lunes, 30 de mayo de 2016

1997 Rescate en Nueva York

Todos hemos oído hablar de esta película en alguna ocasión. Tanto fans del cine como del género la encumbran hasta lo más alto con halagos por unir varios elementos formando una película capaz de satisfacer los diferentes gustos de los espectadores.
Bien es cierto que tanto su contenido como su continente son atractivos aunque todo ocurre a una velocidad de vértigo y apenas nos da tiempo a digerirlo como es debido.

Ambientada en un futuro cercano (al menos en aquel entonces) y distópico, Carpenter nos llevar a una Nueva York asolada por el crimen donde se toma la medida drástica de encerrar a todos los convictos en la isla de Manhattan bajo fuertes medidas de seguridad y donde impera la ley del más fuerte.
Tras el secuestro del presidente, deberán recurrir a Plissken para que lo rescate ofreciéndole la libertad a cambio.
A simple vista, tenemos un argumento simple, demasiado explotado. Pero lo que hace interesante a esta película es el ambiente de contrastes que retrata con cierta naturalidad. Tenemos a un lado del muro a una civilización organizada, impoluta y sistemática; mientras que por otro lado tenemos el caos, la ruina y un sistema de valores basado en lo material. Un claro ejemplo de lo que podría tener lugar si no se combate el crimen con un sistema que permita la reinserción en lugar del castigo o el abandono. Del mismo modo se muestra cómo la sociedad es capaz de reagruparse en clases mediante clanes entre los que existe una rivalidad por mantener la supervivencia al precio que sea. Y el nexo de unión entre estos dos mundos no puede ser otro que un personaje ambiguo, de doble moral, que no sólo mira por su bien propio sino que se calza la capa de héroe cuando es necesario. Un antihéroe convencional que ya es carismático desde su primera aparición tanto por su pasado como por su interesante presente. De una forma indirecta, Carpenter también hace crítica a la forma en la que EEUU trata a sus "héroes", al utilizarlos indiscriminadamente con el fin de salvaguardar los intereses de la nación sobre el de los propias personas.
El guión se ha narrado a un ritmo vertiginoso. Las acciones se suceden sin darnos respiro, los diálogos son directos y elocuentes. La agilidad con la que todo tiene lugar es fundamental y sirve como apoyo a la excelente ambientación conseguida. Un plus que la hacen aún más interesante y particular. Tanto como para convertirse en un referente del género.


La dirección sigue los parámetros establecidos a la hora de representar este género, empleando planos generales y largos en los cortos momentos de pausa para descubrir una Manhattan sumida en el caos por la que se desenvuelve con naturalidad el protagonista y planos más cerrados, con rápidos movimientos tanto internos como externos con el fin de agilizar la acción y hacerla más atractiva. Un empleo más que apropiado para este tipo de producciones.
La iluminación es espectacular, envolviendo en una oscuridad asumible a los personajes así como creando contrastes de claro/oscuros que proporcionan vistosidad a los planos. También se emplea para dar profundidad y crear diferentes niveles para obtener una rica puesta en escena.
A la lograda ambientación y el impecable vestuario hay que sumar una banda sonora de estilo electrónico un tanto estridente y ochentera que le viene al pelo para volver más épicas ciertas situaciones.


Un reparto atractivo pone la guinda a esta producción. Un inconmensurable Kurt Russell, el cuál parece haber nacido para interpretar a Plissken, se mete en la piel del antihéroe imperturbable que todo lo puede. Hay una ligera evolución de su personaje pero a nivel general mantiene la misma actitud en todo momento. El contrapunto lo pone un emblemático Lee Van Cleef, con el que Carpenter no sólo añade tablas a nivel de interpretación con una magnífica actuación del legendario actor sino que hace un guiño al cine western y homenajea en cierto modo a Sergio Leone, del que queda claro toma muchas referencias para esta película como el "hombre sin nombre", el estado parecido al lejano oeste que muestra Manhattan o las formas con las que todo se sucede.
El resto del reparto cumple las con las expectativas aunque no están, ni mucho menos, a la altura de estos dos titanes sobre los que se carga el peso de la interpretación.

