domingo, 28 de diciembre de 2014

Boardwalk Empire



Estamos ante una serie fascinante que atrapa desde el primer capítulo, cuyas tramas secundarias son tan interesantes como la principal, llegando incluso a quitarle el protagonismo en más de una ocasión. Ésta es una serie que será más apreciada con el paso del tiempo pese a ser una de las más premiadas, ya que puede resultar poco atractiva para el público general. Una auténtica pena que muchos se la pierdan por no darle una oportunidad.

Boardwalk Empire nos sitúa en los convulsos años en los que se dio la Ley Seca en Estados Unidos. Basada, en cierta medida, en la novela homónima de Nelson Johnson, relata la historia de Nucky Thompson (inspirada en el personaje real Nucky Johnson) como poderoso político que controla el contrabando y la ciudad de Atlantic City mediante las relaciones que mantiene con diferentes personajes pertenecientes a la política y a las mafias.
Relata durante sus cinco temporadas las constantes idas y venidas de este político corrupto y los personajes históricos, o no, que le rodean. Somos testigos del resurgimiento y la caída de un imperio, de la historia pura y verídica que esta serie trata. Esos años convulsos en los que la mafia y el gobierno conspiraban juntos en busca de un bien común, quitando o poniendo a la persona más adecuada en el trono para su propio beneficio.

El guión, escrito por Terence Winter, resulta bastante interesante. Se aguanta sobre los profundos diálogos (aunque también sobre los necesarios silencios) con los que descubrimos no sólo parte de la trama sino también a los personajes. En esta serie el diálogo es una herramienta necesaria de la que se han sabido servir para atraer al espectador de una forma elegante con una cierta calidad al alcance de muy pocos. Se dan grandes diálogos entre la amplia diversidad de personajes que nos ayudan a comprender lo que está ocurriendo o nos descubren ciertos aspectos importantes sobre la trama y los personajes, que de haber sido revelados de otra forma habría resultado algo tosco y predecible, quizá no hubiese quedado tan natural. Vamos, una chapuza metida a calzador como pasa en otras muchas series. La intensidad de los diálogos se ve marcada por el momento, por la acción y la situación de los personajes. Lo cierto es que en los diálogos reside gran parte de la contundencia de esta serie, de la fuerza que la alza como una de las mejores.
La elegancia también reside en las acciones. No hay ningún movimiento ni acción de cualquier personaje que no sea relevante para algunas de las tramas y que no tenga repercusión en éstas en cualquier momento de la serie. La violencia y la calma son los dos extremos con los que bien ha jugado Winter para transmitir una serie de sentimientos en el espectador hacia la historia y los personajes. La amalgama de sensaciones que despierta la serie es impagable y hace que sintamos una fuerte conexión con las diversas tramas. Hay algo cotidiano en cada una de ellas que nos acerca a los personajes y lo que les está pasando.
Boardwalk Empire es una de esas series en la que puede ocurrir de todo, por lo que la sorpresa, en cualquier sentido, está garantizada. Y este hecho hace que se despierte aún más nuestro interés por esta producción. Ya al final comprendemos que esta serie es un ciclo que se ve completado de una forma poética que no sólo simboliza el final de la trama principal sino de ese personaje que mantiene conectadas todas y cada una de las tramas, el auténtico eje sobre el que gira todo Boardwalk Empire. Lo cierto es que se echa en falta saber del final de algunos personajes y algunas tramas que parecen quedar inconclusas, pero esto es un mal menor que se ve eclipsado por la guinda que supone el final de este delicioso pastel.
La temporada final incluye una serie de flashback muy acordes con la trama de cada capítulo que nos muestra el pasado de Nucky Thompson desde su niñez hasta que logró alcanzar la tan deseada posición en la que se encuentra en la serie. Gracias a esto, podemos entender mucho mejor al personaje encarnado por Buscemi y todo lo que hace, pero también cómo llegaron a su vida personajes de cierta relevancia en la serie. Un regalo útil y que encaja a la perfección que nos ayuda a entender la serie.

En ocasiones puede parecer precipitada y demasiado frenética, lo suficiente como para que sea una serie ágil y libre de la pesadez que hace que una producción se vuelva repetitiva y cansina. Cada hecho que tiene lugar es interesante y eso hace que nos mantengamos pegados a la pantalla para no perdernos nada.
Cada temporada tiene su propia trama. Conflictos únicos que se resuelven al final de temporada, dejando la continuidad de la serie a cargo de una trama principal bien hilada y consistente.

Boardwalk Empire nos habla sobre la moralidad de los actos que el hombre comete para su propio beneficio, pero también sobre lo correcto o incorrecto de esos actos para poder ascender en todos los aspectos de la vida.
Nos lleva a una época histórica convulsa para mostrarnos el instinto de supervivencia y la capacidad de adaptación a cualquier situación. La lealtad y la traición son los temas más visibles y lo verdaderamente culpable de que las subtramas cobren vida.

La excelente realización es una de las claves por la cuál el guión resulta más atractivo. Entre los numerosos realizadores que pueblan la lista de esta serie, hay que destacar el trabajo de Scorsese (que también produce la serie) y el de Timothy Van Patten. Han sabido guiar los tiros de cámara y el encuadre para lograr una bella composición que representa el guión con una fidelidad brutal. Cada secuencia del guión es apoyada por la realización, que nos regala unos planos que son pura belleza. Pero la realización no se emplea únicamente para representar el guión en la pantalla, es una herramienta más de la que se sirve el realizador para mostrar u ocultarnos ciertas cosas. En algunas ocasiones es demasiado explícito mostrando sin pudor ni censura escenas violentas o de sexo, mientras que en otras ocasiones lo retrata de una forma más poética, insinuando más que mostrando y evitando lo explícito.
Es una constante búsqueda de los planos que puedan mostrar mejor ciertas partes y el resultado final deja constancia de que dicho trabajo ha sido realizado con un éxito rotundo. Nada ha quedado al azar y siempre se ha buscado la máxima perfección posible a la hora de utilizar la realización en el favor del resultado final.
La escenografía también ha sido cuidada para que el conjunto tenga un sentido uniforme y para que ningún factor desentone de con el resto. Los actores se mueven bien por los cuidados decorados haciendo uso de todo el espacio escénico y dotándolo de vida, movimiento y una profundidad digna del teatro. El empleo de los diferentes planos del escenario es usado con mucho tino.
La ambientación es espléndida. Cada detalle ha sido cuidado para que seamos transportados a los años 20 con el máximo realismo posible. La inmersión por parte del espectador en la historia es completa gracias a esto y a la fabulosa caracterización de los actores en los personajes reales que encarnan. Vemos a un Capone con la cara marcada y cuyos gestos son tan reales que parece haber vuelto a la vida para participar en esta serie. Luciano, Lansky, Masseria, Rothstein o el mismo Thompson son bien representados en esta serie. Mafiosos que han vuelto a la vida para deleitarnos con sus increíbles historias en las que la pólvora y la sangre manchaba sus manos en más de una ocasión.
Los efectos especiales empleados dan ese toque visceral y de pura realidad a la serie. No son excesivos sino necesarios. Son más bien empleados para los momentos de más violencia: cuando alguien es atravesado por una bala o hay alguna explosión. Algo fascinante a caballo entre la caracterización y el efecto especial es el rostro desfigurado de Richard Harrow, una auténtica representación de la calidad de los efectos. No son sólo algo visual sino algo que interfiere de cierta manera en la historia.


No sobresale en su banda sonora aunque si acierta con ella. Un lujo para nuestros oídos, un gusto para nuestros sentidos. El jazz, el soul y otra clase de ritmos que reinaban en los años 20 resurgen en esta serie para nuestro deleite; bien mediante las propias actuaciones de algunos personajes en los distintos garitos en lo que transcurre la historia, bien en los temas que suenan de fondo mientras ocurre algo importante. La música se emplea no sólo para llenar el vacío en los momentos de silencio sino como una forma más de acompañar lo que ocurre, algo que se ha cuidado en la selección de los temas para cada capítulo.
La BSO de esta producción es una exquisitez que unida a la imagen logran un conjunto de una belleza sin igual. Es un punto clave del éxito de esta serie.

