miércoles, 25 de noviembre de 2015

Lágrimas de color carmín

Los números corrían. Uno tras otro pasaban constantes aunque no lo suficiente rápidos para mi corta paciencia. Aquel diminuto ascensor parecía más pequeño de lo habitual. ¡Dios! Hacía un calor insoportable…
Lo cierto es que tenía ganas de llegar a casa, había sido un duro día en la oficina y necesitaba relajarme aunque fuera por unos segundos. Sí, unos segundos. Porque estoy segura de que en cuanto mis hijos me vea aparecer por la puerta se abalanzarán sobre mí y me cubrirán de besos; me contarán con gran entusiasmo todas y cada una de sus aventuras y no se apartarán de mí ni un segundo. Y mi marido me sorprenderá con alguna de sus invenciones culinarias para la cena. No es un gran cocinero, pero el pobre al menos lo intenta. Sabe que llego cansada y sin pizca de ganas de cocinar. Sin ganas de nada, en realidad. Habrá ayudado a los niños con los deberes, les habrá duchado y preparado para la cena. Es tan atento conmigo…


Qué lástima que todo eso no sea más que una ilusión. Algo con lo que sueño despierta mientras permanezco inmóvil en la cama, esperando a que se olvide de mí, o al menos de mis niños, y se duerma por la borrachera. Luego, cuando al fin se duerme, rezo en silencio porque no me despierte con otra paliza o amenazándome con hacer algo a mis niños. Y pienso que ojalá fuera tan valiente como esas que salen en la televisión, ojalá yo fuera una de esas… Pero no lo soy… No lo soy.
Jesús Muga

lunes, 16 de noviembre de 2015

Antes de amanecer

Un magnífico ejemplo de cómo una historia puede ser contada a través de un profundo y trascendental diálogo. Una historia de amor entre dos desconocidos tan surrealista como posible y con fecha de caducidad, o quizás no...

Acompañamos a Céline y Jesse durante un viaje improvisado mientras se conocen hablando sin tabúes sobre temas tan complejos como atractivos. Sus diversas opiniones y conclusiones son el verdadero atractivo de esta historia, en la que están muy presentes la picaresca del joven norteamericano que trata constantemente de impresionar, y conquistar, a la dulce y en apariencia inocente joven europea, así como el romanticismo más bohemio por parte de la protagonista femenina. 
Los temas sobre los que versan sus conversaciones son el punto de partida de cada secuencia, que se encuentran bien enmarcados por una ciudad tan pintoresca como diversa. Viena no es sólo el lugar donde pasan la que probablemente sea la mejor noche de sus vidas, sino que es el lugar donde se gesta su amor, e inevitablemente juega un papel más dentro de la producción siendo vitales cada uno de los puntos en los que tienen lugar las conversaciones. Como un testigo mudo más, el entorno, cada escenario de la ciudad, parece adaptarse a las conversaciones aunque, por supuesto, sea al revés, siendo cada localización la que da paso a los diferentes temas de conversación sirviendo como un fondo acorde.
La muerte, la vida, la relación con los padres, el amor, el sexo... Nada queda en el olvido en este magnífico guión de Linklater, que profundiza en cada tema sin censura ni sin temor a ser señalado con el dedo, pero siempre manteniendo la esencia de la relación que puede mantener una pareja joven que acaba de conocerse y que viven un cita a contrareloj. Quizá el reflejo de una realidad absurda que es vigente desde el momento en el que Jesse le pide a Céline que le acompañe esa noche en Viena. Es, seguramente, la mejor secuencia de todas. Ese argumento tan fantástico pero convincente con el que el protagonista masculino convence a la joven francesa.
Linklater deja claro en esta increíble aventura amorosa que el mejor plan es no tener plan y que no debemos temer a lo desconocido sino entenderlo y respetarlo sin permitir que los prejuicios ni el miedo nos impidan vivir algo fascinante; tener una aventura épica que recordar.