Rescate en Nueva York es un referente para el género, el cuál ha servido para marcar los pasos a seguir de todo aquel que trata de representarlo.
Es una película atractiva cuyo texto a simple vista es simple: una misión suicida para rescatar al presidente de los EEUU; pero con un subtexto rico que nos muestra cómo sería la sociedad sin la importancia de la reinserción, el estado anárquico que se implantaría así como una crítica al sistema de valores de los EEUU.
Es un clásico que no os podéis perder.

Por cierto, un dato para los jugones. El personaje de Snake, de la saga Metal Gear Solid, está inspirado en el protagonista de esta película. Es evidente, ¿no?

domingo, 22 de mayo de 2016

La pirámide

Ha recibido malas críticas, sí, lo sé, y no entiendo demasiado bien el motivo por el cuál se la echa a la hoguera sin más. Es posible que quizá sea porque se esperaba más de esta producción en todos los aspectos o porque no está a la altura de este tipo de cine sino más bien a un paso entre la Serie B y un cine de producción menor. Pero lo cierto es que La Pirámide consigue lo que se propone: entretener, sin más. Sí, dejando a un lado las fugaces enseñanzas sobre la cultura y deidades del antiguo Egipto por las que pasa de puntillas, el interesante contexto histórico que se deja atrás al pasar por la estrecha entrada a la pirámide o cualquier tipo de moraleja final de una enseñanza que brilla por su ausencia... esta película resulta entretenida.

Unos documentalistas deciden seguir al interior de una pirámide recién descubierta, y que se encuentra enterrada bajo tierras egipcias, a un arqueólogo y su hija. Una vez dentro, se pierden en el laberíntico entramado y sufren las inclemencias de las trampas de su interior, cuando descubren que hay algo más que les acecha.
El comienzo es prometedor, pero poco a poco su intención se diluye en cada giro, con el roce de la piedra viva del interior de la pirámide, dejándonos una esencia simple y lineal, pues no hay evolución de ningún tipo ni en los personajes ni en la trama. Tanto diálogos como acciones son esenciales, limitándose a mostrar la incansable búsqueda de una salida que se antoja lejana e inexistente ya desde el comienzo. Tan sólo en momentos puntuales dados por acciones dramáticas vemos un atisbo de sentimiento por parte de los personajes, el resto es sucede por pura inercia de la acción que se desarrolla frenética e imparable, pues ni tan si quiera las trabas que tratan de parar el avance de los aventureros son originales ni presentan mayor dificultad para ellos que huir o evitarlas.
Ya al final, podemos comprender que sólo las personas de buen corazón pueden aspirar a una vida más allá de la muerte. Una teoría que pasa casi desapercibida y que no queda reforzada en ningún momento por las acciones ni los diálogos. Una pena que no se profundice en este concepto para dar complejidad a la historia y enriquecer la trama.


Todo está retratado a modo de falso documental, con movimientos inestables y bruscos de cámara, planos imprecisos y faltos en belleza, con demasiado movimiento interno y la fluidez necesaria en los momentos puntuales para aportar agilidad a la película y transmitir tensión. Este método pierde toda su efectividad cuando aparece una tercera cámara que nos saca de la vista subjetiva de la joven arqueóloga y del cámara, pese a que trata de mantener una estética semejante para no romper la linealidad.
Si algo cabe destacar es la acertada iluminación que vuelve más realistas los entornos y contribuye a crear una atmósfera apropiada para el género y para el argumento. Por su parte, las localizaciones, aunque repetitivas y poco originales, con pocos detalles a destacar, nos hacen sentir inmersos en las entrañas de una pirámide y le dan cierta veracidad a la historia.
La banda sonora es inexistente, concediéndole todo el protagonismo sonoro a los ruidos y los insulsos diálogos que se suceden en cada secuencia.

Ninguna interpretación es destacable. Todas se mantienen en el mismo nivel, el cual se acerca más a una producción de cine menor que de una película de alto presupuesto. Los actores no han ahondado suficiente en las emociones de sus personajes y eso es algo que queda vigente en pantalla. Se dejan llevar por las acciones y sus emociones varían de forma intermitente.