En lo que respecta a la interpretación... No hay palabras para definir el trabajo de Steve Buscemi. El secundario de lujo del cine se convierte en un protagonista extraordinario para Boardwalk Empire. Sólo con sus gestos o sus expresiones nos tiene ganados desde el comienzo, ya cuando comienza a hablar comprendemos que sólo él podía meterse en la piel de Nucky Thompson. No sólo encaja a la perfección en el papel asignado sino que lo hace más grande con una interpretación para recordar. Gracias a Thompson descubrimos un Buscemi que controla los cambios de expresión y los vaivenes de emociones con una soltura única. Sobrio, espectacular. No es sólo el protagonista de la serie es el pilar fundamental que hace que funcione.
Interpreta a un personaje complejo y envuelto en un halo de misterio que le acompaña durante toda la serie. Algo nos dice que Thompson no es del tipo de gente con el que suele frecuentar pero en momentos puntuales nos hace dudar por algunas de sus acciones. Es un personaje emblemático que será recordado por mucho tiempo.
Cabe destacar también la interpretación de los dos actores que hacen de un Nucky "niño" y un Nucky "adolescente". Acierto total por el equipo de casting. No sólo se parecen en el físico sino también los gestos y en la forma de expresarse. Este es un detalle que marca la diferencia y que se pueden poner como ejemplo otras muchas producciones.

Otro actor que sobresale es Michael Shannon. Quienes le han visto actuar saben que es un actor de talla que nunca deja indiferente a nadie. En esta ocasión no iba a ser para menos... Interpreta al excéntrico y rarito Nelson Van Alden, un ferviente agente del Departamento del Tesoro que se ve envuelto en más de un entuerto y cuyo final llega tras una sorprendente explosión del personaje. Shannon crea un secundario admirable por el que llegamos a tener diferentes sentimientos y que nos hará dudar sobre donde se encuentra el límite de lo que es correcto y lo que no. Aporta rudeza a un personaje serio y melancólico que no consigue encontrar su lugar. Nelson Van Alden es ese tipo de personaje que camina sin rumbo pero haciendo ruido allá por donde pasa.

La elegancia corre a cargo de Kelly Macdonald que interpreta a la mujer de Nucky Thompson. Su evolución a lo largo de la serie es evidente. Pasa de ser una mujer insegura e incapaz a conseguir dinero de forma fraudulenta gracias a sus propias artimañas. Estamos ante el personaje que más cambia de toda la serie. Hay que reconocer que este cambio es más bien perpetrado por el guión, los cambios que la actriz lleva a cabo en su personaje son casi imperceptibles. Quizá en las dos últimas temporadas se muestre más liberada a la hora de actuar, pero no se aprecia un cambio visible en su interpretación. Cumple con su papel pero quizá no está a la altura del resto.
De igual forma es importante el personaje de Gretchen Mol, Gillian Darmody. Este personaje pasa por un sinfín de situaciones que la arrastran hacia la decadencia por méritos propios. Interviene de forma activa y pasiva en la trama principal. Gretchen brilla durante cada capítulo con la misma intensidad. Sufrimos y reímos con su personaje, e incluso llegamos a entenderla.

El resto de secundarios está a la altura de las circunstancias. Los personajes cuentan con personalidades marcadas y son piezas perfectas del inmejorable puzle que supone Boardwalk Empire. Cada personaje aporta algo diferente a las diversas tramas. En su caso, los antagonistas son personajes claves de las diferentes temporadas, cada uno cubre su parcela de forma contundente y hacen que Nucky sea el antihéroe perfecto.
Los actores que se enfundan la piel de estos secundarios no podrían haber sido mejor escogidos. Todos aportan algo diferente al conjunto que lo vuelve compensado. La calidad de su interpretación es clave a la hora de lograr un equilibrio entre los protagonistas y los secundarios.
Los actores que interpretan a los mafiosos más famosos y reales no sólo están increíblemente bien caracterizados sino que han adoptado incluso sus formas, lo que le da un toque de calidad a la serie por conseguir recrear con cierta veracidad algunos momentos históricos.
Indudablemente estamos ante un cast de lujo en el que encontramos actores como Shea Whigham, Michael Stuhlbarg, Stephen Graham, Vincent Piazza, Michal Kenneth Williams, Jack Huston o Michael Pitt entre otros.


Boardwalk Empire es una apuesta arriesgada que sale bien. Violenta y explícita. El sexo y los asesinatos están a la orden del día, aunque lo cierto es que las escenas de sexo se ven reducidas a medida que avanzan las temporadas pero no así los asesinatos, que no dejan de sorprendernos. Pero no caigamos en la cuenta de que únicamente se trata de una serie de mafiosos donde vuelan las balas y hay sexo por doquier, esta producción es mucho más: una serie que trata sobre el honor, la fidelidad y la traición. Sobre la búsqueda de la prosperidad por encima de todo. Es una serie compleja y muy entretenida que nos asegura horas y horas de diversión. Una verdadera joya cuyo guión brilla y que está firmada por una serie de excelentes realizadores que mejoran el guión, si cabe. Cuyo reparto es espectacular en todos los sentidos. Estamos ante una serie cuyos tiempos están muy bien distribuidos y en la que apenas hay algo que sobre. Podría parecer demasiado corta (y para quienes nos ha gustado lo es) pero dura lo necesario como para engancharnos, deleitarnos y no ser excesivamente larga.
Una auténtica maravilla que no os podéis perder y que ya desde la cabecera nos deja claro la calidad de esta serie.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Blade Runner


Una obra maestra de la ciencia ficción ochentera. Es de ese cine de culto que nunca pasa de moda y que todo buen cinéfilo debe ver. No sabes por qué, e incluso después de verla sigues sin saber por qué pero aún así te alegras de haber disfrutado de ella. Verla en sí es una experiencia mágica que te devuelve a un pasado nostálgico y al mismo tiempo, te transporta a un futuro de fantasía capaz de hacernos soñar (pese a que ese futuro no se ha hecho realidad ni en lo más mínimo).
Precursora del cine ciberpunk que tan de moda se puso en la década de los ochenta y noventa, Blade Runner destaca por ser adelantada a su tiempo al tratar un tema de fundamental interés y que otras muchas cintas han explotado con mejor o peor resultado. Es una película de acción donde la acción queda aparcada a un lado dando prioridad a los interesantes temas que trata sobre la religión y la ciencia, las preguntas sin respuestas que se hace constantemente el ser humano... y lo hace con destreza y de una forma elegante, rozando el cine negro cuya femme fatale se hace querer no sólo por el protagonista.

Inspirada en la novela "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip K. Dick, Hampton Fancher y David Peoples nos trasladan a un futurista Los Ángeles en el año 2019 cuando Rick Deckard es sacado de su retiro para dar caza a unos "replicantes" (androides con aspecto humanos creados por la empresa Tyrell Corporation cuyo uso es destinado a tareas que los humanos no quieren desempeñar y que tienen prohibido vivir en la tierra tras un motín cuando eran usados como esclavos en Marte). Durante su trabajo, Rick tendrá que lidiar con diferentes situaciones que pondrán a prueba su integridad física y moral, y por las que se verá obligado a meditar sobre diversos aspectos de su vida como es su propia procedencia o lo que es él en verdad.
Sin lugar a dudas estamos ante una producción que nos plantea temas interesantes que tienen cabida en cualquier época, es por esto que se convirtió de forma inmediata en cine de culto y por lo que no pasa nunca de moda. Blade Runner, en primer lugar, nos introduce en algo que ya está bastante trillado en el cine: la creación de vida mediante la tecnología y la inteligencia artificial, pero lo hace de una forma tan poética y tan fresca, con elementos tan novedosos, que se ha convertido en una obra original en la que otras encuentran inspiración. De forma más concreta, trata el límite al que se debe llegar, cómo lograr limitar algo inmortal y cómo convivir con ello. Sobre estas tres pautas se asientan los pilares de esta historia, lo que la vuelve interesante desde el minuto uno. Esta historia nos hace testigos de la evolución de Rick mediante los acontecimientos que tienen lugar en un instante concreto de su vida. No sólo llega a comprender a los "replicantes" sino que incluso se cuestiona si no es en realidad uno de ellos. Un momento mágico este que nos hace meditar sobre nuestra propia procedencia y el lugar hacia el que nos dirigimos. De igual modo, trata con acierto la lucha entre lo que es moralmente correcto y lo que no. Nos lleva de la mano por un camino que creemos recorrer con la certeza de conocerlo, dando por sentado ciertas obviedades, para sacarnos del camino marcado con una secuencia, ya al final, de bastante impacto emocional. Logrando, así, derribar muros, quitarnos la venda, y ayudarnos a descubrir que no todo lo que aparenta ser real, lo es.
Esta historia es un auténtico drama en el que vemos como un ser abandonado por su propio creador tan sólo busca ser aceptado por una sociedad intolerante que se mueve a un ritmo vertiginoso y que no acepta aquello que se vuelve en su contra. Descubrimos como un monstruo lucha para obtener su humanidad y una vida más larga para poder disfrutar de ella, para poder convivir de alguna forma son sus semejantes.
La trama principal sobre la que se asienta el guión es simple, incluso en algunos aspectos aburrida, inverosímil y previsible, pero es en sus pequeñas e intensas tramas secundarias donde reside todo su potencial. Y es que la diversidad de estas tramas y la importancia de sus temas son lo que hace interesante la película. Todo gira en torno a los "replicantes" y Rick, pero lo hace de una forma intensa que lo vuelve interesante pese a rodear a los mismo personajes.

