miércoles, 30 de diciembre de 2015

Breaking Bad

Una obra maestra. Sólo esa frase bastaría para describir la serie Breaking Bad de Vince Gilligan. Y es que pocas series han logrado superar mis expectativas de la forma en la que lo ha hecho ésta. He disfrutado y sufrido a partes iguales. Ha sido toda una experiencia ver cada capítulo e ir descubriendo una historia apasionante llena de giros argumentales y unas tramas envolventes en las que unos personajes carismáticos se desenvuelven con total naturalidad.

La esencia de la historia radica en cómo una persona se puede corromper con facilidad cuando el poder le abruma y en que el fin no justifica los medios por mucho que se intente. Pero no sólo de eso vive Breaking Bad. Las subtramas que complementan a la trama principal versan sobre temas tan dispares como la convivencia que mantiene una familia desestructurada, el deterioro de las relaciones, la separación emocional existente en un matrimonio, la superación personal, conflictos laborales y personales... Las idas y venidas de ciertos estereotipos que hay en la sociedad americana son parte fundamental que sirve para alimentar la historia y sustentar a los personajes. Pero si hay algo que se mantiene durante toda la serie es la lucha entre el bien y el mal, en cada temporada encarnado por diferentes rivales que mantienen los mismos objetivos.
El trabajo de los guionistas ha sido magnífico al ponernos en un dilema moral por hacernos empatizar con un protagonista que cubre el rol de villano. Una estrategia que está funcionando bastante bien y con la que se consigue crear protagonistas con un carácter muy bien definido y una intrahistoria bastante compleja, cuyo carisma hace que lo idolatremos sin cuestionarnos ninguna de sus acciones.
La lealtad es un factor primordial en la toma de decisiones del protagonista y lo que propicia muchos de los conflictos con los que debe lidiar.
La complejidad ascendente de su historia crea situaciones inverosímiles que logran poner al protagonista en apuros en bastantes ocasiones, de las que consigue salir con tal astucia que no hace más que aumentar nuestra admiración por él. Esto también sirve para mantenernos enganchados capítulo tras capítulo.

La realización, llevada a cabo por diferentes directores (algo muy común), es compacta y llevada a cabo bajo un mismo método para no romper la linealidad marcada durante toda la serie, aunque cada director le da un toque especial que le hace distinguible del resto.
El empleo de planos arriesgados queda relegado a momentos importantes o que necesitan de dichos planos para complementar así la narración, siendo en su mayoría tomas muy comunes que ensalzan la belleza de las acertadas localizaciones para ubicar la historia, para apoyar lo que nos cuenta el guión o para retratar de forma sutil, y cediendo toda importancia, a personajes y acciones.
Los colores cálidos predominan, siendo el dorado el que invade cada plano y apoyando la sensación que transmite el entorno en el que se localizan las acciones, las cuales han sido tratadas de una forma respetuosa, ya que abundan los planos generales para situarnos y mostrar los infinitos y bellos parajes desérticos.
En cuestión sonora, se ha cuidado el realismo de todos los efectos para que casaran a la perfección con la imagen. El empleo de música es anecdótico y relegado a su aparición de forma activa en la trama. Algo muy acertado, ya que los silencios procuran tensión y amplían las emociones de los personajes.

Y claro, como no puede ser de otra manera, no se puede hablar de Breaking Bad sin mencionar a Bryan Cranston, que se encarga de encarnar al protagonista, Walter White. Cranston se ha coronado con este papel del mismo modo que lo hicieron otros actores cuyas carreras no tomaban el impulso suficiente como para ser reconocidos a nivel mundial. Cranston ha forjado una personalidad vibrante que ha sido capaz de hacer evolucionar a lo largo de la serie de una forma magistral y sin fisuras. Su personaje se adapta cual camaleón a las diferentes situaciones por las que pasa. Ha sabido reflejar en todo momento las emociones de Walter mediante una gesticulación precisa y una actitud providencial. Con su excelente interpretación, Cranston no sólo se convirtió en un pilar fundamental de la serie sino que ha conseguido pasar a la historia, algo que, sin duda, le ayudará de forma positiva en su carrera.
Aaron Paul, en el papel de Jesse Pinkman, consigue que lo amemos tanto como que lo odiemos. El actor ha sabido transmitir la incertidumbre y la desdicha que sufre su personaje. Este papel le ha servido para dar un puñetazo sobre la mesa y colocarse como una de las estrellas emergentes en los últimos años.
Otros personajes principales de renombre son Anna Gunn o Dean Norris, este último bastante activo con pequeñas aportaciones en otras series. Sin duda, estamos ante un elenco a la altura de las circunstancias, cuyos personajes se basan en estereotipos comunes y afrontan sus propias tramas con solidez, enriqueciéndolas y apoyando a los personajes principales.



Breaking Bad es una de esas series que brilla con luz propia y ha sido capaz, por méritos propios, de pasar a la posteridad como una de las mejores de nuestro tiempo. Su argumento es explosivo y siempre guarda alguna sorpresa o algún giro con el que consigue mantenernos pegados a la pantalla y desear devorar un capítulo más.
Se trata de una serie muy humana, muy real. Donde las sensaciones traspasan la pantalla hasta golpearnos. Con unos personajes muy bien construidos e interpretados por unos actores que han sabido exprimirlos hasta lograr sacar lo mejor de ellos.
Y lo mejor es que no se trata de una historia vacía. Cada capítulo guarda una pequeña moraleja, una lección más o menos relevante.
Si aún no has visto esta serie, no sé qué estás haciendo que no corres a verla.

domingo, 27 de diciembre de 2015

La magia de la música

Una madre abrazando a su hijo. Un chico robando un beso a su acompañante. Un hijo disfrutando con la sonrisa de su madre. Con los sentidos desbordados, las emociones estallan.
El brillo de los instrumentos bajo los focos era hipnótico; la música que de ellos manaba, embriagadora. No hay techo para tanto talento, del mismo modo que no hay palabras para describir lo que nos hizo sentir la Banda Municipal de Herrera del Duque en el Palacio de la Cultura.
Volaban los dedos sobre sus instrumentos, que escupían directos a nuestros corazones sus notas haciendo que nos sintiéramos flotar en un mar de sensaciones. Los pies bailaban inconscientes bajo cada asiento del abarrotado teatro. Los rostros reflejaban felicidad con los ojos abiertos de par en par, incrédulos ante lo que acontecía ante ellos.
¡Lo han vuelto a hacer! -gritábamos todos en silencio. Pues volvieron a sorprendernos, a maravillarnos, con cada pieza, tras la cuál el respetable les brindaba a esos pequeños grandes artistas una ensordecedora ovación, más que merecido premio a tanto trabajo y pasión.
Y al talento mismo se sumaron las sorpresas, esas a las que tan acostumbrados nos tienen ya estos chicos y su director. ¿Quién dijo que una máquina de escribir no podría hacer música? Sí. Ellos sí que pueden. Ellos lo puede todo como artistas que son. Porque en ellos reside el don de crear algo tan mágico con lo que poder tocar el alma de cualquier ser.
El alma y el cuerpo se abrazaron en una noche para el recuerdo, pues ellos lograron lo imposible superándose una vez más.
Mete cuerda, maestro, y alcanzarás el súmmum. Sé que en el próximo concierto con el que tengáis el placer de deleitarnos, volveréis a conseguirlo. Volveréis a llevarnos al paraíso sin que tengamos que movernos de nuestros asientos.
Gracias, una vez más, por tanto a cambio de tan poco. Y que continúe el espectáculo durante muchos, muchos años más.

jueves, 3 de diciembre de 2015

La momia de Anne Rice

Debo reconocer que he redescubierto a esta autora. Siempre me ha gustado cómo escribe Anne Rice, su forma de describir las situaciones o los lugares, incluso cómo crea a sus personajes. Lo hace de una forma simple, sin rodeos ni parafernalia innecesaria, pero dando los datos suficientes mediante las acciones o el diálogo como para que imaginemos a la perfección tanto lo que ocurre como la personalidad de sus personajes.
Ella no se limita a crear un mundo en el que unos personajes viven una historia sencilla. Ella crea personajes complejos que viven situaciones diversas; emociones y sensaciones que traspasan las páginas hasta llegar a nosotros. Crea vida, con todo lo que ello conlleva.
Me ha sorprendido comprobar que esta autora ofrece mucho más que una apasionante historia de vampiros. No sólo cambia el registro manteniendo la esencia de su estilo sino que lo adapta a una nueva trama con éxito.

