martes, 20 de octubre de 2015

El Equipo A

Una revisión insustancial y superficial de la serie original que encandiló a toda una generación en los ochenta. Una parodia de sí misma en la que la acción, las explosiones y los efectos digitales priman ante un argumento típico que se dirige con rumbo fijo hacia lo interesante por pura cabezonería.

La historia se centra en los orígenes del equipo más famoso de la televisión, presentada mediante una trama conspiratoria enrevesada al uso que tan bien le viene al género de acción y en la que los planes, por muy absurdos que sean, siempre salen bien.
Ya desde el comienzo quedamos como hipnotizados por ese carisma que envuelve a los personajes principales como ya pasaba en la serie, y por las sorprendentes acciones llevadas a cabo para salir indemnes de las situaciones más inverosímiles. No cabe la menor duda de que éste es el aspecto más trabajado y respectado en lo que refiere a la serie original. Otro factor que se ha recuperado, aunque no en las mismas condiciones, es el humor, que está tan presente como la acción pero de una forma dosificada y haciendo constante referencia al mismo aspecto: el miedo a volar de Baracus y, por supuesto, su relación amor/odio con el loco de Murdock, así como las increíbles e impresionantes hazañas de todo el grupo.
Los giros argumentales aseguran la sorpresa comedida y la expectación a lo largo de sus casi dos horas de duración, pero lo cierto es que se echa en falta un punto más de tensión tanto en las misiones como en la trama principal. El detrimento del suspense en favor de la acción y la espectacularidad de algunas de las acciones es más que evidente desde el primer plano, lo cuál resulta ser lo único que hace que nos mantengamos pegados a la pantalla.
Si algo es evidente es la falta de profundidad en los personajes. Apenas conocemos parte de su historia, de dónde vienen o cómo llegaron hasta ahí. Los detalles dados por los diálogos y las acciones serán las que dibujen la personalidad y el carácter de cada uno de ellos.

Pero en esta producción no son todo vistosas explosiones, planes y puros. En El Equipo A encontramos una historia de superación y de honor tal y como se nos presentó en la serie. En las relaciones que mantienen los personajes quedan vigente el compañerismo y la lealtad que sienten los unos hacia los otros, no por luchar en el mismo bando sino por compartir ideales. Algo que va mucho más allá de simple trato entre camaradas.
Como no podía ser de otra manera, la traición y la venganza son los sentimientos fundamentales sobre los que se asienta la trama principal. Algo que sigue con coherencia el argumento base sobre el que se estructura esta producción.
Me sorprende que pase casi desapercibido el conflicto moral de Baracus tras su paso por la cárcel, del cuál se podría haber sacado mucho más que un par de frases de diálogo y una secuencia confusa. Así como la relación que Fenix mantiene con la Teniente Sosa, de la cuál percibimos cómo fue y cómo será por simples detalles que llegan muy de vez en cuando. Estas son sólo algunas de las pruebas de que los guionistas no han sabido sacar partido a las subtramas que surgían para alimentar a la trama principal. Un error por el que han sacrificado complejidad al argumento y a la historia, así como han limitado las posibilidades de crecimiento de la producción.


El "novato" Joe Carnahan ha logrado transmitir el frenetismo y la espectacularidad que nos regala una trabajada puesta en escena con unos efectos digitales muy bien implantados mediante unos planos en los que el movimiento interno está muy presente. No sólo ha sabido captar la esencia de la serie sino que ha logrado darle un aspecto más moderno, con encuadres más elegantes y soberbios, acordes a lo que las acciones muestran y al tiempo en el que estamos. Una digna actualización visual, sin ninguna duda. El montaje dinámico y picado en las ocasiones acertadas es la guinda de este pastel.
Y todo esto bien aderezado con una banda sonora adecuada para la ocasión que en ciertos momentos nos regala temas de la serie original.