Todo esto está inmejorablemente disuelto en una ambientación cuidada que se basa en la visión de un futuro que podría ser muy certero, donde la división entre clases es más que evidente y la presión policial está muy presente. La historia nos ofrece un vistazo a un futuro incierto que aparenta ser caótico pero capaz de despertar un interés insospechado.
La perfecta ambientación consigue que nos sintamos inmersos en la historia, y es que en realidad parece que estamos echando un vistazo al futuro. Las localizaciones han sido decoradas al detalle logrando diferentes escenarios, a cada cual más pintoresco, que ayudan a que la acción se desarrolle con agilidad, evitando así que se vuelva monótona o que perdamos el interés con facilidad. Los efectos especiales están muy bien insertados con el metraje grabado para la época en la que fue realizada (recordemos que es de los ochenta) y son parte de la identidad de la película, ya que mediante estos efectos se construye gran parte del argumento y sin ellos no tendría el mismo significado ni habría tenido tanta repercusión.
En cuanto a realización, Ridley Scott sentó cátedra en lo que al género respecta. Supo lidiar con la mezcla de géneros sin llegar a decaer en la narración audiovisual, con la que no sólo aporta a la historia sino que la apuntala de una forma vistosa. El realizador ha dotado a la producción con planos de auténtica belleza, aunque lo cierto es que algunas transiciones parecen demasiado bruscas y esto crea una incomodidad innecesaria al llegar a "romper" en algunos casos la continuidad. Ridley ha mantenido la personalidad de cada género con su dirección, regalándonos planos y contraplanos intensos en las conversaciones y planos generales donde podemos apreciar los impactantes efectos y los cuidados decorados. La puesta en escena juega un papel importante, llegando a crear situaciones y transmitiendo emociones de una forma sencilla y poética. Juega mucho con el contraluz para hacernos sentir incómodos, del mismo modo en el que se sienten los personajes.


La banda sonora, compuesta por temas de corte clásico a los que se les han añadido toques de música electrónica, de Vangelis se ha convertido en otra obra de culto. La música está presente a lo largo de todo el metraje, convirtiéndose en una parte fundamental de la producción y sirviendo como conductor de toda la acción. Cada tema ha sido seleccionado a conciencia para cada momento, con lo que se consigue afianzar lo que se representa en esas secuencias.
Es una de esas bandas sonoras que cobran tanta importancia como el guión dentro de la producción.

Tema aparte es la interpretación, cuyo protagonismo recae sobre el todoterreno Harrison Ford. No sólo consigue una interpretación creíble sino que logra que su personaje evolucione y se mantenga vivo durante toda la historia. Ford interpreta a un personaje complejo, un policía de métodos y comportamiento nada ortodoxos, una especie de héroe automarginado con el que conseguimos conectar. Pero lo cierto es que la interpretación de Ford se ve eclipsada por la de Rutger Hauer que se mete en la piel del replicante Roy Batty, líder del grupo al que Rick debe retirar (así es como los Blade Runners denominan eliminar un replicante). La interpretación de Rutger es magnífica, consiguiendo crear una especie de enemigo que se convierte en todo lo contrario, regalándonos una de las secuencias finales más reconocidas del cine. Rutger crea un personaje que no sólo es de vital importancia para la historia sino que hace que la historia sea interesante. Es esa pieza irreemplazable de la producción.
Tampoco queda atrás la bellísima Sean Young como Femme Fatale que no sólo consigue enamorar al protagonista sino a nosotros también. Su papel es crucial para la evolución del personaje de Ford y sirve como elemento a una de las tramas más interesantes de la película: el amor imposible entre dos seres que están destinados a repelerse.
El resto de secundarios está a la altura de las circunstancias y sus personajes forman parte fundamental de la historia. La interpretación sigue el tono de lo que reina en la producción por lo que ninguno de los actores sobresale por una pésima actuación. Encontramos a un Edward James Olmos bastante inspirado que dotó de un aspecto de gansgter bastante curioso a su personaje y también podemos disfrutar de una preciosa, y joven, Daryl Hannah con un aspecto punk que acompaña muy bien a la temática.

Blade Runner marca un antes y un después en el cine de ciencia-ficción convirtiéndose en una película de culto tras apenas haberse estrenado. La diversidad de temas que trata y las tramas secundarias, ese subtexto, son lo que la hacen interesante y atractiva para el público. La interpretación de los actores es sublime, sus gestos y movimientos, los personajes a los que dan vida. Es un regalo que mejora al todo.
Estamos ante una de esas obras inmortales que estará presente durante generaciones y que será objeto de estudio durante décadas por los cineastas. Una apuesta arriesgada que funcionó, cuyo guión y realización entran en una comunión perfecta apoyados por una banda sonora digna.
Si de verdad te gusta el cine, tienes que verla. Esperemos que su secuela esté a la altura.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Ouija

Algo que intenta acercarse al terror adolescente con el juego de mesa de "Hasbro", que da nombre a la película, como pilar fundamental sobre el que se asienta una historia más que trillada, aborrecida por el público en general y el más selecto del género en particular.
Esta producción, realizada por el novato Stiles White, narra la historia de unos jóvenes que tratando de comunicarse mediante la ouija con una de sus amigas muerta en extrañas circunstancias, invocan por accidente a algo maligno que los acecha hasta que logran resolver el entuerto. ¿Os suena? Si, verdad. Es como el casi noventa por ciento de películas que tratan sobre este juego de mesa maldito.

Nos encontramos una historia insulsa y demasiado previsible en la que sólo algunos sustos y efectos logran llamar nuestro interés. Eso sí, algo efímero que se disipa con el paso de los minutos y apenas vuelve hasta el final.
White nos engaña con un prólogo bien ejecutado e interesante. Incluso nos hace pensar que ésta podría ser esa película sobre la ouija que hiciera verdadera justicia al terrorífico juego. Nada más lejos de la realidad. Ya al empezar somos conscientes de que se trata de una película más de terror adolescente al uso que adolece de los clichés que abundan en otras producciones del género. Y es que, por desgracia, no se ha conseguido apartar los tópicos que acompañan a las historias alrededor de la ouija para darle a esta tabla el protagonismo que merece. Se podrían crear historias interesantes sobre los mitos de este juego y apenas se ha rozado la idea con esta y otras muchas películas, una verdadera lástima...

Pese a todo, la película presenta un aspecto fiel al género de terror. Jugando con las luces y la ambientación de las localizaciones consigue una fotografía acertada para la historia. Y gracias a la puesta en escena, los efectos especiales y algunos tiros de cámara, crea un ambiente de incertidumbre que en ocasiones llega a ponernos la piel de gallina. Los sustos vienen rodados por esos momentos de incertidumbre, con los cuales se ha jugado bien para inyectar pequeñas dosis de terror a lo largo de toda la película. Los efectos especiales juegan un papel importante en eso de los sustos como ya lo han hecho en otras producciones. Y es que apenas se juega ya con ese terror psicológico que nos persigue hasta horas después de haber visto la película. En esta producción, como en muchas otras, reinan los sustos fáciles por encima de todo. Se busca más el sobresalto del espectador que una buena inyección de terror. Esos momentos son los que mantienen vivo el interés por la película, ya que el guión se antoja demasiado plano en todos los aspectos: no se profundiza en la historia, los personajes aparentan ser demasiado artificiales y los diálogos carecen de chispa.
Han jugado bien con la música para acrecentar la incertidumbre y los momentos de mayor tensión en el film, por lo que la banda sonora cumple con su trabajo, que ya es bastante. Los efectos de sonido siguen la tónica de la banda sonora, teniendo un papel fundamental y siendo un digno acompañamiento de los efectos visuales.

El peso interpretativo de la producción parece caer sobre una de las actrices pero al final termina compartiendo protagonismo con el resto de desconocidos actores.
Aún tratándose de un guión bastante normalito, cabe destacar el trabajo de los actores. Cierto es que en algunos momentos pecan de sobreactuación, pero a nivel general su interpretación es bastante convincente en relación a las situaciones por las que pasan los personajes. Aportan la credibilidad con los gestos que no consiguen con el diálogo. Una pena que su trabajo se vea mermado por un error que no les corresponde.