En esta novela, La momia o Ramsés El Maldito, nos traslada a Londres, y luego a Egipto. Nos invita a un viaje en el tiempo, o más bien a dos. Hace que nos llenemos los zapatos de tierra al ayudar a su protagonista en el descubrimiento de una antigua momia que encierra demasiados misterios. El asesinato de uno de los personajes será el detonante de una historia inquietante y llena de sorpresas, de giros argumentales, en las que varias tramas se entremezclan dando lugar a una novela rica en contenido que no dejará indiferente a nadie.
Los personajes carismáticos y con inquietudes, dotados de diferentes y naturales personalidades, se desenvuelven con soltura en un mundo complejo en el que tienen lugar acciones un tanto surrealistas que mantienen ese punto interesante que permite mantenernos conectados con la historia en todo momento.
Anne Rice, como ya nos tiene acostumbrados, emplea elementos sobrenaturales para transmitir mensajes vitales sobre las relaciones interpersonales y que se mantienen con uno mismo. La moraleja de esta historia versa sobre lo que es correcto y lo que no lo es, sobre cómo la toma de decisiones afecta a nuestras vidas y a la de nuestro prójimo, pero también sobre cómo gestionar un gran poder.
La autora no se limita a contar una historia rozando lo superficial sino que profundiza en temas tabúes de una época convulsa en el que el mundo comenzaba a progresar. Describe con bastante acierto esta época con todo detalle, por lo que consigue que todo sea compacto, verosímil y comprensible.
Su estilo está bien reflejado y se antoja sencilla de leer. No incluye palabras rebuscadas ni hace hincapié en lo innecesario. Lo que la hace una novela apta para cualquier público y de lectura amena.

La momia resulta interesante y nos mantiene pegado a sus hojas desde el comienzo. Es una novela recomendable para todos aquello a los que les gusten las historias que incluyen misteriosos asesinatos, elementos históricos y sobrenaturales. Es de ágil lectura y fácil comprensión, por lo que no supone mucha dificultad para un público general o que no es demasiado exigente.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Lágrimas de color carmín

Los números corrían. Uno tras otro pasaban constantes aunque no lo suficiente rápidos para mi corta paciencia. Aquel diminuto ascensor parecía más pequeño de lo habitual. ¡Dios! Hacía un calor insoportable…
Lo cierto es que tenía ganas de llegar a casa, había sido un duro día en la oficina y necesitaba relajarme aunque fuera por unos segundos. Sí, unos segundos. Porque estoy segura de que en cuanto mis hijos me vea aparecer por la puerta se abalanzarán sobre mí y me cubrirán de besos; me contarán con gran entusiasmo todas y cada una de sus aventuras y no se apartarán de mí ni un segundo. Y mi marido me sorprenderá con alguna de sus invenciones culinarias para la cena. No es un gran cocinero, pero el pobre al menos lo intenta. Sabe que llego cansada y sin pizca de ganas de cocinar. Sin ganas de nada, en realidad. Habrá ayudado a los niños con los deberes, les habrá duchado y preparado para la cena. Es tan atento conmigo…


Qué lástima que todo eso no sea más que una ilusión. Algo con lo que sueño despierta mientras permanezco inmóvil en la cama, esperando a que se olvide de mí, o al menos de mis niños, y se duerma por la borrachera. Luego, cuando al fin se duerme, rezo en silencio porque no me despierte con otra paliza o amenazándome con hacer algo a mis niños. Y pienso que ojalá fuera tan valiente como esas que salen en la televisión, ojalá yo fuera una de esas… Pero no lo soy… No lo soy.
Jesús Muga

lunes, 16 de noviembre de 2015

Antes de amanecer

Un magnífico ejemplo de cómo una historia puede ser contada a través de un profundo y trascendental diálogo. Una historia de amor entre dos desconocidos tan surrealista como posible y con fecha de caducidad, o quizás no...

Acompañamos a Céline y Jesse durante un viaje improvisado mientras se conocen hablando sin tabúes sobre temas tan complejos como atractivos. Sus diversas opiniones y conclusiones son el verdadero atractivo de esta historia, en la que están muy presentes la picaresca del joven norteamericano que trata constantemente de impresionar, y conquistar, a la dulce y en apariencia inocente joven europea, así como el romanticismo más bohemio por parte de la protagonista femenina. 
Los temas sobre los que versan sus conversaciones son el punto de partida de cada secuencia, que se encuentran bien enmarcados por una ciudad tan pintoresca como diversa. Viena no es sólo el lugar donde pasan la que probablemente sea la mejor noche de sus vidas, sino que es el lugar donde se gesta su amor, e inevitablemente juega un papel más dentro de la producción siendo vitales cada uno de los puntos en los que tienen lugar las conversaciones. Como un testigo mudo más, el entorno, cada escenario de la ciudad, parece adaptarse a las conversaciones aunque, por supuesto, sea al revés, siendo cada localización la que da paso a los diferentes temas de conversación sirviendo como un fondo acorde.
La muerte, la vida, la relación con los padres, el amor, el sexo... Nada queda en el olvido en este magnífico guión de Linklater, que profundiza en cada tema sin censura ni sin temor a ser señalado con el dedo, pero siempre manteniendo la esencia de la relación que puede mantener una pareja joven que acaba de conocerse y que viven un cita a contrareloj. Quizá el reflejo de una realidad absurda que es vigente desde el momento en el que Jesse le pide a Céline que le acompañe esa noche en Viena. Es, seguramente, la mejor secuencia de todas. Ese argumento tan fantástico pero convincente con el que el protagonista masculino convence a la joven francesa.
Linklater deja claro en esta increíble aventura amorosa que el mejor plan es no tener plan y que no debemos temer a lo desconocido sino entenderlo y respetarlo sin permitir que los prejuicios ni el miedo nos impidan vivir algo fascinante; tener una aventura épica que recordar.


Linklater se limita a mostrarnos el diálogo, que prima claramente ante la acción, como si de una retransmisión de tenis se tratara. Si bien es cierto que de vez en cuando emplea planos más abiertos o algunos ligeros movimientos de cámara, así como algún que otro general o un plano medio de la pareja, en su mayoría impera el plano contra plano en un encuadre más cerrado del que se sirve para resaltar la expresión de los personajes en la conversación. Simple, pero efectivo y más que suficiente para narrar una historia centrada en el diálogo. Huye de artificios innecesarios y la jugada le sale bastante bien.
Mantener siempre a foco a los personajes mientras que el fondo luce desenfocado sirve, además de para hacer más bello el plano, para que centremos toda nuestra atención en la pareja de protagonistas, en lo que es importante de verdad. 
La escasa banda sonora hace aparición en momentos clave, únicamente cuando es necesaria bien porque algún tema aparezca de forma activa en la secuencia o como paso entre secuencias, otorgando siempre mayor importancia a la voz de los personajes y a los silencios, que son tan rotundos e incómodos como en la vida real.
El realizador siempre se centra en lo verdaderamente importante, Céline y Jesse, encarnados de forma sublime por unos más que creíbles Julie Delpy y Ethan Hawke. Entre este binomio, ya indivisible, existe una química que traspasa la pantalla y hacen aún más creíble si cabe su historia. No sólo son los protagonistas sino que son el pilar central de la producción, lo que sustenta su éxito. Todas las acciones ante la cámara suceden con tal naturalidad que aportan realidad y dinamismo. Hacen surgir lo espontáneo y lo natural.

Antes de amanecer es el comienzo de algo asombroso e increíble. Una historia llena de matices, muy bien estructurada y presentada de una forma excelente, con una trama sencilla que se centra en un diálogo intenso y tan variado que toca temas vitales e interesantes para el espectador.
Probablemente, eso que resulta atractivo para un tipo de público repele al resto, que busca un cine más convencional y menos íntimo.
Lo mejor es, sin lugar a dudas, los diferentes puntos de vista que cada uno de los personajes tiene sobre los diversos temas que surgen en sus conversaciones. La espontaneidad de los actores también.
Lo peor es que te la pierdas por prejuicios estúpidos sobre un cine diferente al convencional, más íntimo y profundo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Un centro para todos

Con motivo del quinto aniversario del Espacio para la Creación Joven de Herrera del Duque, me pidieron que editara un vídeo para promocionar el centro.
Tras recibir material de archivo como brutos comencé con el proceso creativo. Decidí que lo mejor para promocionar dicho centro era mostrar todo lo que ocurre tras sus puertas, y fuera de ellas; todo aquello que los jóvenes (y no tan jóvenes) crean con los medios que el centro pone a su disposición. He pretendido transmitir ese buen rollo que siempre reina en el ECJ de Herrera del Duque; la colaboración y el trabajo de todos sus usuarios para crear, para hacer realidad proyectos y eventos de calidad. Sueños que se cumplen gracias a la existencia de este centro y que de otra forma no serían posibles de realizar.
Durante los cuatro minutos de duración del vídeo se pueden ver imágenes de talleres, actuaciones, conciertos, presentaciones, cineforums, exposiciones... De la creación y la cultura personificadas en diversas y diferentes actividades. La banda sonora que acompaña a las imágenes corre a cargo de una creación llevada a cabo en el propio centro por el productor musical Jesús Vaquerizo, que se encarga de poner la base con la batería a la canción Locked Out Of Heaven de Bruno Mars.

Quería agradecer al Espacio para la Creación Joven de Herrera del Duque que confiara en mí para la realización de este vídeo. A Pedro Calderón que me facilitara el material de archivo con el que está editado y a Jesús Vaquerizo por cederme sus vídeos.