Linklater se limita a mostrarnos el diálogo, que prima claramente ante la acción, como si de una retransmisión de tenis se tratara. Si bien es cierto que de vez en cuando emplea planos más abiertos o algunos ligeros movimientos de cámara, así como algún que otro general o un plano medio de la pareja, en su mayoría impera el plano contra plano en un encuadre más cerrado del que se sirve para resaltar la expresión de los personajes en la conversación. Simple, pero efectivo y más que suficiente para narrar una historia centrada en el diálogo. Huye de artificios innecesarios y la jugada le sale bastante bien.
Mantener siempre a foco a los personajes mientras que el fondo luce desenfocado sirve, además de para hacer más bello el plano, para que centremos toda nuestra atención en la pareja de protagonistas, en lo que es importante de verdad. 
La escasa banda sonora hace aparición en momentos clave, únicamente cuando es necesaria bien porque algún tema aparezca de forma activa en la secuencia o como paso entre secuencias, otorgando siempre mayor importancia a la voz de los personajes y a los silencios, que son tan rotundos e incómodos como en la vida real.
El realizador siempre se centra en lo verdaderamente importante, Céline y Jesse, encarnados de forma sublime por unos más que creíbles Julie Delpy y Ethan Hawke. Entre este binomio, ya indivisible, existe una química que traspasa la pantalla y hacen aún más creíble si cabe su historia. No sólo son los protagonistas sino que son el pilar central de la producción, lo que sustenta su éxito. Todas las acciones ante la cámara suceden con tal naturalidad que aportan realidad y dinamismo. Hacen surgir lo espontáneo y lo natural.

Antes de amanecer es el comienzo de algo asombroso e increíble. Una historia llena de matices, muy bien estructurada y presentada de una forma excelente, con una trama sencilla que se centra en un diálogo intenso y tan variado que toca temas vitales e interesantes para el espectador.
Probablemente, eso que resulta atractivo para un tipo de público repele al resto, que busca un cine más convencional y menos íntimo.
Lo mejor es, sin lugar a dudas, los diferentes puntos de vista que cada uno de los personajes tiene sobre los diversos temas que surgen en sus conversaciones. La espontaneidad de los actores también.
Lo peor es que te la pierdas por prejuicios estúpidos sobre un cine diferente al convencional, más íntimo y profundo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Un centro para todos

Con motivo del quinto aniversario del Espacio para la Creación Joven de Herrera del Duque, me pidieron que editara un vídeo para promocionar el centro.
Tras recibir material de archivo como brutos comencé con el proceso creativo. Decidí que lo mejor para promocionar dicho centro era mostrar todo lo que ocurre tras sus puertas, y fuera de ellas; todo aquello que los jóvenes (y no tan jóvenes) crean con los medios que el centro pone a su disposición. He pretendido transmitir ese buen rollo que siempre reina en el ECJ de Herrera del Duque; la colaboración y el trabajo de todos sus usuarios para crear, para hacer realidad proyectos y eventos de calidad. Sueños que se cumplen gracias a la existencia de este centro y que de otra forma no serían posibles de realizar.
Durante los cuatro minutos de duración del vídeo se pueden ver imágenes de talleres, actuaciones, conciertos, presentaciones, cineforums, exposiciones... De la creación y la cultura personificadas en diversas y diferentes actividades. La banda sonora que acompaña a las imágenes corre a cargo de una creación llevada a cabo en el propio centro por el productor musical Jesús Vaquerizo, que se encarga de poner la base con la batería a la canción Locked Out Of Heaven de Bruno Mars.

Quería agradecer al Espacio para la Creación Joven de Herrera del Duque que confiara en mí para la realización de este vídeo. A Pedro Calderón que me facilitara el material de archivo con el que está editado y a Jesús Vaquerizo por cederme sus vídeos.

Espero y deseo que este vídeo sirva para que cada día más jóvenes acudan al ECJ para crear y hacer sus proyectos realidad, porque este centro ofrece infinitas posibilidades.