Hay que tener claro que esta película no ofrece nada más allá del entretenimiento que plantea. Cada uno de los componentes deja que desear por separado mientras que el conjunto de ellos conforma un producto consumible pero poco más.
El guión se centra en un argumento previsible y bastante trillado en este género, no ofrece nada sorprendente ni novedoso. Aunque la representación de cierto mito puede resultar interesante y el comienzo pinta bastante bien, a mitad comienza a flojear y no vuelve a subir el nivel hasta casi el final. Es una trama falta de ritmo en la cuál los momentos de climax parecen salvar los muebles pese a mostrar cierta irregularidad. Respecto a la realización, todo está retransmitido a caballo entre dos estilos que no hacen más que aturdirnos y hacer que desconectemos de la historia en más de una ocasión. Las localizaciones son coherentes y aportan ese grado de realismo a la historia mientras que los efectos especiales retratan de forma impecable a seres mitológicos. La actuación se ve mermada, muy probablemente por la poca profundidad que demuestran los personajes y la carencia de emociones, por lo que apenas transmiten sensaciones.
Es una de esas películas que cumplen pero defraudan, de las que esperas algo más en general. Un auténtico retrato de lo que supone un descubrimiento de tal envergadura que termina siendo un reflejo borroso que se dirige sin rumbo hacia ninguna parte, cuyo final deja indiferente. No nos mantienen en tensión ni el terror que plantea nos persigue después de haberla visto, tan sólo algunos sustos puntuales pueden hacernos saltar de la silla.
Lo mejor es el comienzo, sin lugar a dudas, y la escalonada aparición de ese ser mítico que acecha a los protagonistas. Lo peor es que se diluye y pierde fuerza en la parte crítica dejándose arrastrar por una irremediable corriente de los tópicos típicos que destrozan toda originalidad que se haya podido implementar.


sábado, 14 de mayo de 2016

La chica danesa

Pintura y poesía aunadas para dar a luz una historia conmovedora sobre la aceptación que uno mismo debe afrontar cuando se reconoce diferente al resto. Magnífica y conmovedora, aunque falta de transgresión que remueva conciencias y haga justicia a la realidad que aún hoy día muchas personas soportan.

Algo que comienza siendo un juego, una broma, termina descubriendo una realidad que sacude la vida de una pareja de artistas, cuando un sentimiento interiorizado emerge a la luz transformando de forma inevitable la personalidad de Einar y la relación que éste tiene, no sólo con su pareja, sino con el mundo.
Hooper toma una historia real, basada en la novela homónima de David Ebershoff, y, quizá tratando de aportar belleza y sutilidad, le planta un velo que la vuelve un tanto distante de lo que quizá pudo ser una realidad más cruda y cruel. No ahonda en los verdaderos problemas que Einar debió afrontar hasta poder llegar a ser lo que en realidad sentía que era, sino que los muestra como una anécdota sin importancia que derivan hacia algo menos relevante. Nos presenta un producto que huye del tabú tratando de ser correcto en todo momento y esto hace que se obvie lo verdaderamente importante: la lucha de esas personas para que se las reconozcan como lo que son en verdad. En lo que sí acierta es en relatar, de una forma muy acertada, las fases por las que pasa alguien que descubre semejante cambio en su pareja y asiste a la muerte de la persona (o más bien personalidad) de quien ama. También queda presente, aunque se pase de puntillas sobre esto, el trato que la sociedad y los médicos de la época le daban a este asunto, diagnosticándolo como enfermedad mental y ofreciendo soluciones drásticas que no servían más que para minar la moral de estas personas.
Todo está muy bien estructurado a nivel de guión, siguiendo la evolución de forma natural con los evidentes (aunque escasos) altibajos en la relación entre Einar/Lily y Gerda. Tanto las acciones como los diálogos están medidos y poco o nada sobra en ellos. Se centran en contar la historia sin adornos innecesarios que tan sólo puedan alargar la historia sin aportar contenido útil a las tramas, las cuales se centran en la pareja sin alejarse de la misma, salvo por algún tonteo con terceros por parte de los protagonistas. Este drama amoroso se centra no sólo en el camino que recorre Einar hasta conseguir aceptarse a sí mismo, que lo acepten y su propio cambio de sexo físico, sino en el amor incondicional de una pareja que se demuestra pese a todos los inconvenientes que se les presentan. Y es que Gerda, pese a no estar muy conforme en dejar marchar a Einar en un principio, acepta su condición y le muestra más que su apoyo y ayuda: su amor incondicional en todo momento.