La falta de profundidad en los personajes no implica una mala actuación de los actores, aunque sí un deslucimiento de su trabajo ya que las relaciones entre personajes se ven limitadas, limitando así el propio trabajo de los actores que se ven obligados a llevar a cabo las acciones preestablecidas y diálogos vacíos e insustanciales. Por lo tanto se cumple la máxima de que tener buenos actores no augura una excelente interpretación si interpretan personajes vacíos y carentes de alma.
Tras algunos movimientos en el reparto antes de su producción, podemos tener claro que Liam Nelson resulta apropiado para interpretar al Coronel Hannibal. No ya sólo por compartir talante con George Peppard sino por haber echo suyo al personaje dotándole de un aire más bondniano. Tener a Liam en el reparto ya es sinónimo de calidad. Algo que aumenta al incluir al guaperas de turno de Hollywood, Bradley Cooper, quien interpreta al también guaperas del grupo, y sucesor natural de Hannibal, Fenix. Pero Cooper no sólo pone "cara" a su personaje sino que le otorga ese carácter rebelde y peligroso que tan bien suele quedar en pantalla. En esta película no veremos a un Baracus tan rudo ni tan brillante como en la serie. Quinton Jackson es el encargado de temer a los vuelos dando vida a un Baracus más sentimental y consciente de su situación personal. Un personaje más profundo y reflexivo. Por su parte, Shartlo Copley tiró de improvisación para representar el papel de Murdock tras recibir el beneplácito de Dwight Schultz, el Murdock original. El toque femenino corre a cargo de una bellísima y guerrera Jessica Biel, que ha conseguido alcanzar un buen equilibrio entre damisela en apuros y salvadora.

Estamos ante una precuela suficiente aunque por los pelos. Suficiente para el aficionado que ha oído hablar sobre el legendario Equipo A pero insuficiente para el fan fiel que se tragó cada capítulo de la serie en los ochenta y noventa. Necesita más de lo que ofrece para ser un homenaje completo a una serie mítica. 
Por suerte, su falta de profundidad en los personajes no evita que encontremos un argumento complejo donde la conspiración y la acción van de la mano logrando que el resultado final no sólo sea un tanto decente sino incluso entretenido. Que busque la risa fácil también contribuye a que sea más o menos potable.
Atención a la sorpresa tras los créditos. Breves pero intensas resultan ser las apariciones del Fenix y Murdock originales de la serie. Merecían más estos señores que un breve y casi imperceptible cameo.
El Equipo A es apta para quienes hayan oído hablar de la serie y quieran un rato de diversión sin más. Para aquellos amantes de la serie... haya ustedes con su mecanismo... No, en serio. No busquen donde no hay. Pero si deciden verla, siéntense y disfruten. No piensen demasiado y... déjense llevar...

lunes, 5 de octubre de 2015

Los chicos del coro

Una de esas películas francesas que escapa de los convencionalismos del cine francés para regalarnos
una historia tan dura como épica sobre la superación mediante la motivación en una situación más que complicada.
Una delicia que traspasa la imagen para tocarnos el alma con dulces cantos infantiles. Un drama disfrazado de musical que nos hace entender lo valioso que resulta premiar antes que castigar a la hora de educar y enseñar.

La mezcla de factores tan distanciados entre sí han dado un resultado extraño pero acertado que resulta atractivo. Emplear la figura de un profesor inspirado y decidido a transmitir valores más allá de lo común en una situación convulsa y en la que una serie de impedimentos le acechan constantemente, es algo que hemos visto en el lejano Hollywood en más de una ocasión. Pero este hecho, tan llevado a cabo al otro lado del charco y con tan buenos resultados cosechados, visto a través de la óptica de un cine tan sensible y a la vez visceral como el francés, cobra un nuevo significado dando lugar a algo mucho más auténtico y cercano. Y es esa autenticidad lo que hace única a Los chicos del coro.
Nos encontramos ante una historia de superación. No sólo la de esos alumnos descarriados a los que el director Rachin trata de encaminar a base de palos y en los que ha perdido toda esperanza, pero que logran, ante todo pronóstico, crear algo increíble y sentirse a la par útiles. Un cambio visible para quienes habían sido desahuciados. Es la historia de superación de Clément Mathieu, un músico frustrado que descubre que alguien se puede sentir más realizado al ayudar a otros a descubrir su camino y hacerles sentir importantes, que al tocar en el mejor teatro del mundo ante cientos de desconocidos.
De esta forma, Barratier cumple su máxima de lograr que el espectador reflexione sobre cuestiones relevantes y empatice con sus personajes hasta el punto de que sea el propio espectador el que sufra una conversión que sirva para mejorar no sólo al individuo sino a la sociedad y el lugar en el que vive.
Y lo consigue tirando de lo sutil, lo imperceptible, concediendo mayor importancia a la sensible historia; diluyendo con simpatía una lección de vida humana mediante las acciones y los profundos diálogos, así como con los bellos temas que cantan los chicos, antes que con otros medios.
La escasa profundidad con la que trata un tema tan hiriente como controvertido como es el maltrato infantil o el abuso de poder la hace apetecible incluso para el público más sensible, que llegará a emocionarse, sin lugar a dudas, tanto con el afán de superación de los jóvenes como con la paciencia y dedicación que el profesor tiene hacia ellos.