Espero y deseo que este vídeo sirva para que cada día más jóvenes acudan al ECJ para crear y hacer sus proyectos realidad, porque este centro ofrece infinitas posibilidades.



martes, 20 de octubre de 2015

El Equipo A

Una revisión insustancial y superficial de la serie original que encandiló a toda una generación en los ochenta. Una parodia de sí misma en la que la acción, las explosiones y los efectos digitales priman ante un argumento típico que se dirige con rumbo fijo hacia lo interesante por pura cabezonería.

La historia se centra en los orígenes del equipo más famoso de la televisión, presentada mediante una trama conspiratoria enrevesada al uso que tan bien le viene al género de acción y en la que los planes, por muy absurdos que sean, siempre salen bien.
Ya desde el comienzo quedamos como hipnotizados por ese carisma que envuelve a los personajes principales como ya pasaba en la serie, y por las sorprendentes acciones llevadas a cabo para salir indemnes de las situaciones más inverosímiles. No cabe la menor duda de que éste es el aspecto más trabajado y respectado en lo que refiere a la serie original. Otro factor que se ha recuperado, aunque no en las mismas condiciones, es el humor, que está tan presente como la acción pero de una forma dosificada y haciendo constante referencia al mismo aspecto: el miedo a volar de Baracus y, por supuesto, su relación amor/odio con el loco de Murdock, así como las increíbles e impresionantes hazañas de todo el grupo.
Los giros argumentales aseguran la sorpresa comedida y la expectación a lo largo de sus casi dos horas de duración, pero lo cierto es que se echa en falta un punto más de tensión tanto en las misiones como en la trama principal. El detrimento del suspense en favor de la acción y la espectacularidad de algunas de las acciones es más que evidente desde el primer plano, lo cuál resulta ser lo único que hace que nos mantengamos pegados a la pantalla.
Si algo es evidente es la falta de profundidad en los personajes. Apenas conocemos parte de su historia, de dónde vienen o cómo llegaron hasta ahí. Los detalles dados por los diálogos y las acciones serán las que dibujen la personalidad y el carácter de cada uno de ellos.

Pero en esta producción no son todo vistosas explosiones, planes y puros. En El Equipo A encontramos una historia de superación y de honor tal y como se nos presentó en la serie. En las relaciones que mantienen los personajes quedan vigente el compañerismo y la lealtad que sienten los unos hacia los otros, no por luchar en el mismo bando sino por compartir ideales. Algo que va mucho más allá de simple trato entre camaradas.
Como no podía ser de otra manera, la traición y la venganza son los sentimientos fundamentales sobre los que se asienta la trama principal. Algo que sigue con coherencia el argumento base sobre el que se estructura esta producción.
Me sorprende que pase casi desapercibido el conflicto moral de Baracus tras su paso por la cárcel, del cuál se podría haber sacado mucho más que un par de frases de diálogo y una secuencia confusa. Así como la relación que Fenix mantiene con la Teniente Sosa, de la cuál percibimos cómo fue y cómo será por simples detalles que llegan muy de vez en cuando. Estas son sólo algunas de las pruebas de que los guionistas no han sabido sacar partido a las subtramas que surgían para alimentar a la trama principal. Un error por el que han sacrificado complejidad al argumento y a la historia, así como han limitado las posibilidades de crecimiento de la producción.


El "novato" Joe Carnahan ha logrado transmitir el frenetismo y la espectacularidad que nos regala una trabajada puesta en escena con unos efectos digitales muy bien implantados mediante unos planos en los que el movimiento interno está muy presente. No sólo ha sabido captar la esencia de la serie sino que ha logrado darle un aspecto más moderno, con encuadres más elegantes y soberbios, acordes a lo que las acciones muestran y al tiempo en el que estamos. Una digna actualización visual, sin ninguna duda. El montaje dinámico y picado en las ocasiones acertadas es la guinda de este pastel.
Y todo esto bien aderezado con una banda sonora adecuada para la ocasión que en ciertos momentos nos regala temas de la serie original.

La falta de profundidad en los personajes no implica una mala actuación de los actores, aunque sí un deslucimiento de su trabajo ya que las relaciones entre personajes se ven limitadas, limitando así el propio trabajo de los actores que se ven obligados a llevar a cabo las acciones preestablecidas y diálogos vacíos e insustanciales. Por lo tanto se cumple la máxima de que tener buenos actores no augura una excelente interpretación si interpretan personajes vacíos y carentes de alma.
Tras algunos movimientos en el reparto antes de su producción, podemos tener claro que Liam Nelson resulta apropiado para interpretar al Coronel Hannibal. No ya sólo por compartir talante con George Peppard sino por haber echo suyo al personaje dotándole de un aire más bondniano. Tener a Liam en el reparto ya es sinónimo de calidad. Algo que aumenta al incluir al guaperas de turno de Hollywood, Bradley Cooper, quien interpreta al también guaperas del grupo, y sucesor natural de Hannibal, Fenix. Pero Cooper no sólo pone "cara" a su personaje sino que le otorga ese carácter rebelde y peligroso que tan bien suele quedar en pantalla. En esta película no veremos a un Baracus tan rudo ni tan brillante como en la serie. Quinton Jackson es el encargado de temer a los vuelos dando vida a un Baracus más sentimental y consciente de su situación personal. Un personaje más profundo y reflexivo. Por su parte, Shartlo Copley tiró de improvisación para representar el papel de Murdock tras recibir el beneplácito de Dwight Schultz, el Murdock original. El toque femenino corre a cargo de una bellísima y guerrera Jessica Biel, que ha conseguido alcanzar un buen equilibrio entre damisela en apuros y salvadora.

Estamos ante una precuela suficiente aunque por los pelos. Suficiente para el aficionado que ha oído hablar sobre el legendario Equipo A pero insuficiente para el fan fiel que se tragó cada capítulo de la serie en los ochenta y noventa. Necesita más de lo que ofrece para ser un homenaje completo a una serie mítica. 
Por suerte, su falta de profundidad en los personajes no evita que encontremos un argumento complejo donde la conspiración y la acción van de la mano logrando que el resultado final no sólo sea un tanto decente sino incluso entretenido. Que busque la risa fácil también contribuye a que sea más o menos potable.
Atención a la sorpresa tras los créditos. Breves pero intensas resultan ser las apariciones del Fenix y Murdock originales de la serie. Merecían más estos señores que un breve y casi imperceptible cameo.
El Equipo A es apta para quienes hayan oído hablar de la serie y quieran un rato de diversión sin más. Para aquellos amantes de la serie... haya ustedes con su mecanismo... No, en serio. No busquen donde no hay. Pero si deciden verla, siéntense y disfruten. No piensen demasiado y... déjense llevar...

lunes, 5 de octubre de 2015

Los chicos del coro

Una de esas películas francesas que escapa de los convencionalismos del cine francés para regalarnos
una historia tan dura como épica sobre la superación mediante la motivación en una situación más que complicada.
Una delicia que traspasa la imagen para tocarnos el alma con dulces cantos infantiles. Un drama disfrazado de musical que nos hace entender lo valioso que resulta premiar antes que castigar a la hora de educar y enseñar.

La mezcla de factores tan distanciados entre sí han dado un resultado extraño pero acertado que resulta atractivo. Emplear la figura de un profesor inspirado y decidido a transmitir valores más allá de lo común en una situación convulsa y en la que una serie de impedimentos le acechan constantemente, es algo que hemos visto en el lejano Hollywood en más de una ocasión. Pero este hecho, tan llevado a cabo al otro lado del charco y con tan buenos resultados cosechados, visto a través de la óptica de un cine tan sensible y a la vez visceral como el francés, cobra un nuevo significado dando lugar a algo mucho más auténtico y cercano. Y es esa autenticidad lo que hace única a Los chicos del coro.
Nos encontramos ante una historia de superación. No sólo la de esos alumnos descarriados a los que el director Rachin trata de encaminar a base de palos y en los que ha perdido toda esperanza, pero que logran, ante todo pronóstico, crear algo increíble y sentirse a la par útiles. Un cambio visible para quienes habían sido desahuciados. Es la historia de superación de Clément Mathieu, un músico frustrado que descubre que alguien se puede sentir más realizado al ayudar a otros a descubrir su camino y hacerles sentir importantes, que al tocar en el mejor teatro del mundo ante cientos de desconocidos.
De esta forma, Barratier cumple su máxima de lograr que el espectador reflexione sobre cuestiones relevantes y empatice con sus personajes hasta el punto de que sea el propio espectador el que sufra una conversión que sirva para mejorar no sólo al individuo sino a la sociedad y el lugar en el que vive.
Y lo consigue tirando de lo sutil, lo imperceptible, concediendo mayor importancia a la sensible historia; diluyendo con simpatía una lección de vida humana mediante las acciones y los profundos diálogos, así como con los bellos temas que cantan los chicos, antes que con otros medios.
La escasa profundidad con la que trata un tema tan hiriente como controvertido como es el maltrato infantil o el abuso de poder la hace apetecible incluso para el público más sensible, que llegará a emocionarse, sin lugar a dudas, tanto con el afán de superación de los jóvenes como con la paciencia y dedicación que el profesor tiene hacia ellos.


Todo esto queda retratado de una forma elegante, sin fuegos de artificios innecesarios para que la historia nos llegue sin interferencias de ningún tipo. Los tonos grises predominan, como acompañando el sentir de los alumnos así como lo lúgubre que puede llegar a resultar el sitio en el que se localiza la historia. Algo que en contadas ocasiones difiere con lo que tiene lugar, claro.
Gracias a una elaborada ambientación, Los chicos del coro nos traslada a una Francia en postguerra, a un tiempo en el que el hambre y la podredumbre acechaban tras cada esquina.

Lo vital de esta película es el coro como un personaje con alma propia. Es esa parte que le da sentido a la historia y sobre la que gira todo lo demás. No son sólo las letras de los temas y sus significados, o la musicalidad con las que inundan nuestros oídos, es lo que significa el propio coro en sí: La clandestinidad a la que son empujados casi de forma permanente, el nivel que sus propios componentes se exigen, la unión entre ellos y la lucha por algo para lo que comprenden que sirven. Sentirse útil, al fin y al cabo, es el mejor sentimiento que alguien puede tener. Y el coro lo consigue.
Un detalle a tener en cuenta es que el coro que vemos en imagen no es el que pone sus voces a las canciones. De eso se encarga el coro Les Petits Chanteurs de Saint Marc, aunque el niño solista, Jean-Baptiste Maunier, forma parte tanto del elenco de actores como del coro real. Un auténtico reto ha sido orquestar todo de forma que parezca que esos niños son los que verdaderamente cantan.
Brillante, esencial. La música es imprescindible en esta producción tanto como el realismo que los actores imprimen en su interpretación. Lo visual convive con cada nota musical, otorgando armonía y misticismo; un escape a lo atroz que acontece en el internado El fondo del estanque, cuyo nombre ya augura lo que en él encontraremos.

Los chicos del coro nos deja un buen sabor de boca. Una película de superhéroes sin capa ni poderes pero que logran salvar, sino al mundo sí al entorno al que llegan como verdaderos salvadores.
Para algunos peca de sensiblera pero en verdad es sólo emocionante. Tan sólo se expresa en ella un sentimiento que, seguro, a más de uno nos ha invadido alguna vez durante nuestras vidas. Una lección sobre la superación, sobre encontrar un camino digno por el que caminar.
Un tanto dura en más de una ocasión, quizá siendo tan sólo el reflejo de una realidad que en algún lugar se resista a morir. Queda en esta película reflejada la atrocidad que el poder ejerce sobre cualquier que se encuentre bajo su manto. Una tragedia que encuentra un final feliz al sobrevivir siempre el sentido común y las auténtica justicia.
Probablemente no será la mejor película que alguien vea, pero sí una de esas películas que deja algo sembrado en nuestro interior. 

jueves, 1 de octubre de 2015

"Ya viene" Primera toma de contacto

Siempre he defendido la participación de todo el equipo en el proceso de preproducción porque es un momento vital en el que muchas cosas pueden mejorar (o empeorar, claro).
En este caso, con este proyecto, Ya viene, la primera reunión ha servido para mejorar un guión que no terminaba de cuajar por no ahondar en temas muy importantes y que podían enriquecer la historia. El error, en este caso, viene de lejos. Cuando tanto mi compañero, David Díaz, como yo dimos por sentado que la historia era absurda, debía ser absurda, y que no teníamos que profundizar demasiado en cuestiones relevantes que daban un sentido real a un guión más bien fantástico, fantasioso. Un imposible.
Pero tras un primer encuentro con los actores. Una primera lectura de guión. Hemos comprendido que nuestro guión hacía aguas por todas partes. Se hundía, sin pena ni gloria, en un mar de sin sentido.
Juntos, todo el equipo, tanto el artístico como el técnico, hemos ido descubriendo una historia mucho más profunda, llena de matices que, a buen seguro, llegarán al público y le sorprenderá.

Un guión está vivo hasta el justo momento en el que se realiza. Cambia, se adapta. Todos, absolutamente todos, pueden aportar algo para conseguir una historia más rica, más viva.
Un guionista, o un realizador, que no permite que el guión cambie, que mejore, se limita a sí mismo y, a su vez, a la historia que pretende hacer llegar al público.
Por ello, aconsejo encarecidamente que se hagan muchas reuniones y que se tengan en cuenta la opinión de los demás a la hora de llevar a cabo una producción. Porque sólo así se puede mejorar.

martes, 8 de septiembre de 2015

Eliminado

Bien podría ser el resultado de una noche loca entre Open Windows de Vigalondo y Buried de Cortés, salvando las distancias, claro. Una mezcla interesante de un renovado y actualizado slasher con ese tipo de cine de "metraje encontrado" que tan bien complementa el género de pseudoterror, en este caso. Es más, podríamos hablar de que se trata de El proyecto de la Bruja de Blair llevado a nuestros tiempos y a términos digitales, algo que no la hace menos impactante aunque sí menos aterradora. Y es que, los algo más de ochenta minutos de metraje los pasamos ante una pantalla, y no precisamente la del cine. Un recurso que resulta innovador en un género en el que resulta difícil sorprender, pero que tiene sus inconvenientes. El problema reside en que ese encerramiento digital junto con el caos que hay en todo momento en la propia pantalla en la que transcurre todo, provoca más mareo que terror, del mismo modo que una angustia que nos puede llegar a resultar familiar.
Que la historia sea simple y previsible, o que la trama se centre en la común venganza a la que tan acostumbrados estamos en este género, no son motivo para que la película no llame nuestra atención. Quizá lo más interesante sea el detonante que pone todo en marcha. El empleo de las nuevas tecnologías para menospreciar y poner en evidencia a alguien, el posterior acoso que sufre esa persona y el resultado final: el suicidio. Estos elementos son lo que la diferencian de otras muchas y lo que hacen que la forma en la que se ha realizado tenga sentido. Aun así, no sabemos si tiene más culpa de que se haya recurrido a tan simple artimaña el guionista Nelson Greaves o el realizador Levan Gabriadze. Quizá se deba a que ya desde el guión se ha concebido así, como algo que transcurre en la pantalla del ordenador de uno de los personajes, el cual no deja de interactuar con él abriendo todo tipo de programas, bien para chatear, para buscar información o para escuchar música, o para que el propio asesino contacte mediante este medio con las víctimas. Porque también se recurre a ese miedo a ser espiados o a que nuestra intimidad se vea invadida por alguien extraño. El que puedan jugar con nosotros. Esa es la clave para que en esta ocasión el asesino no sea como el resto y Eliminado no sea una película más del montón.


El hecho de que la realización como tal brille por su ausencia; que no haya un montaje convencional de planos al que estamos más acostumbrados sino que transcurra todo en una pantalla en la que todos permanecen en un mismo plano (el típico primer plano de webcam), no implica que no exista fluidez ni agilidad en la película. Los cambios entre ventanas, los propios movimientos internos en el gran plano secuencia que supone el total de la película, incluso la interactividad que el personaje mantiene con los diversos programas que usa en el transcurso de la historia como chats, exploradores de internet o programas de música, sirven para dar aire y agilidad a la producción, a la vez que para que se vayan desarrollando los diferentes acontecimientos. Pero ésto también contribuye al caos que habita en todo momento y que potencia la atmósfera de desconcierto e histeria en los personajes. Los rápidos cambios entre ventanas en la pantalla o que todos los personajes hablen al mismo tiempo son herramientas acertadas que logran ésta finalidad. Que alguna canción sea reproducida de forma remota y sin previo aviso, así como las conversaciones que comienza el asesino de forma inesperada, también.

De igual forma, algo que resulta tan eficaz como recurrente (y barato) es emplear para el reparto un repertorio de actores desconocidos y variopintos para que el espectador se centre más bien en la historia y no en la estrella de turno. Así también se fomenta desconocer quién llevará la voz cantante en una película donde el protagonismo no recae sobre un único personaje sino sobre varios, de tal modo no podemos prever hacia dónde se desequilibrará la balanza. En este aspecto la película se ve beneficiada por un reparto original de actores que interpretan de forma realista, aunque en ocasiones un tanto sobreactuada, la actitud y las reacciones de adolescentes ante una situación límite como por la que pasan en la película. La puesta en escena y la ambientación contribuyen, sin lugar a dudas, a crear tal ambiente, lo que le aporta ese punto extra de realismo a una producción que trata de reflejar, con su punto de fantasía, una realidad a la que todos hoy en día estamos expuestos, como es que alguien pueda amenazarnos por internet e incluso que pueda invadir nuestra intimidad de una forma invisible y a distancia.

Tras haber visto Eliminado se nos queda una sensación extraña de no haber entendido ciertas partes de la película, de habernos perdido algo importante. Y todo debido al caos que reina desde el mismo comienzo. Aun así, nos queda su esencia, el verdadero mensaje que trata de hacernos llegar mediante las horribles muertes que suceden desde ya muy al principio.
Ésta es una de esas películas que, mediante lo extraordinario, trata de hacernos comprender una amenaza real y que nos acecha a todos, pasando de puntillas por temas más escabrosos como el acoso escolar y el suicidio.
Interesante, muy interesante, aunque no aterrorizará a los más aguerridos sino que los impactará y, eso sí, nos hará meditar a todos sobre los inconvenientes de las nuevas tecnologías.

lunes, 7 de septiembre de 2015

El cabo del miedo

Imprescindible remake de un clásico basado en la obra literaria The Executioners de John D. MacDonald. Una genialidad de Scorsese, que, sin despeinarse, logra sacar el máximo jugo a una historia centrada en uno de los recursos más trillados de la historia del cine: la venganza. Y es que la venganza es el pilar fundamental sobre el que se asienta la trama de este thriller, que consigue mantenernos en tensión durante sus dos horas de duración. Un tiempo quizá excesivo en el que Wesley Strick mediante un excelente guión y Scorsese con una dirección sublime se recrean demasiado en hacer sufrir a la familia Bowden. Pero si algo afecta en realidad a la fluidez de la producción son los excesivos, aunque geniales, diálogos que se mantienen a lo largo de la película y que en muchas ocasiones interrumpen el frenetismo con el que transcurren algunas secuencias. Cabe destacar el texto de De Niro, elocuente y elegante a partes iguales (no os perdáis el peculiar acento de De Niro en la VO).
Se trata de una producción con un continente atractivo pero no por ello falta de contenido. En ella se puede percibir una contundente crítica sobre el sistema judicial estadounidense y la corrupción que se extiende por él. Así como queda bien reflejada la imagen idealizada de una familia americana que se hunde por momentos. La brutalidad y la violencia, así como el contenido lascivo, se encuentran presentes en cada una de las secuencias. Algo que no deja indiferente a nadie y que mantiene nuestra atención en todo momento. Cada detalle de esas escenas ha sido cuidado con mimo para darles todo el realismo posible y evitar, así, que parte del mensaje se pierda o no se entienda. Por ello prima la exhibición ante la insinuación; lo explícito impera, aunque en ocasiones se decide por lo ambiguo, lo que hace que en ciertas partes, antagonista y protagonista intercambien roles hasta el punto de no saber quién es héroe y quién villano. Un juego del que se sirve hasta el final y con el que nos hace meditar sobre lo incorrecto o lo correcto de las acciones que llevan a cabo cada uno de los personajes y las consecuencias que éstas tienen sobre el resto.
Indudablemente, el éxito de esta versión de El Cabo del miedo no sólo tiene que ver con la cuidada puesta en escena, con la acertada caracterización de los actores o con las impresionantes localizaciones. Todo tiene que ver con el imponente trabajo de Scorsese y el elenco de actores, encabezado por un Robert De Niro que no sólo da el pego de exconvicto sino que nos deja boquiabiertos con una de esas interpretaciones que queda por siempre en la memoria. De Niro se nos presenta como un personaje duro, inquebrantable, pero que se mueve por un sentimiento poderoso: la venganza. Mientras que Nick Nolte trata de convencernos de que es un héroe en horas bajas cuyos problemas son tan grandes como su propio ego. Lewis, por su parte, se encarga de dar vida a la hija mimada y sobreprotegida que parece ser lo que no es. Asume el rol de lolita de instituto que le viene al pelo a la actriz por su aspecto físico aniñado. Y con menos brillo pero no con menos fuerza, Jessica Lange, que interpreta a una sufridora madre estadounidense, el perfecto estereotipo de esa mujer que permanece a la sombra de los éxitos de su marido. Pero no queda ahí, ya que los dos protagonistas del original, Robert Mitchum y Gregory Peck, tienen pequeños papeles en esta versión asumiendo roles diferentes a los del original. Un detalle que no pasa desapercibido y que es de agradecer, ya que, además, fue la última vez que vimos a Peck la gran pantalla. La dirección del reparto por parte de Scorsese logra que la sintonía entre los diferentes roles no sólo funcione sino que sirvan como el engranaje perfecto de esta producción, llevándola hacia el punto que él quiere.


La atmósfera creada, en la que la tensión y el suspense se reparten el protagonismo, se ve potenciada por una banda sonora instrumental creada por Elmer Bernstein que hace acto de presencia sólo en los momentos más oportunos. El silencio impera, si, como uno de esos silencios asfixiantes que cede toda importancia a los elaborados y realistas diálogos que se emplean para dar profundidad a la historia. Y es que son tan vitales, y lo actores estaban tan metidos en sus papeles, que una de las escenas más impactantes (la del encuentro entre Daniel Bowden y Max Cady en el teatro del instituto) es el resultado de la improvisación de uno de los mejores diálogos que tienen lugar en toda la producción y por el cuál llegamos a conocer mejor a dos personajes imprescindibles en la historia. Señal del compromiso del reparto con el proyecto y de su integración con la propia historia.

El cabo del miedo de Scorsese se ha convertido en un clásico, incluso más recordado que el original, por méritos propios. Una historia de venganza que contiene algo más y que se presenta de una forma directa pero sutil. Cuyo reparto, plagado de estrellas, está por encima de las expectativas consiguiendo unos personajes perfilados y bien diferenciados.
Ésta es una de esas producciones imprescindibles que jamás quedará relegada al olvido.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Fin de trayecto

A veces duele escribir. Es como un dolor fino que se te agarra al estómago y te provoca nauseas. Algo punzante en el corazón que apenas te deja respirar. Aun así, comienzas a escribir, y sigues con un ritmo constante. No paras. Entonces, llega un momento en el que te das cuenta de que has escrito más de lo que pensabas y lo revisas en busca de alguna errata, fallos gramaticales o de ortografía. Y al leer, ese dolor se intensifica. Y es que cuando escribes sobre ciertos temas es inevitable sentir cada palabra, cada frase. Es imposible no ponerte en el lugar de quien sufre o incluso revivir algún acontecimiento atroz y dañino. No puedes escapar de esos sentimientos que provocan dolor y nauseas. En este caso ocurre sin más por el mero hecho de haber tenido lugar tal acontecimiento.
Hoy me ha asaltado en una de las redes sociales en las que me encuentro un artículo encabezado por la fotografía que corona este artículo. Un acontecimiento atroz, de esos que te hacen reflexionar sobre si la raza humana tiene salvación o se dirige por si sola a su propia destrucción. Una de esas imágenes que remueven las tripas y te crean un fuerte nudo en la garganta. En ella podemos ver a un niño pequeño ahogado en la playa, cerca de uno de los complejos turísticos principales de Turquía. Su barco se hundió cuando buscaba la ansiada libertad junto con sus padres, hermanos, vecinos. No lo logró, como otros muchos.

En los últimos días no dejan de llegarnos noticias sobre el éxodo de miles de refugiados sirios que buscan a la desesperada una opción mejor para ellos y sus hijos. De igual modo, somos testigos de cómo los países de Europa les tratan como si fueran la misma peste, como algo a evitar. No sólo se les están poniendo todas las barreras posibles para acceder a "nuestro paraíso" sino que están permitiendo que mueran de las formas más miserables.
Ahora, ante la movilización de la concienciada sociedad europea para evitar que más SERES HUMANOS inocentes sigan perdiendo la vida, los gobiernos de los diferentes países de la Comunidad Europea, encabezados por la autoproclamada líder Merkel, han decidido darles asilo en los diferentes países, pero con ciertas restricciones que todos no hemos tardado en criticar. Han marcado a fuego a los refugiados y se los han repartido como si fueran ganado. Pero siempre hay alguien que no está de acuerdo con el reparto, que no quiere su parte de la "mercancía". Porque si, para muchos líderes políticos estos SERES HUMANOS no parecen ser otra cosa que mercancía.
Incluso hay ciudadanos, ciudadanos de a pie, que están en contra de acoger a refugiados, sean sirios, congoleños o de "lapapota". Y lo cierto es que es indignante y preocupante comprobar cómo la frase de Plauto: "El hombre es un lobo para el hombre", tiene un verdadero significado.
Nos dirigimos hacia un punto sin retorno, hacia nuestra propia aniquilación. No sólo estamos destruyendo el lugar en el que vivimos, nos estamos matando entre nosotros. Y sólo cuando entendamos que nadie es más que nadie, que nadie tiene más derecho a vivir que nadie, que en el mundo no existen fronteras, sólo entonces podremos tener esperanza en la humanidad y podremos asegurar nuestra supervivencia. Sólo entonces podremos merecer vivir en este paraíso.
Pero no temáis, por suerte aún queda gente con alma que entiende que todos somos iguales, que todos somos SERES HUMANOS.

lunes, 10 de agosto de 2015

Nacido el cuatro de Julio

Algo más que el retrato de un instante de la historia de Estados Unidos y del mundo. La conmovedora historia de un joven que se alista como voluntario para combatir en la guerra de Vietnam convencido de que es la mejor forma de demostrar sus fuertes ideales conservadores y el amor por su patria. Algo que cambiará de forma rotunda al volver atado a una silla de ruedas y tras descubrir la mentira que les habían vendido.

Basada en las memorias homónimas de Ron Kovic, Oliver Stone recurre una vez más a un acontecimiento histórico para llevar a la gran pantalla una historia épica de destrucción personal y resurrección. Porque tras todo ese barro y sangre se encuentra una historia de superación en la que vemos el largo recorrido que una persona destrozada en todos los sentidos debe hacer hasta encontrar su lugar en el mundo, un propósito por el que vivir. Pero no sólo se trata de eso. Tanto Stone como el propio Kovic, al escribir la novela en la que se basa y el propio guión, dejan clara su denuncia pública y una dura crítica hacia ese acontecimiento histórico tratando de desenmascarar la verdad sobre lo que ocurrió, siendo más que visible el choque entre los diferentes ideales a lo largo de toda la película. Y es que tanto por situaciones concretas como por las discusiones y monólogos del protagonista, somos conscientes de la tensión provocada por el enfrentamiento ideológico en ese momento al igual que de la evolución que sufre el protagonista hasta el mismo final, pasando de ser un fuerte defensor de la guerra y el amor por la patria de forma incondicional a ser un activista en contra de la guerra y del planteamiento que el gobierno de su país hace sobre tal cosa. De igual modo, Stone muestra la horrible verdad que sufrían los veteranos de guerra heridos. Hospitales insalubres que mataban a más que salvaban, la falta de comprensión de vecinos y familiares ante tal trauma o incluso el olvido. Por lo que esta producción, a mi parecer, hace justicia sacando esa clase de trapos sucios a la palestra para que comprendamos que no todo es tan bonito y tan limpio como pensamos. También para que seamos conscientes de la transición por la que muchos se ven obligados a pasar y poder así comprender mejor todo cambio en ellos.
Todo esto es interesante, sí, pero aún más gracias a la presentación que tiene. El cine bélico/histórico siempre resulta interesante al público general porque puedes descubrir acontecimientos importantes de una forma amena. En este caso no iba a ser menos. Es una historia apasionante que en casi todo momento nos mantiene en vilo, aunque es cierto que a mitad de la película la trama se vuelve un poco repetitiva y tiende a caer en un bucle quizá un tanto innecesario y desagradable, pero también resulta ser una parte fundamental para comprender todo cuanto ocurre. El guión nos lleva de una situación a otra en volandas y sin dejarnos caer nunca en el aburrimiento o el desconcierto, pues todo ocurre por algún motivo y no queda nada al aire.

Pero es más que evidente que lo que hace que esta película sea reconocible y admirada es la espectacularidad con la que Stone trata el proyecto. No faltan esos grandes generales donde comprobamos la basta localización y todos los medios empleados para conseguir autenticidad y realismo. Los recurrentes y rápidos movimientos de cámara que hacen más espectaculares los momentos de mayor tensión. Así como esos planos ajustados para tratar los momentos más íntimos y transmitir de forma contundente los sentimientos del protagonista. También hace uso de un par de trucos para lograr un buen enfoque en algunos planos como usar croma. Sólo los más avispados se darán cuenta de que en la parte en la que Kovic está confesando que fue él quien mató a su compañero a la familia de éste, todos salen enfocados cuando ésto es imposible debido a la profundidad de campo. Stone empleó aquí el truco de usar el croma para poder apreciar la expresión de todos los rostros al conocer la noticia. Y podemos saber esto porque lo que rodea la imagen de Kovic está borroso tras haber incrustado su imagen sobre la otra. Este tipo de soluciones dejan claro que Stone cuida cada detalle a la hora de contar una historia.
La cuidada ambientación nos lleva desde una pequeña localidad americana hasta poblados vietnamitas pasando por un poblado mexicano. Cada una de las localizaciones debió ser escogida con mimo para representar cada uno de los lugares en los que transcurre la historia. Algo que mejora de forma considerable la interpretación de la historia y que nos sumerge en ella totalmente. Los efectos especiales empleados contribuyen de igual forma a que ésto se produzca. Están bien insertados tanto en las explosiones como en los disparos que los actores reciben. Y no podemos olvidar la excelente caracterización de los personajes, tanto de los heridos como del propio Tom Cruise en la evolución personal de su personaje. Tom no sólo envejece sino que vemos los efectos en él de la guerra. Algo cuidado al detalle que es todo un lujo.

Y es que Tom Cruise es el pilar sobre el que se asienta la película. No interpreta a Kovic sino que es él. Hace que la evolución de su personaje sea constante y sin altibajos en todos los aspectos, se adapta a cada situación que vive el personaje con solvencia y soltura demostrando que no es sólo un rostro bonito sino un actor talentoso capaz de asumir cualquier rol.
Y otro peso pesado que le acompaña es un desapercibido Willem Dafoe, cuyo papel queda en segundo plano y limitado por la propia trama, pero no por ésto es un personaje menos importante ya que contribuye a la evolución del protagonista. Encontramos un Dafoe espléndido cuya aparición es casi meritoria, aunque ésto no e impide demostrar el potencial que tiene como actor.


Podemos tildar esta producción de comercial y taquillera, vacía de contenido a pesar del llamativo continente en el que se encuentra. Pero no, nada de eso. Stone ha dado en el clavo, como casi siempre, al utilizar un acontecimiento histórico para lanzar críticas a diestro y siniestro, y hacer un profundo análisis sobre la superación del ser humano ante la adversidad.
El realizador recurre a técnicas interesantes para lograr lo que se propone y gracias a una gran labor de localización y ambientación, consigue que nos sintamos inmersos en la interesante historia de Kovic.
Nacido el cuatro de Julio es una obra de culto no apta para personas sensibles. un trozo de la historia narrado de forma inigualable y mostrado con todo detalle.

viernes, 17 de julio de 2015

No conoces a Jack

Estamos ante un biopic que no se limita a narrar un momento puntual de una persona sino que profundiza en temas de cierta relevancia tales como la eutanasia y toda la controversia que esta genera en los diferentes grupos ideológicos sociales. 
Una película dura por momentos que nos descubre a un íntimo Jack "Doctor Muerte" Kevorkian, doctor que encontró en la eutanasia su razón para existir y que defendió hasta las últimas consecuencias el derecho del paciente a decidir sobre su propia muerte. 

Ya desde el comienzo, descubrimos un personaje excéntrico, raro, cuyo objetivo no es otro que evitar sufrimiento a pacientes terminales suministrándoles la eutanasia. Pero Jack se topa con una sociedad médica un tanto arcaica y unos extremistas provida que le pondrán las cosas difíciles. A lo largo de los 134 minutos de duración de esta película somos testigos de una sólida lucha, a caballo entre la justicia y la moralidad, entre las dos posturas extremas que se mantienen en todo momento imperturbables. 
Jack logra el apoyo de un pequeño grupo que le ayuda a operar y a llevar a cabo su misión, mientras lucha tanto en los medios como ante la justicia por defender la honorabilidad de sus actos y el derecho a decidir de los pacientes. 
Trata un tema escabroso y candente desde hace algunas décadas. El derecho a decidir de las personas sobre acabar con sus propias vidas de una forma libre y fuera del ostracismo. Algo que crea controversia no sólo por el dilema moral que supone quitar la vida a alguien o permitir que él mismo se la quite, sino por temas jurídicos y religiosos, cuyo criterio dictamina que se trata de algo ilegal y contra lo que se comete un pecado mortal. Dos frentes insalvables contra los que muchos han perdido la batalla. Algo que queda muy bien reflejado en esta producción con la persecución, y linchamiento, por parte de la sociedad hacia el protagonista, y que deja más que claro que la libertad individual se ve coartada por la moralidad social. Y es que al terminar de verla nos queda un sabor agridulce al entender que solemos juzgar a los héroes visionarios que dedican sus vidas por dar a luz a la verdad o por defender nuestros derechos. Algo que removerá conciencias y nos hará meditar sobre el tema en toda su amplitud.

Lo grandioso de este guión son los solemnes diálogos que generan un discurso convincente y atractivo que obliga a ser escuchado, junto con unas situaciones tan emocionantes como duras que lograrán conmovernos pero también hacernos reflexionar sobre lo que es correcto y lo que no. 
Descubrimos un mundo injusto, arcaico. Anclado, por desgracia, a una religión obsoleta inventada por el propio hombre y de la que somos esclavos. Esto es lo que lanza No conoces a Jack sobre la mesa de una forma directa y contundente que nos impide mirar hacia otro lado haciendo que permanezcamos pegados a la pantalla de principio a fin. 
Barry Levinson consigue mediante planos de peor calidad visual y sonora respecto a la línea general crear una sensación de falso documental que se ve potenciada por la realista puesta en escena y la sencillez del resto de planos que emplea durante todo el proyecto. Los movimientos de cámara, a veces vertiginosos, contribuyen a dicho efecto, consiguiendo que la historia nos sea más cercana y que empaticemos a mayor nivel con el protagonista. De esta forma, Levinson se posiciona mediante la realización dando su punto de vista sobre el controvertido tema que trata el guión de Adam Mazer. Y no sólo eso, enriquece y da un sentido poético tanto a la trama principal como a las subtramas que asoman tímidamente, ya que no sólo conocemos la historia de Jack sino al propio Jack.
Gracias a la excelente ambientación, ubicamos el momento preciso en el que tienen lugar los acontecimientos por lo que comprendemos mejor lo que ocurre y el motivo por el que ocurre. 
La banda sonora juega un papel activo en ciertos momentos, formando parte de la estética de la película. La mayoría de las piezas acompañan al momento potenciando sensaciones y emociones dadas por las acciones o las situaciones. Una elección acertada tirar de clásicos como recurso para crear momentos íntimos o formar la personalidad de Jack.


Claro que un personaje tan mítico como Jack Kevorkian sólo podía ser interpretado por un estelar Al Pacino. Tanto la conseguida caracterización como la trabajada personificación de Jack hacen que nos olvidemos que detrás del personaje se encuentra uno de los actores más laureados del mundo. Pacino borda un personaje introvertido y de personalidad compleja y un tanto cambiante. Ha sabido adaptar la personalidad, la forma de actuar de Jack, a cada situación no siendo ésta abrupta o exagerada sino tan realista como consecuente. Pacino vuelve a calzarse a un personaje complejo y sale mucho más que airoso de la experiencia. Su personaje transmite convicción, confianza y ternura, lo necesario para convertir a un villano público en héroe ideológico. Y éste gran actor lo consigue mediante una actuación sublime. 
Como escudero de Pacino, un enorme y emblemático John Goodman, que vuelve a llenar la pantalla y no sólo de forma literal. Estamos ante uno de esos secundarios carismático que, hagan lo que hagan, gustan a todos. Siguen en su linea, sin despuntar pero sin dejar indiferente a nadie y logrando una sonrisa en todos nosotros al verle aparecer en pantalla.
Una envejecida Susan Sarandon pone el toque femenino a esta historia como compañera fiel y leal. Su personaje sufre la suerte que todos prevemos pero Susan logra crear un momento sórdido en algo íntimo con el que descubrimos más. Nos presenta un personaje de hierro que se mantiene así hasta el final. Convincente cuanto menos.

No conoces a Jack no es sólo un biopic de alguien que para muchos es desconocido. Es la historia de algo más importante, de una batalla entre el derecho a decidir y la moralidad arcaica que viene dada por la iglesia y las propias leyes. Pero no sólo eso. Descubrimos la auténtica cara del Doctor Muerte, de quien luchó contracorriente para lograr un bien común.
Ésta es una de esas producciones que obliga a la reflexión sobre un tema que aún hoy día sigue candente en todo el mundo. Es entretenida y nos descubre una historia apasionante sobre alguien bastante interesante. Un hombre peculiar que actuó contra todos.
Si bien es cierto que no se hace pesada, no es recomendable para quienes no busque ese cine íntimo que remueve consciencias y que resulta ser reivindicativo. Tampoco para personas demasiado sensibles ante el tema de la eutanasia. Es acta para todos aquellos que quieran descubrir una historia apasionante que les acompañará incluso mucho después de haberla visto. 
Y tú, ¿aún no conoces a Jack?

lunes, 29 de junio de 2015

No habrá paz para los malvados

Tiene un arranque potente que se diluye en sus farragosas teorías. Una historia insulsa que se enreda en nimiedades y tarda en explotar lo que en verdad interesa. Urbizu nos atonta a base de cubatas para asestarnos un fuerte puñetazo al final que nos deja con cierta indiferencia.

No habrá paz para los malvados no hace justicia a su título. Descubrimos una historia policíaca, dura en contados momentos; dispersa en el resto, en el que un policía un tanto desaliñado se ve involucrado en un crimen. Al huir uno de los implicados, él trata de encontrarlo. A su vez, una jueza investiga este crimen que resulta ocultar algo más.
Nos encontramos con un guión plagado de clichés, demasiados. Tanto algunas acciones como ciertos diálogos son más que previsibles. Así como se emplean demasiados elementos del tipo de cine al que pertenece, lo que hace que en momentos resulte evidente lo que va a tener lugar. Incluso, algunas secuencias se pueden obviar por aportar poco o nada tanto a la trama como a los personajes, lo cuales no evolucionan ni crecen. No se dirigen hacia ninguna parte. Sólo se mantienen imperturbables de principio a fin. 
Únicamente el giro argumental, que nos hace descubrir que algo se oculta tras una trama nada interesantes, es lo que nos mantiene expectantes. El resto de tramas no potencian la principal e incluso no concretan ni concluyen, ni si quiera sirven para enriquecer la historia, sólo la acompañan aportando ciertos matices de vital importancia para su desarrollo. 
Diálogos vacíos, simples, que no desarrollan nada y que acompañan unas acciones medidas y acordes al género que nos guían hacia un final más que esperado.
Pese a su título, el mensaje que esta producción transmite es muy confuso. Y todo es debido a la falta de concreción y a la de un análisis más complejo de personajes y situaciones. Cuando termina la película quedamos con una absoluta sensación de indiferencia debido a la falta de conexión con los personajes por puro desconocimiento de los mismo. No llegamos a conocer a los personajes, su historia o de donde vienen, y esto hace que no sintamos nada hacia ellos ni la situación por la que pasan. Cierto es que algunos detalles no sirven para conocer algo de algunos de ellos, pero son tan dispersos y tan medidos que no se logra el efecto deseado. Si bien el final deja claro el sentido del título de esta producción, poco más a lo largo de ella lo hace.
En cierto modo, se puede tratar del reflejo borroso de algo que ocurrió y que dejó una profunda cicatriz en nuestro país. Un vistazo a cómo se desarrolla un atentado y como las apariencias, en algunas ocasiones, engañan. Se oculta entre líneas una feroz crítica al sistema interno de la policía y lo que ocurre con algunos casos.

Por otro lado (no todo va a ser malo), la realización es más que acertada y adecuada para este género cinematográfico. Urbizu emplea una composición atractiva intercalando todo tipo de planos para narrar la historia y ser consecuente con lo que acontece. Incluso apuesta por movimientos de cámara aberrantes, como ya al final, que sirven para potenciar y trasladar sensaciones. En este aspecto arriesga y gana.
La puesta en escena hace que todo fluya con cierta dinámica y frenetismo. Algo que incluso queda vigente en los planos fijos, donde los movimientos internos de cada planos resultan explosivos.
Otro elemento que contribuye a crear la atmósfera de esta producción es la ambientación, con la que logra que nos translademos a ese Madrid de extraradio, conflictivo y peligroso que aparece en cada plano. La estética ruinosa y sucia suele dejar paso a una más pulcra y meticulosa en un cambio de localizaciones que resulta quedar bastante decente y creíble. Los decorados y localizaciones han sido cuidados para darle ese toque de realismo a la historia.
Los efectos especiales están bien integrados, empleándose sólo en los momentos adecuados para aportar realismo a ciertas acciones sin caer en excesos innecesarios que puedan ensuciar la imagen que se respeta durante toda la película.
La estridente banda sonora junto con los prolongados silencios, siguen la tónica de lo visual, compactandolo todo.


Si algo más cabe destacar es la verosímil actuación de Coronado. Quizá la conseguida caracterización potencie y facilite su labor metiéndose en la piel de Santos Trinidad, pero está claro que le pone lo más importante, el alma, y eso se hace notar desde el minuto uno. Nos olvidamos de Coronado y conocemos a Santos. Su aspecto y actitud son claves para que el protagonista llame nuestra atención. El problema es que le falta profundidad al personaje para que lleguemos a conectar con él, pero es un escoyo que Coronado ha sabido esquivar para dejar patente su estado de gracia en esta película.
Rodolfo Sancho y Juanjo Artero, dos pesos pesados de nuestro cine, flanquean a Coronado con una participación correcta pero poco vistosa. Dejan el protagonismo por completo a Coronado sin llegar a brillar en sus respectivos papeles, sólo siendo correctos escuderos. Pero esto no quiere decir que nos regalen esos detalles que los hacen ser grandes actores.