Ouija es entretenida y poco más. Una historia vacía e inverosímil que goza de una realización decente y una interpretación de un nivel aceptable. En esta ocasión se le sigue sin dar el protagonismo a la ouija y se convierte en una película más sobre maldiciones cuyo guión es bastante previsible.
Me temo que nos tocará seguir esperando una película sobre la ouija que sea de verdad interesante. Mientras tanto..., buscad en otro lado aquellos que queráis ver algo diferente a lo ya visto, y si la veis no esperéis nada del otro mundo, sólo una película más de susto fácil, como otras tantas.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Dante´s Inferno.

Un machacabotones ambientado en el universo de Dante, así podríamos definir esta aventura.
En este videojuego recorremos los diferentes círculos del infierno encarnando a Dante con el fin de salvar a Beatriz. A lo largo de cada círculo nos enfrentamos con los enemigos típicos del círculo en el que estamos más los de los círculos por los que ya hemos pasado. En muchos casos, para avanzar, tenemos que resolver algunos puzzles cuya dificultad no es demasiado alta, por lo que avanzamos de forma rápida y sin problemas. Al final de cada círculo/nivel nos enfrentamos a un jefe final, el cual tiene mucho que ver con el pecado del círculo al que está asignado. Los jefes finales dan más la lata que los enemigos comunes pero no son muy difíciles de derrotar.
A lo largo de los niveles recogemos reliquias que nos podemos equipar para mejorar ciertas habilidades de Dante, cual juego de Rol. Obtenemos también diversas magias que podemos equipar de igual forma, y nos vamos encontrando con sombras (los espíritus de personajes célebres que pagan en cada círculo según sus pecados) a las que podemos castigar o perdonar mediante un minijuego en el que podemos conseguir más almas para subir de nivel. A la hora de subir de nivel disponemos de dos opciones, según hayamos "recolectado" las almas podremos avanzar en las habilidades de una parte u otra.

La historia es atractiva y conocida por todos. La ambientación con la que se han creado escenarios y enemigos es la de un variopinto infierno en el que cada círculo tiene una estética diferente. Si bien es cierto que en ocasiones parece no haber diferencias entre algunos círculos. El que el tipo de enemigos se repita hasta la saciedad junto con la similitud de unos escenarios con otros puede ocasionar monotonía y aburrimiento. El tipo de juego no ayuda a erradicar esto, ya que nos pasamos todo el juego haciendo lo mismo: avanzar, matar enemigos, superar algún puzzle y acabar con el jefe final, y vuelta a empezar. Así hasta que nos enfrentamos al mismo Lucifer pero con el que se repite más o menos la misma historia.


En cuanto al diseño gráfico..., este es su punto fuerte. No sobresale pero tampoco se queda atrás. Tanto los vídeos como el juego tienen unos gráficos bastante decentes que no hacen más que ayudar a la inmersión en el mismo infierno. Los efectos de luz están cuidados y el juego muestra unos detalles bastante trabajados. Algunos vídeos tienen una estética de dibujo/cómic que cumple.
En cuanto a la música es lo que podemos esperar. Una banda sonora instrumental que se impone con bastante fuerza a las tímidas voces dobladas que por momentos parecen sobreactuadas. Es normal que nos pueda parecer repetitiva, ya que hay poca variedad entre las piezas seleccionadas.

El sistema de juego es cómodo aunque en algún momento el sistema de cámaras nos juega una mala pasada. La dificultad es un tanto irregular por lo que en ciertas partes se antoja más sencillo mientras que en otras nos cuesta avanzar.

Dante´s Inferno es un intento de llevar el todo de la saga God of War al universo Dante. Lo han logrado, pero sólo en parte. No deja de ser un machabotones con una historia atractiva en el que podemos mejorar las habilidades de nuestro héroe. Es una lástima que los escenarios se parezcan tanto entre sí y no haya demasiadas diferencias entre algunos círculos.
Éste es un juego entretenido que nos hará pasar unas diez horas un tanto pesadas.

lunes, 1 de diciembre de 2014

El corredor del laberinto



Cine juvenil que se aleja de los convencionalismos a los que este tipo de cine nos tiene acostumbrados. El corredor del laberinto mantiene el suspense de principio a fin pero pierde interés a medida que avanza. Sólo en la parte final, cuando más se acerca al climax, logra llamar nuestra atención. Parece ser una película preparatoria para una secuela más interesante a la que le sobra metraje y le falta intensidad en ciertas partes.

Aparecemos con Thomas, que no recuerda nada, en El Claro, un lugar en el que otros jóvenes le reciben y que se rige bajo normas muy estrictas. Están atrapados al rededor de un laberinto cuyas puertas se abren cada amanecer y se cierran al anochecer, cuando es recorrido por unos seres llamados Laceradores. Este laberinto es recorrido tan sólo por Los Corredores, que se dedican a buscar una salida del laberinto, el cuál es modificado cada noche al cerrarse.
Tras Thomas llegará una sorpresa que cambiará las reglas y les obligará a encontrar una salida a contrareloj, bajo la amenaza de los Laceradores y de ellos mismo.

Estamos ante un thriller de ciencia ficción que nos traslada a una época incierta y a una situación desconocida. El guionista, y también autor de la novela en la que se basa, James Dashner se apoya con mucho acierto en la incertidumbre que rodea al personaje principal para hacernos sentir lo mismo y lograr nuestro interés por su historia, algo que se disipa con el paso de los minutos. A lo largo de la película descubrimos los misterios que rodean al laberinto mediante pequeños detalles que se nos dan con cuentagotas. Somos testigos de la organización que los jóvenes habitantes de El Claro han adoptado para sobrevivir sin problemas y la jerarquía por la que se rigen.
Es un guión extenso, demasiado, al que le sobran secuencias y le falta acción. No concreta y se antoja inconclusa incluso al llegar a los créditos. Le faltan objetivos claros a la trama principal y parece ser tan sólo el comienzo de algo más grande.
Si consigue algo es transmitir ciertos valores que para algunos podrían pasar desapercibidos por haberse tratado de una forma sutil, sin haber ahondado demasiado en ciertos aspectos que podrían resultar interesantes.

El novato Ball cumple con su trabajo pero no profundiza en la historia ni saca partido a la impresionante interpretación de los actores a los que dirige. Con algunos planos y tiros de cámara logra transmitir el frenetismo causado por determinados momentos en las huidas o en los que los jóvenes se enfrentan a los Laceradores, pero en la mayoría del metraje se limita a observar lo que ocurre y captarlo con su cámara. No arriesga y por eso pierde en intensidad, además de que la lentitud del guión no ayuda lo suficiente.
En cuanto a los efectos..., se han empleado los necesarios y no quedan mal después de todo. Lo más impresionante es la vista del laberinto desde un plano en picado, ya casi al final, y la lucha final de los chicos con los Laceradores. Más que efectos visuales añadidos en postproducción abundan los efectos especiales mecánicos.
A todo esto le pone la guinda una banda sonora bastante insulsa y que poco dice para con la historia.

El reparto, del cuál muchos son conocidos por su participación en series famosas o en otros largometrajes, es lo mejor de la producción. Se trata de una aventura coral en la que todos juegan un papel importante pese a que Thomas, cuya interpretación corre a cargo de un envalentonado Dylan O`Brien, carga con el peso del protagonismo.
La interpretación de estos jóvenes actores le da ese toque de calidad a un film que prometía ser el comienzo de una saga exitosa. Sólo por su trabajo merece la pena ser vista para disfrutar de interpretaciones realistas y llenas de vida. Un gran trabajo sin lugar a dudas.


El corredor del laberinto se desinfla a medida que pasan los minutos y sólo al final consigue levantar el vuelto para llamar nuestra atención. Lenta y tediosa en ciertas partes sólo se salva por los visibles conflictos entre los jóvenes habitantes de El Claro y el loable trabajo de los actores que los interpretan.
Está claro que es el comienzo de algo grande, por eso esperemos que haya merecido la pena haber padecido este decepcionante comienzo.


Drácula: La leyenda jamás contada



A caballo entre el mito y la realidad, Drácula: La leyenda jamás contada, narra los orígenes del famoso vampiro creado por el escritor irlandés Bram Stoker.
A lo largo de toda la película somos testigos de cómo un humano y heroico Vlad Tepes trata, por todos los medios, de proteger a su pueblo y a su familia. Y en su desesperación por llevar a cabo esta tarea se ve obligado a tratar con el ser monstruoso que habita en una montaña cercana a su reino, hecho que supone el inicio de su maldición.

