Hay tanta mierda aquí que no sé si estoy esnifando coca o el polvo acumulado sobre la mesa.
Llevo en este sofá horas y no tengo intención alguna de moverme de aquí.
Desde aquí me alcanza lo suficiente la vista como para ver a la chica que me gusta darse el lote con el más inepto de todos los que hay aquí. Creo que también puedo ver a mi amigo intentar comerle la oreja a una rubia, venida nada menos que desde Alemania, y a un par de críos liándose un porro de maría.
Todo a mi alrededor se mueve, está vivo, y aun así yo parezco estar muerto. Cada mañana me prometo a mí mismo dejar esta mierda; el problema está en que pocas horas después estoy untando la nariz en este maldito polvo blanco, ya sea en el mugriento lavabo de una ruidosa discoteca, sobre una mesa como ésta o un espejo en el que apenas puedo ver mi reflejo.
Mi vida ha pasado de largo, ha pasado de mí y, lo peor, es que apenas me he dado cuenta.
Todos se divierten, ríen, conversan…, y yo. Yo sigo aquí, en el sofá. Contando los segundos que pasan hasta el momento en el que cierre los ojos por última vez. Luchando para no dejar de respirar.
Me hace gracia cuando oigo a alguien hacer planes de futuro. Yo no miro más allá de la raya que me meta porque puede ser lo último que vea antes de desplomarme y partirme la crisma contra el suelo.
Mi juego con la muerte está durando ya demasiado y a uno de los dos le tocará perder pronto. No temo ser yo.
Y aquí sigo. Luchando por mantenerme vivo. Por no dejar caer la cabeza hacia atrás. Viendo como mi vida se apaga, desde el sofá.
Obra original de Jesús Muga.
26-Agosto-2011
Obra original de Jesús Muga.
26-Agosto-2011