes, acompañarán a Clark Kent a lo largo de toda la serie: Chloe Sullivan (personaje creado en exclusiva para la serie), bien interpretado por Allison Mack y que se convierte en la mejor amiga y confidente de Clark. Pete Ross, interpretado por Sam Jones III, un fiel amigo de Clark en las primeras temporadas. El primer amor del adolescente de Clark, Lana Lang a quien una fabulosa Kristin Kreuk da vida. Lois Lane, el definitivo amor de Clark y que corre a cargo de la bellisima Erica Durance. El cambiante Lex Luthor al que pone rostro un acertado Michael Rosenbaum. Y al fiel compañero de Clark, que hace en esta serie de escudero del gran superhéroe, Oliver Queen, más conocido como Flecha Verde, cuyo rostro oculta bajo la capucha un sarcástico Justin Hartley.


También debemos destacar la aparición de algunos actores que tienen bastante importancia en la trama principal como son el que fuera el mejor Superman que hemos podido ver en el cine, Christopher Reeve, que esta vez es el encargado de dar vida al Doctor Swann, el cual ayudará a Clark a conocer más sobre sus orígenes. James Marsters, que nos regala una actuación bastante decente mostrando dos caras muy diferentes y una pareja de actores que harán las delicias de los más nostálgicos al ser ellos quienes encarnaban en la ya olvidada serie Lois y Clark a los protagonistas de esta serie, Dean Cain y Teri Hatcher.
Seguro que se queda en el tintero más de un reconocido actor que, o bien se sirvió de la serie como trampolín hacia otros proyectos o le sirvió para seguir creciendo como actor y asentar su carrera.
Lo que está claro es que cada uno de estos actores ha llevado a cabo una interpretación loable dentro de sus límites con la que han conseguido crear unos cimientos para asentar una buena historia. Si bien han pecado de usar en exceso algunas expresiones, los personajes han evolucionado con el transcurso de la acción y los acontecimientos que han vivido en la serie, y esto es un hecho importante.

Smallville no es una serie más de superhéroes, va mucho más allá. La forma en la que plantea cada capítulo, cómo actúan los personajes según lo que les ocurre. Son lecciones de ética y moral aplicable a cualquier situación. Por ello, todo aquel que vea la serie no sólo pasará un buen rato en el que la diversión estará garantizada sino que será invitado a cuestionarse a sí mismo en un ejercicio de introspección propiciado por la serie misma, ya que más de una vez removerá nuestras entrañas y nos hará pensar en lo que estamos haciendo con nuestras vidas.
Sin lugar a dudas, el culmen de esta serie lo hallamos en un final que, como a lo largo de la serie, nos hará sentir emociones encontradas y de una gran variedad.
Por esto y mucho más, yo recomiendo Smallville.

jueves, 2 de octubre de 2014

Una pequeña sonrisa

Ella le dio la mano, él no sabía muy bien qué hacer con ella. Jamás había estado en tal tesitura, nunca nadie mostró ni una pizca de amor por él y ahora que alguien se lo mostraba, no sabía qué hacer.
Paseaban bajo un manto de estrellas por la plaza del pueblo con la tranquilidad de quien no es observado. Se dirigían hacia ningún lugar, bueno si, a ese sitio hacia el que sólo los que han encontrado el amor parecen ir. Caminaban despacio, como si por ello pudieran lograr que el tiempo pasara con mayor lentitud. No querían que la noche terminara, ya que a su fin, se verían separados de nuevo.
Jugaba con sus dedos, entrelazados con los de ella, mientras recorrían las angostas calles del pueblo. Se limitaba a mirarla y sonreír. Su mayor temor era fastidiar aquel momento o causarle mala impresión. Entonces ella, percibida de esto, comenzó a hablar, quizá a sabiendas de que eso le calmaría en cierta medida. Y funcionó. Él se liberó y comenzó a hablar, a mostrarse tal cual era, y eso no hizo más que acentuar lo que ella sentía ya por él.
Estaban tan entusiasmados con la charla que no se percataron en que sus pasos les habían llevado hacia un pequeño parque, al que él, con gesto amable, la invitó a pasar. Buscaban un banco en el que sentarse mientras él seguía hablando. Sus ojos le habían hipnotizado de tal manera que no podía dejar de mirarlos. Nunca había visto un verde tan vivo, tan profundo. Ella es increíble. Pararon bajo una farola, junto a un banco. Y entonces, en un breve silencio, ella le besó. A pesar de que él nunca lo ha aclarado del todo, en el fondo sabe que fue así. Y tras el beso supo que era ella quien le enseñaría a amar; esa mujer a la que tenía que amar, su mitad. La mujer que le haría el hombre más feliz del mundo. Y en su rostro se dibujó una pequeña sonrisa, una de verdad, de esas que no puedes ocultar. Ella lo vio, todo aquello era de verdad.

En silencio se sentaron en el banco. No dijeron nada más, ya no necesitaban las palabras. Sólo ellos, estar el uno con el otro. Y allí siguen siete años y medio después, en aquel banco, mirándose el uno al otro a los ojos, con una pequeña sonrisa dibujada en sus rostros.
Para ella.