Esta producción se antoja sosa, falta de algo de chispa que la haga vibrar con la misma fuerza con la que vibra su protagonista. Con una trama principal que se enreda cada vez más hasta estallarnos en las narices sin previo aviso y unas tramas secundarias que casi pasan desapercibidas y de las que se podía haber conseguido sacar algo más, quedando inconclusas la mayoría. El final abierto sigue la tónica desconcertante que marca toda la película. La falta de concreción en todo la hace distante y no logra transmitir el mensaje completo ni de forma contundente. Es larga, demasiado larga. Y espesa por momentos. Por lo que algunas secuencias se hacen interminables y nos da la sensación de que muchas de ellas sobran. Los efectos especiales, esos planos generales tan bellos o los esperpenticos movimientos de cámara son de lo mejor de la película.
Un excelente Coronado trata de echarse la producción a las espaldas pero, dada la superficialidad de su personaje, sólo consigue hacer meritoria su interpretación.
No habrá paz para los malvados me ha defraudado. Lo cierto es que esperaba algo más y me da la sensación de que se han quedado a medias, que muchas cosas se han quedado en el tintero por falta de profundizar en ellas. Es entretenida y en ciertas partes interesante, pero no consigue enganchar o entusiasmar como otras. Es una lástima que una gran realización y una estupenda actuación queden ensombrecidas por un pésimo guión que no deja de caer en clichés.

domingo, 21 de junio de 2015

Mejor, imposible

No hay palabras para describir lo que tuvo lugar anoche en el Palacio de la Cultura de Herrera del Duque. Cuando parecía que La Banda de Música de Herrera del Duque no podía crecer más, lo hizo de nuevo ofreciendo un emocionante concierto que permanecerá por mucho tiempo en la memoria de un servidor y de todos los asistentes.
La Banda, nuestra Banda, inundó el Palacio de color, magia, emociones y sensaciones transmitidos por la perfecta unión del engrasado grupo del que se compone. Y es que quedó más que notorio que cada uno de los ilusionados músicos se dejó la piel y el alma para conseguir encogernos el corazón con cada una de las piezas, ¡y vaya si lo consiguieron! Todo el respetable se mantuvo en silencio, deleitados en todo momento por esa música llena de matices y vida que lograba crear la mezcla de todos los instrumentos, hasta las merecidas ovaciones al finalizar cada tema.
Un espectáculo sin igual, un concierto sin precedentes. Algo especial y único, al alcance de muy pocos, eso es lo que logró crear nuestra Banda. Primero con unos temas populares con los que comprobamos la fuerza y pasión que imprimen todos sus miembros a cada pieza, y una segunda parte compuesta por Bandas Sonoras de películas que fueron interpretadas de forma sublime y muy bien acompañadas por un vídeo con las mejores escenas de cada película que realizó Mario Murillo, componente de La Banda. Todo un lujo para los amantes del cine y la música, entre los que me incluyo. Pero ahí no quedó todo, tras casi dos horas (sí, DOS HORAS) de concierto, el Palacio se vino abajo con una sonora ovación a tan bello espectáculo para pedirle a su director una más. Y no sólo hubo una más. Tocaron dos piezas de dos famosas películas, Titanic y Aladín, y, para finalizar, el director nos sorprendió a todos cuando echó a correr hacia la batería mientras los miembros de la banda se colgaban unos collares de flores al cuello para interpretar una canción llena de vitalidad y alegría como es "Bajo del mar" de la película La Sirenita. Un final increíble y emocionante para todos. Además, ya al final, Isidro Parejo, director de la banda, nos dirigió unas acertadas palabras reivindicando el importante papel de la Banda de Música en el pueblo y agradeciendo el apoyo de la administración local, así como poniendo en valor el sacrificio y la labor de los chicos que componen La Banda.

La Banda de Música de Herrera del Duque consigue dejarnos boquiabiertos con cada concierto. Tanto con la interpretación de las piezas como con la composición del concierto. Comenzó siendo un sueño y han conseguido que sea una realidad. Un proyecto firme que continúa su progresión, pues estos chicos, nuestros chicos, no tienen techo. Ellos son el alma de todo un pueblo que les escucha con ilusión y emoción. Ellos son el orgullo de todos los herrereños, pues al escucharlos no podemos sentir otra cosa.
Como bien dijo Isidro, tenemos banda para 100 años. Yo creo que te quedaste corto, amigo Isidro. Tenemos banda de por vida porque su arte perdurará a los siglos y a la memoria gracias a la labor de personas como tú, y al esfuerzo, pasión y trabajo de chicos como los que diriges.
Me parece increíble que algo así sólo haya costado 3€. Con sinceridad, habría pagado gustoso mucho más porque así lo merece.
Los que tenemos el placer de disfrutar de vuestra música sólo podemos daros las gracias y desearos una larga y próspera vida.

GRACIAS, BANDA DE MÚSICA DE HERRERA DEL DUQUE.

lunes, 15 de junio de 2015

El pájaro cantó

Los delitos prescriben, pero al parecer los tweets no. Así que cuidado con lo que escribís en las redes, no vaya a ser que el día de mañana no podáis ser concejales, diputados, alcaldes o presidentes del gobierno por un fatídico tweet que escribierais en vuestra adolescencia. Resulta, cuanto menos, indignante que alguien que apenas ha tomado posesión de un cargo deba dimitir por algo que escribió en una de sus redes sociales hace ya unos cuantos años. Cuánto no habrán tenido que rebuscar para sacar algo así... Y es que las malas artes en política llegan hasta límites insospechados. ¡Cuántos no tendrían que dimitir mucho antes que el señor Zapata por atrocidades mayores! Pero claro, tiene más importancia un tweet de hace ya cuatro años que un delito cometido en la actualidad. Ahora conviene sacar trapos sucios en lugar de lavar los propios.
Me da vergüenza la casta política de este país, que se cree superior al resto y que sólo pugna, sea de la forma que sea, por lograr alcanzar el poder sin importar nada más. Buscan llenar sus bolsillo por encima de buscar solución a los problemas de los ciudadanos. Claro que luego tenemos a gente como la Colau o Carmena, que hacen lo correcto al llegar al poder y nos parecen héroes.¡Qué triste!... Se salvan algunos de la quema, si, pero más bien pocos. La mayoría piensa que la política es un juego de niños, un cetro que pasa de mano en mano como un premio (para nada merecido) y que tienen derecho a hacer los que les plazca sin repercusión alguna. Se creen seres superiores y han dejado más que claro que son capaces de llevar a cabo cualquier actitud miserable para lograr su cometido: obtener el trono.
¡Qué triste es que tengamos que padecer a estos insufribles políticos! Pero más triste es que los sigamos colocando nosotros en el poder...

viernes, 12 de junio de 2015

Christopher Lee

El hombre inmortal, uno de esos villanos de lujo que nos hizo entender que sin la oscuridad no le daríamos importancia a la luz. Ese malvado que todos queríamos ser. Interpretó a personajes míticos y ahora él se convierte en leyenda.
Nos deja un gran actor en todo los sentidos. Polifacético, ambiguo, pasional. Capaz de mejorar el plano con su sola presencia, con sus interpretaciones imposibles en las que sobraba carisma y elegancia.
Decimos adiós al actor, pero también al hombre incansable e innovador que se ha mantenido al pie del cañón hasta sus último días. Al abuelo de varias generaciones. Descansa, Christopher, que te lo tienes bien merecido. Nos vemos en el otro lado.

domingo, 7 de junio de 2015

La Victoria de Amador. La revisión

Me encuentro revisando las escenas ya escritas del guión "La Victoria de Amador" en busca de incongruencias, fallos de racord o errores varios. A la vez he comenzado a reescribir algunas partes que, a mi parecer, podrían mejorar. Pero claro, al hacer esto, hay que caer en la cuenta de que, como si de un viaje en el tiempo se tratara, al cambiar algo en una escena, por mínimo que sea, puede tener su repercusión en las escenas posteriores, por lo que tras cada cambio hay que revisar de forma contundente todo el guión para evitar que se produzcan incongruencias o fallos de racord.
Estas revisiones son comunes y necesarias, ya que en muchas ocasiones tendemos a escribir lo primero que se nos pasa por la cabeza sin haber reflexionado antes, y claro, no siempre la primera idea es la mejor o la más correcta. Entonces, estas revisiones sirven para enriquecer la historia y la forma en la que está escrita, para mejorarla en definitiva. Yo recomiendo escribir varias secuencias o escenas y dejarlas reposar unos días para después revisarlas y hacer los cambios pertinentes. Hacerlo así y no esperar a tener el guión terminado evita dos problemas, entre otros, esenciales: tener que hacer grandes cambios en todo el guión y perder tiempo al escribir algo que sabes que tendrás que retocar tarde o temprano. Si ya lo vas retocando sobre la marcha y encauzando el argumento hacia lo que quieres, no tendrás que escribir varias veces la misma parte. Eso sí, tampoco nos podemos volver locos y revisar el guión constantemente, ya que siempre habrá fallos y nunca estará perfecto a nuestro parecer, por lo que podría correr el riesgo de convertirse en un guión inacabado o lo que yo denomino, "El eterno guión". Hay que saber revisar pero también hay que saber dar un guión por concluido aunque nos pueda parecer que no sea perfecto. Sólo así la producción podrá avanzar y podremos ver nuestro proyecto finalizado. Además, y esto sucede más de lo que se cree, siempre, SIEMPRE, el guión sufre retoques hasta el último minuto. ¿Por qué? Por algo muy simple. El guión está vivo y es susceptible de cambios. Es más, siempre necesita cambios, bien para que textos y personajes se adapten a los actores, para que la puesta en escena encaje en el decorado o localización, porque la acción imaginada o los efectos son imposibles de realizar con los medios de los que se disponen... Por lo que no temáis a la hora de hacer cambios en vuestros guiones, pues nunca estarán "terminados" o perfectos para vosotros.