Las emociones y las sensaciones atraviesan la pantalla hasta tocarnos y conseguir que, salvando las distancias, podamos sentirnos identificados con los personajes. Los planos bien podrían ser el resultado del trabajo de Einar y Gerda. Los movimientos de cámara acompañan en todo momento a los personajes acompañando el ritmo con fluidez y estando en el sitio oportuno en el momento oportuno y no teniendo reparos a la hora de mostrarnos incluso los momentos más íntimos. La belleza de los planos es sólo igualable a lo que en ellos se representa: una puesta en escena medida sobre unos decorados y unas localizaciones que sirven como un fondo único e inigualable que aporta personalidad a cada momento. La evolución de Einar afecta a todo su entorno y esto ha sido más que bien retratado.
La banda sonora es sutil, delicada y elegante, acorde con todo lo que sucede en pantalla y al momento histórico en el que se ambienta la historia. Nunca trata de eclipsar la historia sino de acompañarla de una forma útil, siendo administrada en pequeñas pero adecuadas dosis.

Redmayne consigue que seamos testigos de la evolución de Einar, y pese a que sucede de una forma repentina, vemos el cambio tanto en su aspecto físico como en su propio carácter o en cómo actúa con los demás. El personaje toma el poder desde el comienzo. Un gran trabajo de Redmayne, que continúa consolidándose como uno de esos actorazos que huyen de las etiquetas y no temen interpretar papeles complejos que se alejan de lo común.
Por su parte, Alicia Vikander vence y convence. Se come con una interpretación vibrante y llena de matices a Redmayne al interpretar a una Gerda que sufre primero por perder al amor de su vida pero que lucha junto a él para que consiga su sueño. La evolución de su personaje, es evidente y queda muy muy bien retratada por esta magnífica actriz.
El resto de personajes se limita a entrar y salir, sin apenas aportar más que aire fresco a la trama principal, pues no intervienen y las tramas que podrían dar pie con ellos se consumen por la deslumbrante trama principal.

La chica danesa trata de arrojar luz sobre un tema que aún divide a una sociedad un tanto ignorante que huye de los tabús que ella misma se impone. Quizá no emplea todas las armas posibles para dar un golpe sobre la mesa y dar visibilidad y voz a todas aquellas personas que pasan por lo mismo, quizá le falte tensión y agresividad a la hora de relatar una realidad que sufren muchas personas, pero al menos se encarga de acercar al público general una historia muy necesaria en estos días que con su sutil belleza camelará a más de uno.
Pero no caigamos en el desatino de pensar que esta película se centra en el cambio de sexo de una persona. También defiende el amor incondicional, que pese a todos los inconveniente, se tiene una pareja que lucha por eludir los egoísmos para lograr los objetivos y sueños de uno de sus componentes.Muy buena en todos los apartados. Bella, pura poesía en movimiento. Todos aquellos que se atrevan a verla y dejarse atrapar por los encantos de Lili descubrirán una increíble y apasionante historia que los mantendrá pegados a la pantalla. Lo mejor es, sin lugar a dudas, ese momento descrito con suma delicadeza y respeto en el que Einar comienza a descubrir a Lili. Lo peor es que no se retrate la realidad con todas sus consecuencias, que esté tan falta de agresividad.


jueves, 12 de mayo de 2016

A Barei no le sienta bien Eurovisión

No es que este año esté siguiendo Eurovisión, lo que algunos califican como el mayor espectáculo audiovisual en lo que a despliegue de medios, publicidad y demás se refiere (que en verdad es así y no se puede negar lo evidente), pero la canción de Barei, "Say Yay" me gusta. No sé el motivo exacto por el que esto es así. Mis gustos musicales son muy diversos y variados, y en cuanto escucho una canción sé si me gusta o no por lo que me hace sentir. Y esta canción me hace sentir cosas; me llena de energía, de optimismo y, en parte, me viene al pelo en la situación actual en la que me encuentro para autoanimarme a seguir adelante.