Shore nos trae un relato interesante con el que descubrimos cómo se forjó una leyenda mediante una historia real, tratando el mito del vampiro con respeto y fidelidad a la tradición de este ser mitológico. Ésta es una aventura épica con un acontecimiento histórico interesante como fondo y un relato de amor como desencadenante de toda la trama. Hay algunos momentos en la película más tenebrosos, pero esto no hace que deje de ser una aventura épica en la que se suceden batallas y combates impresionantes en lugar de ser un intento de pseudoterror al uso.
El titulo hace justicia a esta producción ya que muestra una historia muy diferente a la que estamos acostumbrados en lo que respecta a la leyenda de Vlad Tepes "El empalador". Nos hace conscientes de que los métodos sanguinarios empleados para con sus enemigos de este príncipe valaquio tenían su motivo. Le quita la careta al horror para que podamos comprobar que lo que se esconde debajo es un ser humano cuyas acciones quedan justificadas, logrando así convertir a un monstruo en un héroe. Algo con lo que se ha acertado de pleno.
De igual forma, nos muestra la conversión de Vlad como consecuencia de todo lo que le ocurre. El miedo que tanto su propio pueblo como sus enemigos le procesan al comprobar en lo que se ha convertido y la falta de tolerancia de aquellos que le rodean al no comprender ni dar lugar a una justificación.
Todo esto se podría entender como un reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde las etiquetas son inamovibles y los prejuicios abundan. Donde no hay lugar a justificaciones y se actúa, en muchos casos, sin razonar lo suficiente. Por otro lado, no se trata de representar la ya trillada lucha entre el bien y el mal, sino de cómo el mal se apodera de todo sin remedio.

Los efectos especiales juegan un papel importante en esta producción, siendo una pieza clave para la realización de la misma y sobre la que se asientan muchas secuencias. La espectacularidad de estos efectos sólo es comparable a la belleza de las localizaciones en las que ha sido filmada. Algunos de estos efectos forman parte incluso de la narración audiovisual, como por ejemplo cuando se emplea el reflejo en una espada para mostrar lo que ocurre en la batalla. Algo original que contribuye a reforzar el caos de la batalla.
Mediante su trabajo tras las cámaras, Shore, nos ha guiado a través de la historia de Vlad de una forma bastante espectacular aunque su realización apenas se limite a mostrar lo que ocurre en lugar de aportar algo más. Sólo con algunos arriesgados tiros de cámara ha conseguido dar su toque a la producción.
Los efectos sonoros han sido tan cuidados como los visuales, siendo un acompañamiento fiel a lo que observamos en pantalla y no dejando huérfanas aquellas acciones que necesitan de sonidos específicos. La banda sonora es la acertada para la ocasión, siendo un hilo que une algunas secuencias de transición y una herramienta para potenciar otras secuencias.

En la memoria de muchos permanecerá Luke Evans como Drácula por mucho tiempo. Sublime interpretación de Evans, que encarna con elocuencia tanto al hombre como al vampiro. Ha creado un personaje en constante evolución a lo largo de toda la producción, un personaje que se amolda a los diferentes acontecimientos que le ocurren. Ha conseguido una interpretación verosímil y muy fiel al personaje, tanto a Vlad como a Drácula. Su impecable trabajo aumenta la calidad de la película de forma considerable. El momento excepcional de este actor queda vigente una vez más.
Él interpreta al héroe y al monstruo con la misma pasión y el mismo acierto con el que interpreta al monstruo de la montaña el conocido Charles Dance (Juego de Tronos). Su pequeño pero importante papel no pasa desapercibido y es relevante para la producción. Dance aprovecha sus pocos minutos en pantalla para convertirse en un monstruo aterrador y despiadado en un trabajo a la altura de su compañero.


Sin embargo, la aparición de Dominic Cooper como Mehmed II, el antagonista de esta historia, pasa de largo sin pena ni gloria. Quizá eclipsado por el brillo de Evans, no ha sabido sacar partido a su personaje, pasando casi como un enemigo más. Da la impresión de que Cooper podría haber hecho mucho más con este personaje.

Drácula es uno de esos personajes emblemáticos de los que siempre queremos conocer más. Esta producción consigue satisfacer a los fans de este ser de una forma elegante y acertada, mostrando su origen, su evolución, y también ahondado en los motivos que le llevaron a este punto.
Shore, con la ayuda de un Luke Evans inspirado, nos trae a un Drácula muy humano y su interesante historia mediante una espectacular película de aventura épica con mucha acción que será del gusto de un público más general así como de aquellos que buscan conocer más sobre el mito de Drácula. Su final deja abierta la puerta a una posible secuela que esperemos, vea la luz.
Lo mejor; la gran actuación de Evans, los espectaculares efectos especiales y la interesante historia. Por otra parte, lo peor es que Vlad no haya tenido un contrincante a su altura.
Sin duda, para amantes del mito y de la acción.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Asador Donostiarra

Me recomendaron este sitio y las pocas dudas que podía tener sobre él se esfumaron al entrar en su página web oficial: Asador Donostiarra. Un sitio web completo e intuitivo en el que podremos encontrar desde una completa galería donde ver el interior del restaurante hasta un menú que nos ayudará a confeccionar nuestra propia carta y hacer la reserva, así como los vinos de los que se compone su bodega. Si, todo muy práctico y preparado para velar por nuestra completa satisfacción desde el momento en el que decidimos acudir a este restaurante.
Esto sirve como anticipo a lo que encontraremos en el sitio físico.

El Asador Donostiarra se encuentra en una zona bastante bien conectada con el transporte público de Madrid. Además, para quienes decidan ir en su vehículo personal, dispone de un aparcamiento propio. La parada de Metro Tetuán es la mejor opción si vamos en metro ya que el restaurante se sitúa en una calle cercana: Calle de la Infanta Mercedes, en el número 79. El aparcamiento no está demasiado lejos y parece estar bien señalada su situación (tomé la opción de ir en Metro, por eso no puedo profundizar en este aspecto).
Nada más llegar nos encontramos con un sitio bastante peculiar por fuera. Pequeños jardines frente a la fachada, unos carteles negros maltratados por el tiempo, una fachada de piedra en la que se dibujan ventanas redondas (muy al estilo de la casa de los hobbits de El señor de los anillos). Cada uno de los detalles trata de trasladarnos a otro lugar, alejados del bullicio de la ciudad. Y, por muy extraño que suene, por momentos lo consigue.

Ya al entrar somos conscientes de la cuidada atención al público que ofrece el servicio en este restaurante. Apenas esperamos unos segundos hasta que lo que parece ser el jefe de sala nos asalta para ofrecernos toda su ayuda y atención. Algo muy de agradecer, ya que el tiempo es oro.
Pasamos tras el señor a nuestra mesa y enseguida nos ofrece algo para beber, que acompaña con unos aperitivos cortesía de la casa y la carta.
El interior del restaurante es lo que se espera: un asador. Toda la decoración es rústica, tanto en la construcción como en los objetos que decoran el lugar. Las paredes están cubiertas, por completo, con fotografías de personajes ilustres que han pisado el restaurante así como futbolistas, políticos, artistas y demás... Algo que da caché al sitio.

El entorno invita a comer e indica, además, el estatus y la categoría del restaurante.
Comenzamos con chistorra y unas banderillas de anchoas con guindillas bastante agradables, regado todo con cerveza, claro. Y, pese a que tenemos la carta ya cerrada (cosa que no tardamos en comunicar y que ellos no tardan en solventar), ojeamos la carta para comprobar la gran variedad de platos que ofrece este asador, siendo, por pura lógica, los platos de carne los que más abundan.
Mientras damos buena cuenta de los aperitivos, uno de los camareros se acerca para preguntarnos por el tipo de vino que queremos. Rioja, le contesto, y apenas unos segundos después aparece con una botella que nos muestra pero que no llega a servir al comprobar que aún no habíamos terminado las cervezas. Todo un detalle a tener en cuenta.
Tras descorchar la botella y dejarla sobre la mesa nos enuncia las opciones del plato principal de nuestra carta personalizada para que escojamos. Yo escojo un entrecot a la tabla y mi pareja Merluza rellena de txangurro. Y justo al irse el camarero comienzan a llegar los entrantes: un paté casero de oca acompañado de vinagre balsámico que está de lujo (lo recomiendo encarecidamente), un plato de jamón ibérico bastante generoso y una ensalada de langostinos con bacalao confitado que sabe a gloria. Al terminar las cervezas, una de las camareras se acercó y nos sirvió vino enseguida. Este es uno de esos gestos que marcan la diferencia, que le dan clase al lugar y que logran que te sientas cuidado.

El plato principal no tardó en llegar nada más acabar con los entrantes. Primero el pescado; luego la carne.
Debo reconocer que pese a no ser muy de pescados, pude probar la merluza y estaba bastante buena. La salsa, el relleno. Todo servía como gran acompañante a la merluza sin llegar a quitarle protagonismo. Un plato jugoso y lleno de sabor. Para los amantes del pescado es, sin lugar a dudas, la mejor opción.
Sólo un instante después llegó la carne. Que venía con instrucciones y todo. Primero trajeron el entrecot a medio hacer y bien sazonado. Cortado en tiras de un grosor adecuado. Luego trajeron un plato caliente, como de cerámica. La camarera tomó con dos cucharas un trozo de la grasa del entrecot (dejado de forma estratégica en el plato) para frotarlo contra el plato de cerámica al que después echó algunos trozos de carne para que se terminaran de hacer. Es un verdadero lujo poder hacerte la carne a tu gusto.
Debo reconocer que el entrecot estaba muy tierno y bastante jugoso. Y el que pudiera darle el punto que quisiera o mantenerlo caliente es lo mejor del plato. Por supuesto, el servicio se preocupa en que siempre haya un plato caliente sobre la mesa en el que terminar de hacer la carne. Están muy pendientes de esto.

Antes de los postres trajeron un par de copas de sorbete de limón. Algo para limpiar el paladar y poder disfrutar mejor de los sabores dulces.
Acompañando una botella de orujo y otra de limoncello, llega el primer postre: tejas y una porción de tarta de queso. Este es un postre casero que está delicioso. La tarta de queso está firme y consistente pero cremosa a la vez. Y las tejas están crujientes y con un toque afrutado.
Para finalizar el postre trajeron dos bolas de helado.
Fue al retirar los platos cuando una camarera nos preguntó por si queríamos café o algo más. yo pedí un té verde y creo que mi pareja se decantó por un café. Una pequeña caja de bombones, regalo de la casa, fue la guinda a un menú y una comida para recordar.

Qué más decir de este lugar. Cuidan todo detalle y siempre están pendientes del cliente. No demoran en traer comandas ni en retirar platos vacíos pero aún así no sientes presión ni prisa a la hora de ser atendido, te dejan espacio y tiempo para comer con tranquilidad (nosotros estuvimos tres horas). Los camareros son atentos y serviciales.
El lugar es llamativo por fuera y acogedor por dentro. Todo está limpio y ordenado, y aunque dispone de mucho personal nunca llega a dar sensación de agobio o caos. El espacio entre mesas es el adecuado aunque en algunas partes pueda pecar de extrema cercanía entre mesas.
Tanto por el sitio como por la comida percibimos que no será demasiado barato, pero lo cierto es que tampoco es demasiado caro ( a ver, no es un sitio al que uno va todos los días pero al que puede ir de vez en cuando para darse un capricho). El precio, dependiendo de lo que escojamos, bien sean menús cerrados o platos independientes, puede variar entre los cuarenta a ochenta euros por comensal.

Para todos aquellos que quieran dar una sorpresa a su pareja o a algún familiar llevándolos a comer, o cenar, platos de una elaboración cuidada y bastante buenos a un restaurante de lujo, excepcional, frecuentado por famosos, deportistas y políticos, este es su sitio. Puede parecer un poco caro, pero en verdad merece mucho la pena y apenas sales del restaurante ya estás planeando cuando volver.
El Asador Donostiarra es un capricho que te puedes dar.

viernes, 21 de noviembre de 2014

El rey león

Nada más entrar al teatro nos sentimos abrumados por la magia del lugar. Ya en el patio de butacas buscamos nuestras localidades y tomamos asiento, no podemos evitar sentirnos minúsculos ante tal grandeza. La magia está allí presente, en cada detalle. Un murmullo constante nos acompaña y no podemos más que mirar con asombro de un lado a otro y deleitarnos así con el ambiente que se respira. Entonces, tras los comunes avisos por megafonía, las luces bajan su intensidad con poética lentitud y con el grito de alguien solitario sobre el escenario comienza el musical de El Rey León.
Se hace la luz sobre el escenario mostrando a algunos personajes danzando y cantando. El corazón se nos encoje y sentimos un nudo en la garganta. Miles de emociones nos asaltan logrando lágrimas y sonrisas a la vez. Un hermoso recuerdo de nuestra infancia nos golpea. Un verdadero viaje al pasado da comienzo mientras nos dejamos llevar por esa tan carismática primera canción y somos testigos de cómo el escenario se va llenando poco a poco de la más diversa fauna africana. Un verdadero espectáculo.

Los diferentes elementos de la escena se van sucediendo sin que apenas seamos conscientes de ello mientras comienzan a perfilarse los personajes principales a los que, por memoria, conocemos bastante bien.
Una historia ya conocida, contada de la misma forma que siempre pero con elementos clave que la dota de ese halo especial que sólo se da en el teatro.
Nos encontramos con la traición y la venganza en una historia que hace referencia a los diferentes tipos de gobierno y de escalas sociales. Una historia capaz de dejar un mensaje claro como la tolerancia y la desaprobación del racismo. Y lo asombroso es que lo ha hecho sirviéndose de un relato atractivo que cala bien en los niños..., y no tan niños. Se trata de una historia entretenida que trata algo vital para la mejora y bienestar de la sociedad.

Nos encontramos con una puesta en escena brillante. Vibramos con las espectaculares coreografías y los incesantes movimientos de los actores sobre las tablas. Nos transportamos con los ingeniosos decorados que, pese a su sencillez, consiguen que nos sintamos inmersos en la historia y en el lugar en el que se sitúa la acción. La caracterización de los actores está tan lograda que sólo vemos animales desfilar por el escenario. Los juegos de luces y sombras contribuyen a crear efectos impecables de una forma vistosa y efectiva.
¿Y qué decir de las canciones, de la música en vivo o de los efectos sonoros creados mediante instrumentación? Sirven para narrar la historia, para crear emociones y, sobretodo, para nuestro deleite. Las voces se pierden entre los instrumentos en una fusión fantástica en la cuál tan sólo se percibe un todo.
Todo acompañado por una interpretación magistral de todo el elenco, desde los más pequeños hasta los mayores. Los actores saben transmitir toda la variedad de emociones y sensaciones que de forma constante se van dando a lo largo del espectáculo. Hacen las veces de alma e instrumentos, su aportación no se limita a dar vida a un personaje si no que van mucho más allá siendo una parte fundamental, el pilar sobre el que se asienta la producción.

El Rey León es uno de esos espectáculos capaces de acercar el teatro a un público más general. Es una historia que nos acompaña desde hace mucho tiempo y que se ve renovada como una obra excepcional.
Trata de enseñarnos y entretenernos a partes iguales y sin reparos, logrando que las emociones surjan por sí solas.
El musical de El Rey León es algo que se debería ver al menos una vez. Es una obra especial y conmovedora. Una auténtica delicia. 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Flashforward

... o Recuerdos del futuro, el cuál es el título original de esta obra literaria del canadiense Robert J. Sawyer. 
El autor nos invita a echar un vistazo al futuro mediante este thriller de ciencia ficción en el que descubrimos la historia de unos científicos que, tratando de hallar el Bolsón de Higgs, logran que la consciencia humana viaje 21 años hacia delante para visualizar durante casi 2 minutos el futuro que le depara a la humanidad. Muchos de los que ven su futuro tratarán de cambiarlo, otros de entenderlo. Y aquellos que no haya tenido visión, tratarán de resolver su propio misterio.
Aliciente bastante interesante que nos invita a comprobar cómo este hecho tiene efectos a corto y largo plazo sobre la sociedad y todo lo que la rodea.

La historia está dividida en diferentes tramas conectadas entre si que le aportan dinamismo y frescura a una novela que en ocasiones se hace demasiado pesada de leer debido a los constantes tecnicismos que pueblan sus páginas. A pesar de esto, en general, no es complicada de leer, lo que facilita que un amplio target de lectores se puedan interesar por esta novela y la lean sin problemas. De hecho, lo que Sawyer nos cuenta es tan interesante que consigue que permanezcamos enganchados a su novela desde la primera página.
Las dispares situaciones que se dan a lo largo de la novela son narradas con un esmero a tener en cuenta que le aportan ese punto necesario de veracidad a la historia, y apenas cuesta crear imágenes mentales a partir de las elaboradas descripciones. Los diálogos son fluidos y brillantes, siendo una parte importante de la obra que nos ayuda a comprender ciertos aspectos de las diferentes tramas y de sus personajes, los cuales transmiten sensaciones y sus propios sentimientos como si de personas reales se tratara. Personajes redondos, sin duda.
Flashforward está llena de giros argumentales que nos dejan helados pero que, de forma sorprendente, tienen sentido. Quizá debido a que asumimos que es ciencia ficción y que todo puede pasar. Su irónico y ácido sentido del humor logra sacarnos más de una sonrisa mientras que ciertas situaciones nos harán reflexionar sobre temas tan interesantes como la existencia de los multiversos, el dilema sobre si el futuro es inmutable o no, o incluso sobre la inmortalidad.
Y es que Sawyer ha conseguido una obra entretenida que además nos hace meditar sobre ciertos aspectos de nosotros mismos y del universo. Además, cabe alabar la profunda investigación previa a la escritura de la novela, con lo que ha conseguido dar veracidad a todo lo que en ella ocurre.

Flashforward nos muestra las consecuencias de un viaje al futuro, por breve que sea. Nos traslada a un tiempo en el que todo es posible y la tecnología está tan avanzada que la humanidad se integra con ella a la perfección.
Nos obliga a meditar sobre todo esto. Sobre los viajes temporales y sus consecuencias. Sobre el incontrolable avance de la tecnología y la ciencia. Nos plantea dilemas bastante interesantes a lo largo de toda la novela.

Si alguna pega se le puede poner es que parece terminada con premura. Todas las tramas se resuelven demasiado rápido en los capítulos finales. Aún así, tiene un final bastante convincente aunque algo predecible.
El abuso de los tecnicismos puede suponer una desventaja para quienes no estamos familiarizados con ciertos términos, lo que hace que en ciertos puntos la lectura se vuelva tediosa.

De todas maneras, Flashforward es una novela interesante y con un subtexto que nos hace pensar.
Muy recomendable.

Yo, Frankenstein

Nos encontramos ante un intento por actualizar la grandiosa obra de Mary Shelley dándole un nuevo sentido. Un error que resulta bastante vistoso pero que carece del espíritu que atesora la obra original u otras producciones basadas en el mítico monstruo del visionario Doctor Frankenstein.

Y es que Kevin Grevioux no ha conseguido con su guión, inspirado en su propia novela gráfica, transmitir el profundo mensaje que siempre ha acompañado a esta historia: el inalcanzable sueño del ser humano por crear vida, por lograr resucitar a los muertos y la consecución de la vida eterna. Un dilema moral que invita a reflexionar y al cual se le puede sacar un jugo bastante interesante, pero que en este caso queda relegado por la siempre vigente e inevitable lucha entre el bien y el mal en el que un ser se encuentra en medio siendo la clave para ambos bandos por alcanzar la victoria. ¿No os suena? Si, lo cierto es que este concepto está bastante trillado. Algo que ya explotó Stuart Beattie como co-guionista en la fantástica Underworld y que ha tratado de repetir sin el mismo éxito con su Frankenstein particular.
Se queda estancado en una historia previsible y sin más texto que el ordinario para este tipo de producciones. No ha sabido ir más allá respetando todo aquello que la obra original trata con verdadero atino. No es más que otra historia vacía sobre el bien y el mal, carente de sentido y que podría haber protagonizado cualquier ser.

Aún así, lo cierto es que se ha logrado una estética acorde al tema a la cual acompaña unos efectos especiales bastante interesantes y vistosos. Quizá esta sea la única parte positiva de la producción. Una estética fiel al cómic en algunas tomas pero caótica en otras muchas que no hace si no entorpecer la creación de un clima apropiado para la historia. Una banda sonora ruidosa que no sirve nada más que para aportar caos al conjunto pone la guinda a este desastre audiovisual hecho de retales, tal y como su protagonista, al cuál pone rostro un inexpresivo Aaron Eckhart.
Cabe la posibilidad de que encontremos un Frankenstein bastante alejado de la realidad a la que estamos acostumbrados. Un lastre que a los incondicionales de este monstruo les parecerá una auténtica aberración. Ya que la caracterización de Eckhart se limita a unas simples heridas cosidas de aquella manera que corren su piel, además de que queda claro desde el principio que no nos encontramos ante un ser hecho de retales al que le cuesta moverse sino que se trata de un superhombre capaz de todo.
También recupera Beattie a Bill Nighy para darle el papel de malvado supremo en el que encaja a la perfección, quizá ya rodado por su rol en Underworld. Nighy nos regala la mejor interpretación de esta producción.

Mala película y peor Frankenstein. Una verdadera abominación que huye de una buena historia con un mensaje increíble para centrarse en una película de acción sobrenatural al uso a la que tan acostumbrados estamos, en la que sólo se trata la constante lucha entre el bien y el mal con el objetivo de salvar o destruir a la humanidad. Sólo al principio y al final encontramos unas ligeras pinceladas de lo que podría haber sido esta producción: Una película que, sin dejarse llevar por la corriente de la acción, tratara de forma íntima el dilema al que se enfrenta el monstruo de Frankenstein al encontrarse en un mundo en el que quizá no tiene cabida. Algo que, por desgracia, tendremos que esperar para ver en una nueva actualización de este mítico personaje y la cual esperemos que llegue.
Entretenida en ciertas partes, bochornosa en otras, muy aburrida en general. Disfrutarás de los efectos especiales y de ciertos planos muy al estilo de una novela gráfica. Eso si, si no te duermes antes...

domingo, 2 de noviembre de 2014

Transcendence

Sin pena ni gloria esta producción recuerda a Nolan en lo estético, quizá debido a que la dirige su director de fotografía de confianza, y a una extraña mezcla entre Her y Lucy en el trasfondo que trata de transmitir, eso sí, sin la misma eficacia que éstas.

El Doctor Will Caster, un afamado investigador en inteligencia artificial, trata de crear una compleja máquina capaz de manejar la inteligencia colectiva de todo el mundo junto con emociones humanas. Con su compañera y pareja, Evelyn, y su compañero y mejor amigo, Max Waters, logra su propósito aunque no le llegan a implantar una consciencia a esta máquina. Caster, al igual que otros científicos y parte de su equipo, es atacado por un grupo anti-tecnología, lo que hace que se apresure en introducir una consciencia en la máquina, consiguiendo crear una máquina con habilidades sorprendentes y una consciencia humana. El objetivo de Carter es crear un mundo mejor con ayuda de la tecnología pero los medios para lograrlo no son del gusto de sus compañeros, lo que les hace plantearse un dilema moral entre lo que es correcto y lo que no.

Transcendence trabaja sobre una base que en los últimos tiempos está siendo bastante explotada: El empleo de la inteligencia artificial en concreto y la tecnología en general para mejorar el mundo en el que estamos y nuestras vidas. Un concepto interesante que no logra manejar con el mismo éxito que otras producciones, quizá por la falta de rotundidad, por extenderse demasiado en ciertos aspectos menos interesantes o por la falta de pasión en la interpretación de sus actores y la pasividad con la que se describe todo.
Es llamativo todo lo que trata, sobretodo para quienes amamos los avances tecnológicos, pero aburre cómo lo trata. Adolece de secuencias vacías que no llevan a ninguna parte y que se estancan en una misma premisa: la de que Carter necesita alcanzar una fuente de poder casi ilimitada para llevar a cabo su función; dejando abandonados otros aspectos que podrían haber sido mejor explotados. Y es que apenas profundiza en el conflicto moral que supone crear inteligencia artificial con consciencia, superhumanos capaces de procesar información a elevados niveles. Tan sólo somos testigos de una guerra entre dos bandos poco definidos y una historia de amor poco creíble.

Lo cierto es que esta producción se antoja desconcertante de principio a fin ya que no deja claro lo que quiere transmitir al público. En un principio se nos muestran los avances de Carter como un gran avance, la panacea. A la mitad de la película somos testigos de cómo estos avances pueden suponer un peligro para la humanidad y justo al final comprendemos que el buen uso de la tecnología puede mejorar el planeta y nuestras vidas. Un perfecto juego de manos que no hacen sino aturdirnos para confundir el significado final de la película. Algo negativo y positivo a la vez, ya que cada uno puede sacar sus propias conclusiones después de verla pero al mismo tiempo nos deja desconcertados.
Quizá algo que lapida el interés que pueda despertar el tema que trata sea lo poco atractiva que es la forma en la que lo trata. No es una película entretenida con la que no quedamos pegados a la butaca y en más de una ocasión despertará el bostezo. Una desgracia, ya que podría haber sido más de lo que es.

Con toda probabilidad, la parte más llamativa es casi al final, cuando mediante efectos especiales muy bien elaborados nos muestra las capacidades de la máquina y lo que en realidad quiere hacer. Sin embargo, la parte del conflicto armado deja un sinsabor y para nada resulta impresionante al haberse presentado en pantalla con demasiada simpleza.
Si en algo se ha acertado ha sido en la ambientación, la cuál representa con cierta fidelidad lo que acontece en cada localización, siendo el laboratorio una de las partes más logradas.
Queda clara la falta de rodaje de Pfister en lo que a la labor de realización respecta, con la cuál se limita a mostrar lo que ocurre y poco más. No encontramos planos complejos ni que aporten demasiado a lo que el guión trata de contar. Wally Pfister se limita a describirnos lo que ve sin intentar de darle un significado diferente, el suya propio. No trata de impresionarnos mediante tomas que aporten algo de aire fresco a la producción. Yerra al permanecer impasible mientras los minutos de su película se consumen sin llegar a reflejar con su trabajo lo que transcurre sin más.
Tampoco en el ámbito sonoro cabe destacar nada. No encontramos una banda sonora que vayamos a recordar, y tan sólo se usa para no dejar libre de sonidos algunos momentos.

Por supuesto, la pasividad en la interpretación también hace mucho y es que encontramos a un Johnny Depp demasiado alejado de lo que nos tiene acostumbrados. Quizá asimila demasiado bien el rol de su personaje y es por ello que durante toda la película se muestra como un ser sin vida, hierático. Esta vez ha sido superado por unos secundarios que por momentos parecen desubicados pero cuyos roles han sido bien definidos por sus actores. Depp parece pulular con desgana por los diferentes decorados, no transmite nada, ni tan si quiera como máquina. Con toda probabilidad, una de sus interpretaciones más descafeinadas.
Lo que si encontramos es a una Rebecca Hall expresiva que ha sabido adaptar las emociones de su personaje a cada momento, llevándolo a un climax al final bastante en la línea de lo que vemos durante todo el metraje.
La interpretación de Paul Bettany sigue la línea de su compañera femenina. Aporta sentimentalismo con el personaje que más se cuestiona si lo que experimenta su amigo Carter es lo correcto o no.
También encontramos a un Morgan Freeman bastante alejado de lo que vimos en Lucy, quizá al tener un rol más apartado de la trama principal. Si deja alguna pincelada propia del actor, pero no ahonda lo suficiente en su personaje ni interfiere demasiado en la acción.
Algo parecido le pasa a Cillian Murphy, incapaz de desarrollar su potencial al verse limitado a un secundario que aparece y desaparece de forma constante durante toda la película sin llegar a pertenecer de forma activa a la trama principal.
Kate Mara es la encargada de interpretar a la líder del movimiento anti-tecnología. Agresiva y poco más, le falta algo que la convierta en líder. No ha sabido adaptarse a lo que pedía su personaje y eso se nota, ya que encontramos una villana bastante descafeinada.

Transcendence trata un concepto interesante pero no lo hace atractivo. El empleo de la tecnología para nuestro beneficio es una carta que bien jugada puede suponer la creación de algo importante. Si se hubiera ahondado en esto, el resultado final sería muy distinto. Pero en realidad encontramos una historia de amor enmascarada por una trama que se queda a medias y que no logra el efecto deseado. Poco o nada queda en esta historia del dilema moral que suponen estos experimentos, de los conflictos que podrían tener lugar si algo de esto ocurre.
Es ridículo y poco acertado el planteamiento que se hace de un tema que podría haber dado para mucho más.


sábado, 1 de noviembre de 2014

El orfanato

Espeluznante y emocionante a la vez. Una auténtica joya del cine español que merece por méritos propios permanecer en la memoria de todos.

Esta producción en la que participa el omnipresente Guillermo del Toro, supuso el debut cinematográfico de un gran realizador de nuestro cine, Juan Antonio Bayona, que nos transporta de forma magistral a un viejo caserón, el cuál Laura junto con su marido, Carlos, tratará de transformar en una casa de acogida para menores con minusvalía. Un desafortunado acontecimiento llevará a Laura a descubrir el misterio que esconde el viejo caserón donde se crió.

Con esta base, el guionista Sergio G. Sánchez y Bayona implantan en nosotros una sensación de terror que crece de forma paulatina en nuestro interior hasta explotar en una amalgama de sensaciones muy distantes unas de otras. Logra crear una sensación de angustia que se afianza en nuestros estómagos y eriza nuestra piel. Una sensación profunda de terror que nos mantiene inmóviles ante la pantalla y que al final sufre una metamorfosis en la cual lo tenebroso se vuelve bello para hacernos olvidar el sufrimiento psicológico al que hemos sido expuestos, y hacernos sentir así una emoción inmensa al disfrutar de un final impecable.
Este drama nos aterroriza mediante el empleo del terror psicológico y no mediante el susto fácil. Bayona ha sabido crear la atmósfera perfecta para que su historia cobre vida. El uso de lo cotidiano en su discurso le aporta ese punto con el que nos hace llegar una absoluta sensación de terror de la que no podemos escapar. El empleo de lo banal y carnal para llevarnos hacia un mundo paranormal  ha sido un recurso magnífico. Los factores de los que se compone suponen el éxito inmediato en su cometido, que no es otro que hacer que el terror nazca en nuestro interior y madure hasta salir a la luz para hacernos sentir el puro miedo irracional que nos obligará a mirar a nuestra espalda en más de una ocasión. Los sustos puntuales son empleados con criterio y no se ha abusado en exceso de ello, lo que hace que no interfieran en la trama sino que la completen, y es entonces cuando pasan de ser un recurso a convertirse en casi un personaje más de la producción que sirve como guía. Hay ciertos momentos en los que el terror cobra mayor presencia, siendo estos momentos la bocanada necesaria para seguir manteniendo nuestro interés.
Consigue su propósito, sin lugar a dudas. La película nos muestra la historia de una madre coraje que lucha contra viento y marea hasta lograr su objetivo. Un gran ejemplo que lanza un mensaje positivo al final; un mensaje para aquellos que ven flaquear sus fuerzas cuando todo se le pone en contra. El Orfanato es una versión revisada, y casi mejorada, del clásico Peter Pan. La historia de un reencuentro con el pasado.


Bayona impone cátedra con esta producción que debería servir como espejo para el resto de cineastas a la hora de retratar el miedo puro. 
La estética juega un papel importante siendo lo que nos envuelve para mantenernos inmersos en la historia. Gracias a una puesta en escena cuidada y a unos tiros de cámara sencillos pero muy bien llevados a cabo, la producción adquiere ese aura adecuada para transmitir todo lo que se propone. La realización es fiel al guión, y en la composición de los planos no sólo se ha tenido en cuenta la estética sino lo que pueden representar.
La ambientación y el maquillaje han sido cuidados al milímetros para lograr absoluta fidelidad a la hora de mostrar la historia y transportarnos al lugar en el que sitúa. Son pocos los efectos visuales pero esos pocos son bastante intensos aunque  no llegan a interrumpir de forma estrepitosa en la producción.
La banda sonora es la que otorga al producto final un sentido único que va en  una sola dirección, apuntala esos momentos de tensión en los que no nos moveremos de la butaca o del sillón. Es una autentica belleza que entra en perfecta comunión con lo que vemos.

Y si en algo destaca esta producción, es en los actores que ponen rostro a los personajes. Nos encontramos con una enorme Belén Rueda interpretando a Laura. Somos testigos de su deterioro físico y mental a lo largo de la película en lo que se supone uno de sus papeles más impresionantes. Belén es el alma de esta producción, que con una actuación difícil de olvidar en la que borda los cambios que sufre su personaje a lo largo de toda la película, consigue que sintamos una profunda empatía con ella.
Por otro lado tenemos a Fernando Cayo, que pone rostro a Carlos, un eterno secundario que pasa a tener un rol con mayor peso aunque eso no le evita permanece a la sombra de su compañera femenina. Soberbio en los silencios mayúsculo en sus apariciones. Él aporta el contrapunto que hace que la historia se mueva.
Al igual que la sorprendente irrupción de Geraldine Chaplin haciendo de Medium, que aporta en la producción una elegancia distintiva que sólo ella es capaz de tener.
Cabe destacar la interpretación de los pequeños, capaces de hacernos sentir emociones muy dispares. Sin la menos duda, la interpretación a nivel general de esta producción es magnífica. Cada uno afronta su rol con profesionalidad y logrando un gran resultado.

El orfanato es un auténtico drama que hará que se nos ponga la carne de gallina. Nos hará sentir el terror como nunca hasta ahora. Bayona realiza un trabajo espléndido al contarnos una historia tan compleja como viva. Una auténtica obra de arte que merece ser visionada al menos una vez.