Todo esto queda retratado de una forma elegante, sin fuegos de artificios innecesarios para que la historia nos llegue sin interferencias de ningún tipo. Los tonos grises predominan, como acompañando el sentir de los alumnos así como lo lúgubre que puede llegar a resultar el sitio en el que se localiza la historia. Algo que en contadas ocasiones difiere con lo que tiene lugar, claro.
Gracias a una elaborada ambientación, Los chicos del coro nos traslada a una Francia en postguerra, a un tiempo en el que el hambre y la podredumbre acechaban tras cada esquina.

Lo vital de esta película es el coro como un personaje con alma propia. Es esa parte que le da sentido a la historia y sobre la que gira todo lo demás. No son sólo las letras de los temas y sus significados, o la musicalidad con las que inundan nuestros oídos, es lo que significa el propio coro en sí: La clandestinidad a la que son empujados casi de forma permanente, el nivel que sus propios componentes se exigen, la unión entre ellos y la lucha por algo para lo que comprenden que sirven. Sentirse útil, al fin y al cabo, es el mejor sentimiento que alguien puede tener. Y el coro lo consigue.
Un detalle a tener en cuenta es que el coro que vemos en imagen no es el que pone sus voces a las canciones. De eso se encarga el coro Les Petits Chanteurs de Saint Marc, aunque el niño solista, Jean-Baptiste Maunier, forma parte tanto del elenco de actores como del coro real. Un auténtico reto ha sido orquestar todo de forma que parezca que esos niños son los que verdaderamente cantan.
Brillante, esencial. La música es imprescindible en esta producción tanto como el realismo que los actores imprimen en su interpretación. Lo visual convive con cada nota musical, otorgando armonía y misticismo; un escape a lo atroz que acontece en el internado El fondo del estanque, cuyo nombre ya augura lo que en él encontraremos.

Los chicos del coro nos deja un buen sabor de boca. Una película de superhéroes sin capa ni poderes pero que logran salvar, sino al mundo sí al entorno al que llegan como verdaderos salvadores.
Para algunos peca de sensiblera pero en verdad es sólo emocionante. Tan sólo se expresa en ella un sentimiento que, seguro, a más de uno nos ha invadido alguna vez durante nuestras vidas. Una lección sobre la superación, sobre encontrar un camino digno por el que caminar.
Un tanto dura en más de una ocasión, quizá siendo tan sólo el reflejo de una realidad que en algún lugar se resista a morir. Queda en esta película reflejada la atrocidad que el poder ejerce sobre cualquier que se encuentre bajo su manto. Una tragedia que encuentra un final feliz al sobrevivir siempre el sentido común y las auténtica justicia.
Probablemente no será la mejor película que alguien vea, pero sí una de esas películas que deja algo sembrado en nuestro interior. 

jueves, 1 de octubre de 2015

"Ya viene" Primera toma de contacto

Siempre he defendido la participación de todo el equipo en el proceso de preproducción porque es un momento vital en el que muchas cosas pueden mejorar (o empeorar, claro).
En este caso, con este proyecto, Ya viene, la primera reunión ha servido para mejorar un guión que no terminaba de cuajar por no ahondar en temas muy importantes y que podían enriquecer la historia. El error, en este caso, viene de lejos. Cuando tanto mi compañero, David Díaz, como yo dimos por sentado que la historia era absurda, debía ser absurda, y que no teníamos que profundizar demasiado en cuestiones relevantes que daban un sentido real a un guión más bien fantástico, fantasioso. Un imposible.
Pero tras un primer encuentro con los actores. Una primera lectura de guión. Hemos comprendido que nuestro guión hacía aguas por todas partes. Se hundía, sin pena ni gloria, en un mar de sin sentido.
Juntos, todo el equipo, tanto el artístico como el técnico, hemos ido descubriendo una historia mucho más profunda, llena de matices que, a buen seguro, llegarán al público y le sorprenderá.

Un guión está vivo hasta el justo momento en el que se realiza. Cambia, se adapta. Todos, absolutamente todos, pueden aportar algo para conseguir una historia más rica, más viva.
Un guionista, o un realizador, que no permite que el guión cambie, que mejore, se limita a sí mismo y, a su vez, a la historia que pretende hacer llegar al público.
Por ello, aconsejo encarecidamente que se hagan muchas reuniones y que se tengan en cuenta la opinión de los demás a la hora de llevar a cabo una producción. Porque sólo así se puede mejorar.