He podido ver, como muchos, el vídeo de la filtración de la actuación de Barei y puedo decir que todo lo que me transmite la canción y el propio videoclip de la misma, no me lo transmite la actuación de Eurovisión. La canción por si sola es una bomba llena de ritmo, pegadiza, bailable, armoniosa, con una letra más que coherente y un fuerte mensaje, cuyo videoclip refleja a la perfección todo lo que la letra y la música transmite. Pero... ¿Por qué motivo en la actuación de Eurovisión esto no sucede? ¿Por qué la actuación es algo tan simple como Barei tirando de su baile con unas coristas detrás imitando sus pasos, una caída a caballo entre el piscinazo y el tropiezo de una modelo en la pasarela, y unos sencillos efectos de iluminación que apenas aportan nada? ¿Por qué no hay un mayor despliegue visual que llame la atención del público y jurado? La canción mola pero la actuación es pésima. No aporta nada, absolutamente nada. Es una actuación insulsa, sin brillo, sin nada que nos haga vibrar o que consiga aflorar alguna emoción.
Estoy convencido de que Barei no está al cien por cien contenta con la puesta en escena de su tema. El tema es contundente y tiene todo lo necesario para triunfar. Además, hay que reconocer que haber optado por una letra en inglés nos puede abrir más puertas de lo que ha hecho el castellano en los últimos años. Entonces, teniéndolo todo para que Barei triunfe este año en este festival europeo, ¿por qué mandamos a, posiblemente, la mejor candidata en los últimos años sin una puesta en escena apropiada para la actuación que le haga sumar puntos? Como digo, no creo que sea culpa de la artista, ya que en ella cae parte del peso de la actuación pero no del todo. ¿Puede ser que alguien no esté haciendo bien su trabajo? Y, pensándolo mejor... ¿Es posible que alguien no esté haciendo bien su trabajo a propósito?


Como ya he dicho al comienzo, no soy un seguidor de Eurovisión. Es más, nunca me he sentado con la intención de verlo. Me parece un espectáculo innecesario que contribuye a un gasto innecesario que en este momento ningún país, o casi ninguno, se puede permitir. Y esto me hace pensar que es posible que el boicot a Barei (porque esto huele a boicot y a las pruebas visuales sobre la insulsa actuación me remito), sea por alguien de dentro. Si, es muy probable que alguien no quiera que Barei gane por algún motivo. ¿Político? ¿Económico? ¿Social? ¿Todos a la vez? No lo sé... Pero recordando las actuaciones de otros años donde se acompañaba a la canción con una puesta en escena más elaborada y acorde a la canción, yo me pregunto: ¿Por qué este año no es así? Algo debe haber, no me cabe la menor duda. Pensad en ello.
Y si no es un boicot, entonces deberíamos replantearnos si los organizadores por parte de nuestro país, todos aquellos que se encargan de la actuación, son competentes para llevar a cabo semejante tarea. Porque me da la sensación de que este año lo han hecho bastante mal. Un cambio de vestido, de peinado o la posición sobre las coristas sobre el escenario no son suficientes. ¡Debe haber cambios sustanciales y profundos!
Aun así, tengo la esperanza de que aquí a que tenga lugar el festival a alguno se le ilumine la bombilla, o la propia Barei decida plantar cara y tomar las riendas de su actuación, y decida añadir efectos visuales, pirotecnia o alguna parida que mejore sustancialmente la actuación. Por otra parte, por mucho que me guste la canción, sigo pensando que Eurovisión es un despropósito teniendo en cuenta la situación actual. El dinero que se invierte en el festival (publicidad, viajes, preparativos, las actuaciones, los chupatintas que sacan tajada...) bien podría invertirse en mejorar la vida de los ciudadanos de cada país que asisten al "Eurotimo".

Por aquí os dejo el videoclip, que es lo que mola: